Yamandú Marichal, seguramente el periodista teatral más querido y apreciado de nuestro medio, nació en agosto de 1935. Sólo dos meses antes, Carlos Gardel, en Medellín, se convertía en leyenda, y todavía faltaban 12 años para que se fundara la Comedia Nacional.

Sus primeros acercamientos al teatro fueron en el colegio. Cuando llegó a secundaria, un profesor, ante el interés que demostraba, le encomendó escribir un artículo para una revista liceal. La obra a reseñar era Esta noche se recita improvisando, de Luigi Pirandello, espectáculo que integraba la temporada de la Comedia Nacional de ese año (1952) y que dirigía Armando Discépolo.

Cuando estudiaba en la Facultad de Derecho, un profesor que iba a sacar la publicación El Ciudadano aceptó su postulación para encargarse de la sección teatral. En esa revista conoció a Jorge Abbondanza, que se dedicaba a la sección cinematográfica y se convertiría en un gran amigo. Con el tiempo, Marichal también escribiría sobre cine, además de teatro, en BP Color y El Día. También desarrollaría su carrera en otros medios: en televisión, los canales 5 y 10, y en radio, las emisoras Sarandí, CX 30 y Carve aprovecharon sus análisis y su voz.

Se integró al Círculo de la Crítica en los comienzos de su carrera periodística, en 1958. Tenía sólo 20 años, y hasta hoy recuerda la apertura de gente como Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal o Alejandro Peñasco. “La gente mayor nos acogía, nos permitía manejarnos, Rama estaba siempre dispuesto a ayudar. Yo tenía veintipocos años cuando entré a la Asociación como directivo [en 1962], y como se había dejado de dar la medalla que daba el Círculo de la Crítica, le dije: ‘Tenemos presencia en diarios, televisión, radios, pero no dejamos algo importante que pueda servir como recuerdo, no sé cómo lo ve usted’. Así fue que propuse hacer un premio, nadie se opuso, y Rama me dijo que llevara los reglamentos. Me fui a mi casa, agarré mi Remington y escribí el reglamento, que todavía se aplica. Hay cambios, porque hay más categorías, pero en esencia es el mismo. Así que esa fue mi misión: hacer el reglamento. Y haberle dado el nombre. Pero no fui el inventor: propuse la idea, y de ahí surgió”.

El escultor español Eduardo Yepes, vinculado familiarmente a Uruguay por ser el esposo de Olimpia Torres (artista plástica e hija de Joaquín Torres García), fue quien recibió el encargo de diseñar el premio que galardonaría la escena teatral montevideana. El ojo de Florencio Sánchez y su indócil penacho se conjugan en un trofeo que no necesita más presentaciones. Fue el propio Rama quien pensó en Yepes, según recuerda Marichal, y este no sólo aceptó sino que obsequió la estatuilla.

¿Cómo recordás aquella primera entrega?

La primera vez que dimos el Florencio, las categorías premiaban al espectáculo, la dirección, actriz y actor protagónicos, escenógrafo y autor nacional; eran pocas categorías. La primera ganadora fue Estela Medina, es de las pocas que vive todavía de esos años: Estela, que ganó como actriz, y yo somos de los pocos que quedamos de aquel momento. Ella estaba en la Comedia. [Estela Medina ganó por su papel en El cardenal de España, de Henry de Montherlant, con dirección de Eduardo Schinca]. Schinca fue uno de los primeros premiados también [por la dirección de El cardenal de España]. Y de ahí para adelante seguimos sumando categorías. Como te decía, cuando empezamos eran siete u ocho rubros y ahora son 28. Se sumaron rubros técnicos, teatro alternativo, del interior, espectáculos unipersonales... Yo pensaba que podía ser contraproducente, pero no, bajo la dirección de nuestra querida amiga María Rosa Carbajal empezamos a generar cada vez más. La Asociación [de Críticos Teatrales del Uruguay, ACTU] cambió mucho, en la directiva estamos María Rosa y yo, el resto es gente nueva: José Luis Añón, [Jorge Mario] Bologna, Gustavo Habiaga, Ernesto Olesker, Roxana Rügnitz, que participa en la comisión del Florencio, Diego García. Gente nueva que entró por mérito propio, gente muy entusiasta, muy seria. Se preocupan por que las cosas salgan bien.

Yamandú Marichal.

Yamandú Marichal.

Foto: Alessandro Maradei

Con la llegada de la dictadura militar fue prohibida la asociación de críticos y también el propio Florencio.

Sí, no nos dejaron entregar los premios, y si bien la dictadura terminó en 1984, en 1980 pudimos volver a entregarlos gracias a que nos asociamos a Unesco mediante André Camp [presidente de la Asociación Internacional de Críticos de Teatro]. Nos reunimos con él en donde estaba la sede de la Alianza Francesa y hablamos de lo que estaba pasando, de que no podíamos reunirnos. Ahí nos invitó a adherirnos a la Asociación Internacional y nos pareció sensacional. Así surgió la sección uruguaya de la Asociación Internacional de Críticos Teatrales; estábamos [Jorge] Pignataro, Magdalena Gerona y yo, hicimos un triunvirato para rearmar la asociación. Después hicimos una comisión directiva y no hicimos lista, éramos cerca de 20 votando, y el más votado fui yo. Ahí fue mi primera presidencia. Más adelante tuve varias etapas más como presidente y ahora ya soy el viejo de la Asociación [risas].

Pero gracias a Camp pudimos volver en el 80 a entregar el premio y le dimos un premio a China [Zorrilla], contra todo lo que se podía esperar, porque estaba prohibida. Estaba prohibido hasta nombrarla. Una gran amiga, China, amiga de todo el mundo. En Montevideo nadie dice que no la conoció, en Buenos Aires igual.

¿Cómo la recordás a China?

Era un placer hablar con ella, siempre contaba historias, y entre lo que inventaba y lo que realmente vivía era sensacional [risas]. La adoraba. En Buenos Aires un día fuimos a un espectáculo juntos, ella manejaba una cachila grande, y cuando bajamos era una diva. Entramos a un café y no podíamos llegar a la mesa. La paraban, le hablaban, le pedían autógrafos... Era un fenómeno. Una vez fue a ver un partido de fútbol y el estadio de Boca empezó a cantar “China corazón”.

Y sabés que era muy solidaria, compartía la comida con los cuidadores de coches, ayudaba sin que se supiera. Una anécdota divina que contaba entre amigos era que una vez que iba en taxi a depositar un dinero que había ganado en una obra vio que el taxista estaba preocupado, le contaba de los problemas que tenía, económicos, y China le preguntó cuánto precisaba. “20.000 dólares”, contestó el taxista, y ella se los dio. Y le dijo: “Si resolvés el problema, devolvémelos”. Y sabés que el tipo, después de años, apareció y se los devolvió.

Seis décadas de integrar jurados del Florencio te hacen un espectador privilegiado. ¿Cómo viste la temporada este año?

Nunca vi una temporada como esta, no hay semana en que no haya tres, cuatro estrenos. Espectáculos que van cinco días, o que van dos semanas, tres semanas... Hemos visto cientos de espectáculos... Desgasta, pero bueno, significa que el teatro está vivo, que a la gente le gusta el teatro. Y es bueno, pensando en que el cine está cada vez peor. O que se convirtió en algo del hogar y dejó la calle, que era lo más lindo, el compartir con gente que conocías. Hay algunas salas, está la Cinemateca, están los Hoyts, los shoppings, pero se extraña aquel movimiento de cine, mientras que el teatro sigue funcionando.

Se cumplieron 75 años de la Comedia Nacional.

Vos sabés que fue una de las mejores temporadas de la Comedia de los últimos años. Creo que [Gabriel] Calderón ha sido muy positivo. Ha habido espectáculos muy buenos, como Constante [con base en Pedro Calderón de la Barca, con dramaturgia de Guillermo Calderón y dirección de Gabriel]. Ha sido un año muy bueno y tiene un excelente elenco. Se jubiló gente muy buena, como Levón, Isabel Legarra, Andrea Davidovics, pero ahora están Jimena Pérez, [Stefanie] Neukirch, [Diego] Arbelo, [Florencia] Zabaleta, Roxana [Blanco], [Natalia] Chiarelli, [Fernando] Dianesi, hay un grupo realmente importante, y no quiero ser injusto, toda la Comedia tiene excelente nivel. Vas a la Comedia y tenés la seguridad de que ahí está todo muy cuidado.

De los 60 años del Florencio, ¿qué dos o tres espectáculos recordás como inolvidables?

De autores uruguayos, los estrenos de Doña Ramona [de Víctor Manuel Leites, estrenada en el Circular en 1982 con dirección de Jorge Curi] y el segundo estreno de Esperando la carroza [de Jacobo Langsner, estrenada en 1974, también con dirección de Curi, en el Circular], porque el primero [en 1962, con dirección de Sergio Otermin en Sala Verdi] no funcionó [aunque Langsner fue nominado en la primera entrega del Florencio como autor nacional]. Y obras de autores extranjeros, las que dirigió Schinca de Shakespeare y de Molière.

Yamandú Marichal.

Yamandú Marichal.

Foto: Alessandro Maradei

¿Viste la primera versión de Esperando la carroza en el 62? ¿Cómo la recordás?

A mí me divirtió, era un humor absurdo, pero la gente se molestó. Los comentarios eran del tipo “¡cómo se van a reír de la muerte!”, “¡qué horrible tomar esto para la joda!”. Y Curi, 12 años después, lo que hizo fue darle un tono más naturalista, de que realmente fuera una muerte en familia. Lo hizo trágico, y al hacerlo trágico explotó el humor.

¿Cómo se prepara esta edición aniversario del Florencio?

Mirá, estamos llegando a un acuerdo tanto con la Intendencia de Montevideo como con el Ministerio de Educación y Cultura, no podemos subsistir si no. El año pasado hicimos las estatuillas de plástico, era una forma de protestar, de decir “no tenemos ayuda, mirá a lo que tuvimos que llegar”, y aunque pensé que iba a fracasar, funcionó. Y tanto la intendencia como el ministerio están haciendo cosas para apoyar y podremos tener la celebración como corresponde.

Florencio de 1962

En la primera entrega, el jurado votaba y conformaba una lista por rubro, y quien tenía más votos ganaba. Como curiosidad se destaca que Estela Medina no tuvo competidoras, porque todos los votos fueron para ella.

Espectáculo

Rinocerontes (Eugène Ionesco), El cardenal de España (Henry de Montherlant), Muerte de un viajante (Arthur Miller), Sacco y Vanzetti (Mino Roli y Luciano Vincenzoni), Porfiar hasta morir (Lope de Vega), Peribáñez y el comendador de Ocaña (Lope de Vega), Un sabor a miel (Shelagh Delaney) y Epitafio para George Dillon (John Osborne).

Ganador: Rinocerontes

Dirección

Eduardo Schinca (El cardenal de España), Taco Larreta (Un sabor a miel), Rubén Castillo (Muerte de un viajante), Federico Wolff (Un sombrero lleno de lluvia), José Estruch (Rinocerontes), Rubén Yañez (La araña y la mosca), Laura Escalante (Epitafio), Carlos Muñoz (Testigo de cargo) y Atahualpa del Cioppo (Andorra).

Ganador: Eduardo Schinca (El cardenal de España)

Actriz protagonista

Estela Medina por El cardenal de España (ganadora por unanimidad)

Actor protagonista

Wagner Mautone, Jorge Triador, Mario Branda, Taco Larreta y Juan Jones

Ganador: Wagner Mautone (por La araña y la mosca y Rinocerontes)

Escenografía

Hugo Mazza, José Echave, Gori Muñoz, Adolfo Halty, Federico Ferrando y Paolo Bregoni

Ganador: Hugo Mazza (por Rinocerontes y Sabor a miel)

Autor Nacional

Jorge Blanco (La araña y la mosca), César Seoane (Una mosca contra el muro), Jacobo Langsner (Esperando la carroza) y Enrique Guarnero (Club para divorciadas).

Ganador: Jorge Blanco (La araña y la mosca)