El sábado 10 de diciembre, el Ballet Nacional del Sodre (BNS) estrena El lago de los cisnes, el legendario ballet con música de Piotr I Tchaikovski, bajo la dirección de María Riccetto y con coreografía del maestro Raúl Candal. En las funciones en el Auditorio Nacional Adela Reta, el BNS estará acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional del Sodre, bajo la dirección de Martín García.

Estrenado en el teatro Bolshói de Moscú, el 4 de marzo de 1877, con la coreografía de Julius Reisinger, no fue muy aceptado en su momento, porque se consideró mediocre la coreografía, raro el argumento, y hasta la música de Tchaikovski fue criticada por considerarse muy “wagneriana”. Sin embargo, el 15 de enero de 1895, con la nueva coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov, logró un gran éxito en el teatro Mariinsky de San Petersburgo, y se convirtió en el mejor representante del período clásico y en uno de los títulos que han cautivado y cautivan al mundo entero.

Esta historia de amor transcurre entre la magia y la traición, enlazando en sus cuadros la eterna lucha del bien y el mal. El perverso hechicero Rothbart ha condenado a la joven Odette a ser un cisne durante el día y una princesa durante la noche. El príncipe Sigfrido, enamorado de ella y obligado por su madre a casarse, hará lo imposible por salvarla del embrujo, pero será víctima de los engaños del mago y su malvada hija Odile, quien aparece como un cisne negro. La traición involuntaria de Sigfrido condena a Odette, ante quien se presenta el príncipe, cargado de culpa, en el acto final.

Esta producción, completamente realizada en talleres del Auditorio Nacional, retorna para lucirse ante su público con coreografía de Raúl Candal. Se trata de una versión más corta que la original, dividida en dos actos, con dos escenas cada uno. El público podrá disfrutar en el personaje de Sigfrido al primer bailarín Ciro Tamayo, que conversó con la diaria a pocos días del estreno: “Uno escucha ‘ballet’ en cualquier lugar del mundo y se le viene a la cabeza El lago de los cisnes. Es lo más cliché del ballet: es un clásico de los clásicos, una obra muy bonita de cuento de hadas. Creo que es eso lo que a la gente que le gusta más lo fantasioso la lleva a verla. Es una obra que a los niños les encanta, una manera de meterse en un mundo de fantasía”.

El lago de los cisnes es quizá uno de los ballets que más repite un bailarín en su carrera profesional. Consultado sobre cómo se trabaja un personaje tantas veces bailado, Tamayo respondió: “Creo que buscar esos matices de persona real es lo que hace que uno reinvente el personaje, porque si bien estás haciendo un príncipe y tiene cosas más estructuradas, no deja de ser una persona. Al bailarlo bastantes veces, uno no quiere repetir lo mismo que hizo el otro año, entonces ahora le estoy buscando muchos más matices: si yo fuera este príncipe, ¿cómo reaccionaría ante esta situación?, ¿cómo me sentiría si me obligaran a casarme?, ¿cómo interpretaría yo esto? No tanto desde lo cliché, sino con angustia, con la pena, tratar de no quedar siempre en esa cosa cuadrada de emociones básicas –alegría, tristeza, enojo–, sino buscarle matices. Van a ver a un príncipe más real, a un príncipe consternado, humilde, dentro de todo, pero también caprichoso. En el acto tres, cuando lo engañan, Odile le hace pensar que es Odette, pero con otra cosa muchísimo más picante, coqueta. Este chico está pasando por un despertar hormonal, y me gusta crear ese contraste entre el chico que acaba de conocer el amor y el chico en el despertar sexual”.

En referencia a este ballet, famoso por las mágicas escenas en el lago, donde los cisnes hacen hermosos movimientos de brazos, formaciones y cruces, complementando a la pareja de Odette y Sigfrido, Tamayo comenta: “Uno tiene que ser uno junto al cuerpo de baile. Estamos todos creando esa escena tan maravillosa, esa química que se genera entre el cuerpo de baile y los primeros bailarines, algo no solamente importante sino necesario, porque marca la diferencia entre ver meramente técnica y ver realmente una historia”.

Ciro Tamayo

Nació en Málaga, España, y llegó a Uruguay con 17 años, en agosto de 2011. En diciembre de 2013 fue ascendido a primer bailarín. El BNS ha sido su primer y único trabajo profesional. Es un bailarín con gran temperamento, que deleita con sus maravillosos saltos y su generosidad artística. Reconocido y muy querido por el público, dice saber del amor que los uruguayos le tienen: “Conforme pasan los años, noto que me reconoce el público, me reconoce como propio y siento ese cariño. Uno también intenta darle cada vez un poco más: no me centro solamente en lo que tengo que hacer, sino en buscar generarle emociones y sensaciones al público. Estoy muy feliz acá, tengo mi lugar y estoy viviendo el presente y disfrutando”.

El lago de los cisnes, por el BNS. Sala Fabini del Auditorio Nacional Adela Reta, del 10 al 23 de diciembre. Entradas desde $ 90 hasta $ 1.450 por Tickantel y en boletería de la sala.