Diego Fernández Pujol, director de la exitosa película uruguaya La teoría de los vidrios rotos, y Gonzalo Deniz, responsable de la banda de sonido (disponible en Spotify), estaban convencidos de que el personaje que imaginaron (Silvestre de la Sierra) sólo podía caber en el traje del actor Humberto de Vargas: un veterano cantante melódico que acompaña al protagonista del film como una presencia extraña y burlona.

Ni bien se estrenó la película en cines, llamó la atención del público y la crítica por su original registro estético, la particular artesanía de su guion (a cargo de Fernández Pujol y Rodolfo Santullo), su fotografía y también por esa voz familiar que se adueñó de un repertorio de canciones inevitablemente pegadizas.

Esta comedia negra basada en hechos reales ya superó los 15.000 espectadores y las 14 semanas en cartel. En el Festival de Gramado recibió los premios a “Mejor película internacional” y “Premio del público'' y también se fue con reconocimientos del Festival Latinoamericano de Seattle y el Festival de cine de Piriápolis.

Este jueves desde las 20.00 en Sala Zitarrosa los concurrentes al evento podrán ver la película por primera vez- o nuevamente- y como segunda función, las canciones escritas por Gonzalo Deniz (en aquel momento bajo el pseudónimo Franny Glass) cobrarán vida en escena con la presencia de Humberto de Vargas (en la película, Silvestre de la Sierra), el propio Gonzalo en guitarra y Diego Parker Fernández Pujol en percusión.

Humberto, que supo editar dos discos como solista a principios de la década de 1980 (Para una mujer y Dirán de mí) se vuelve a subir a un escenario luego de mucho tiempo y con gran entusiasmo por la propuesta.

“Esto fue un desafío extrañísimo. Para grabar en el estudio las canciones de la película yo me puse el vestuario que usa Jorge Temponi en una escena de la película: una camisa negra de raso, un saco blanco, y me llevé una película. A mi me ayudaba a generar un personaje y a no pensar que era yo el que estaba cantando. Yo a Silvestre me lo imaginé como un fanático de Sandro, Leonardo Favio, Nino Bravo, y me hice una historia de un artista frustrado, que es mentira que no quiere aparecer, que fisícamente está muy mal, me lo imaginé decadente, y que en algún momento cantó en alguna orquesta tropical en pueblos chicos del interior o que se cierran los festivales a las cuatro de la mañana cuando la gente ya está medio pasada de copas”, dijo el actor a la diaria.

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