Las ciudades de Nueva York y Los Ángeles tienen un enfrentamiento simbólico en el mundo del entretenimiento. No me refiero a los raperos, que llegaron a episodios de violencia muy real, sino a la forma en que estas ciudades de diferentes costas de los Estados Unidos son retratadas en el cine y la televisión.
Nueva York suele tener la mejor reputación, con sus historias cosmopolitas y la variedad de paisajes urbanos en un espacio relativamente pequeño, pero la urbe de la otra punta no le pierde pisada. Los Ángeles suele ser protagonista de historias con más o menos elementos autorreferenciales, como La La Land (2016), Había una vez en Hollywood (2019) o la más cercana Licorice Pizza (2021).
Acaba de llegar a las salas de cine una película que se olvida del barrio de Hollywood y muestra a la ciudad de la costa oeste con el mismo énfasis en la arquitectura y la multiculturalidad con la que hemos visto a la Gran Manzana. Pero, no voy a engañarlos, también es una de esas películas en las que los automóviles vuelan por los aires y la gente le dispara a los helicópteros. Porque ¿adivinen qué? Michael Bay está de regreso.
Sí. En un mundo cooptado por las películas de superhéroes, el rey del cine catástrofe y de acción trepidante regresó a los cines para mostrarnos cómo se filma una persecución, una explosión o una toma de rehenes. El mismo director que nos trajo cintas como La Roca (1996), Armagedón (1998) y Pearl Harbor (2001), y que se distrajo demasiado tiempo jugando con los Transformers (entre 2007 y 2017), regresó para meternos dentro de una ambulancia y pasearnos por la Ciudad de los Sueños. Y si bien no está entre sus mejores cintas (esa sería La Roca), nos sacude durante dos horas sin una escena poscréditos ni cinco películas más que terminarán de contar la historia.
Hablando de la historia, tiene como protagonistas a dos hermanos adoptivos que se reúnen para cometer un delito. El último, el que les dará suficiente dinero como para retirarse o pagar la cirugía experimental de la esposa de uno de ellos. Por supuesto que todo va a salir mal, pero es interesante cómo Bay (y el guion de Chris Fedak) nos va anticipando lo mal que van a salir las cosas. No hay un momento de calma antes de la tormenta: el veterano de guerra Will Sharp (Yahya Abdul-Mateen II) y su hermano pillo Danny (Jake Gyllenhaal) son la receta perfecta para el desastre. Si los rápidos y furiosos les parecían una familia disfuncional, no han visto nada.
Mientras tanto, se nos presentan otros personajes. Una pareja de paramédicos, encabezada por la ruda Cam (Eiza González), una pareja de policías y unos agentes de las fuerzas especiales que están apostados en la puerta del banco antes de que los Sharp siquiera lleguen con intenciones de robarlo. Como las cosas salen mal para todos, los hermanos terminan en la ambulancia de Cam junto a ella y un policía que morirá si no recibe tratamiento urgente. La ambulancia huyendo a toda velocidad por las calles de Los Ángeles, mientras la paramédica interviene sobre el pobre policía y los rodean decenas de patrulleros y hasta helicópteros, es la trama de Ambulancia. Les dije que estábamos hablando de Michael Bay.
Con nostalgias de Máxima velocidad (1994), el vehículo de atención sanitaria no se detiene por nada del mundo, y por momentos es difícil creer que aun cuando lleva un par de rehenes encima, toda la maquinaria diseñada para proteger y servir no pueda hacer nada para detenerlo. Mientras tanto, la cámara va y viene, da vueltas como si estuviera en patineta y regresa periódicamente a los rascacielos, como Transformers pero quietitos.
La película tiene un par de muy buenos momentos, como una cirugía de emergencia asistida por videollamada o un improvisado karaoke con “Sailing”, de Christopher Cross. En cuanto a las actuaciones, Eiza González se recibe con honores de protagonista de esta clase de cintas (y por suerte el director no la convierte en objeto), mientras que Jake Gyllenhaal es quien más se divierte desde el comienzo hasta el fin, gracias a un personaje con momentos tan caóticos como un conocido bufón que aterra a los ciudadanos de Ciudad Gótica.
Quizás lo más interesante, se haya dado cuenta Michael Bay o no, es que en todo momento hay un manto de amoralidad en la historia, que no hace sencillo eso de “quién quiero que triunfe”. Claramente hay un héroe trágico, el hermano bueno de los Sharp, pero rápidamente queda teñido de culpabilidades. La Policía (por suerte) no es tan solo la caballería, y tiene algunos duelos internos por el control de la persecución, que incluyen intercambios simpáticos. Al final, uno termina eligiendo, escena por escena, quién quiere que salga victorioso, de acuerdo a la posibilidad de que eso genere una escena más explosiva, más vertiginosa, más bayesca. De esa forma, ganamos todos.
Ambulancia. Dirigida por Michael Bay. Estados Unidos, 2022. Movie Montevideo.