En la llamada “guerra del streaming”, Netflix siempre fue vista como una superpotencia invencible, y los demás servicios debían conformarse con coexistir sin agitar las aguas, por miedo a enfurecer a Goliat. Sin embargo, en los últimos meses parece que solamente llovieran piedras.

Esta semana, la empresa anunció que redujo su cantidad de suscriptores por primera vez en más de diez años, algo que, en tiempos de accionistas que buscan maximizar las ganancias, le dio un sacudón en Wall Street. Según CNN, en la mañana del miércoles las acciones de Netflix cayeron 35%, después de una caída de más de 40% a lo largo del año.

En el primer trimestre de 2022, la empresa perdió 200.000 suscriptores de un total de 221 millones. Aunque la cifra de bajas podría considerarse menor, alcanzó para pulverizar las expectativas de crecimiento, que eran de 2,5 millones de usuarios en ese período y que ya había sido considerada modesta. Netflix agregó que espera perder otros dos millones en el trimestre en curso.

Con respecto a los factores de la caída, en su carta a los inversionistas se incluyó la competencia y el intercambio generalizado de contraseñas, además de “factores macro” como “el lento crecimiento económico, el aumento de la inflación, los eventos geopolíticos como la invasión rusa de Ucrania y algunas interrupciones continuas de covid”. La salida de Rusia le costó a Netflix 700.000 suscriptores.

Al mismo tiempo comenzaron los análisis externos. Algunos creen que todo se reduce al contenido. “Netflix sólo tiene que recordar que lo que la hizo tan especial fue que tenía el tipo de contenido y el volumen de contenido que no se podía obtener en ningún otro lugar. Esa es la propuesta de valor a la que deben regresar”, dijo al citado medio Zak Shiakh, vicepresidente de programación de la consultora Magid. Esto dejó de ser sencillo desde que casi todos los grandes estudios elaboraron sus propias plataformas y no están tan dispuestos a engrosar el catálogo de la competencia.

Con respecto al uso compartido de contraseñas, la empresa afirma en el comunicado del martes que se centrará en “la mejor manera de monetizar el intercambio”, además de trabajar en formas de “permitir a los miembros que comparten fuera de su hogar hacerlo de manera fácil y segura, mientras pagan un poco más”.

Irónicamente, hay otra área que podría ayudar a la empresa y que hace pocos años parecía impensable: la publicidad. Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, confesó que se están considerando planes económicos que la incluyan. “Piensen en nosotros como bastante abiertos a ofrecer precios aún más bajos con publicidad”, dijo después de que se conocieran las malas noticias. Estos planes ya existen en Estados Unidos en servicios como Disney, Hulu y HBO Max.

A propósito, las acciones de otras empresas que tienen gran parte de sus negocios en el streaming, como Disney, Warner Bros., Discovery o Paramount, también cayeron. Al ser Netflix el puntal de la industria, se generaron dudas sobre el modelo de negocios.

También están los que aprovechan las aguas turbulentas para hacer ganancias, como el polémico empresario Elon Musk, que culpó al progresismo cultural de lo que le ocurrió a la empresa. “El virus de la mente woke está haciendo que Netflix sea inmirable”, tuiteó el millonario sudafricano, heredero de una fortuna amasada gracias a las minas de esmeraldas. Por woke se refiere a aquella cultura que en los últimos años ha tomado conciencia respecto del racismo, la homofobia y otras actitudes discriminatorias en las sociedades de todo el mundo. Esta actitud “despierta” tendría como contrapartida, para muchos, la obsesión con ser políticamente correcto.

“¿Pueden, por favor, sólo hacer ciencia ficción y fantasía que al menos sea, principalmente, sobre ciencia ficción y fantasía?”, agregó. En la actualidad los antagonistas de la cultura woke afirman que las historias se han cargado de ideología, sin ver el subtexto de obras como la saga de Fundación o lo que representaba la discriminación hacia los mutantes en los cómics de X-Men.

Los usuarios de Netflix, mientras tanto, esperan que ahora el servicio lo piense dos veces antes de cancelar una serie bien recibida, en lugar de aprobar otras cinco que pasarán sin pena ni gloria. Aunque al final terminará mandando el bolsillo, como dijo a CNN el analista de mercado Michael Hewson: “La comida y la electricidad son las prioridades de la gente en este momento, no mirar Stranger Things”.