Hace 21 años una banda multinacional se volvía un inesperado éxito global con su disco debut, de la mano de muy buenas canciones y una personal mezcla de hip hop, rock y música electrónica.
El videoclip se había vuelto uno de los canales principales de difusión de la música pop desde la década del 80 del siglo pasado, así que no era extraño que el grupo basara gran parte de su éxito en sus clips animados.
Lo inusual era que el conjunto no existía fuera de esos clips. Gorillaz era una banda virtual cuyos integrantes habían sido creados por el dibujante Jamie Hewlett, responsable del cómic de culto Tank Girl. La música del grupo era obra de Damon Albarn, hasta ese entonces conocido por ser el vocalista y compositor principal de la banda británica Blur.
En los albores del siglo XXI Gorillaz parecía la banda de sonido ideal para un mundo que comenzaba a adentrarse en la realidad virtual a través de internet. Aunque el concepto de grupo musical ficticio no era para nada nuevo, el proyecto parecía captar como ningún otro el aire de los tiempos. La conjunción de personajes de cómic, el peso de los videoclips y una mezcla musical que reunía las muchas movidas surgidas dentro del pop en los años 90 le daban ese toque extremadamente contemporáneo al proyecto.
Paradójicamente, la idea había nacido como una crítica a la caricaturización extrema en la que había caído el mundo de los videoclips a través del canal MTV, que ya en 2001 estaba dando signos de agotamiento.
Albarn y Hewlett tuvieron la idea de hacer un grupo virtual que fuera un comentario irónico de ese vaciamiento de realidad que aquejaba al pop. Así nació Gorillaz, un grupo “integrado” por el cantante y tecladista 2-D, el bajista y compositor Murdoc Niccals, la guitarrista y experta en artes marciales Noodle y el baterista y MC Russel Hobbs. Jamie Hewlett dibujó a estos personajes y le creó una biografía personal a cada uno, haciéndolos interactuar en una realidad propia –muy similar al mundo de sus cómics– que era a la vez totalmente fantasiosa y muy parecida a la nuestra. La historia de Gorillaz se desarrolló en clips, videojuegos, videos interactivos, cortometrajes, “entrevistas” y sketches en internet y en un libro titulado Rise of The Ogre, en el que se describe la existencia de sus integrantes.
En el inicio el énfasis de Gorillaz estaba puesto en los personajes y en lo visual. En la primera gira del grupo, los músicos “reales” –Albarn incluido– tocaban detrás de una pantalla que proyectaba a los miembros virtuales de Gorillaz. Sin nunca dejar de ser un proyecto conjunto de Hewlett y Albarn, en las siguientes “fases” (así se llamaron los cambios experimentados por el grupo) la imagen y la música fueron tomando caminos complementarios. Los videos siguieron siendo un motor fundamental del proyecto y la parte “virtual” nunca dejó de existir. Pero en vivo el componente visual –sin dejar de tener su importancia– fue dejando de ser el centro de atención, y los músicos “reales” tomaron el mando del escenario. Esa disociación entre el mundo virtual y el real hizo que el proyecto tuviera una larga vida, con la libertad de cambiar de dirección artística las veces que fuera necesario.
Colaboraciones
Blur, la banda que Damon Albarn creó en la década del 80 junto a Graham Coxon, ayudó al renacimiento del toque británico en el rock, especialmente a partir de la llamada “trilogía inglesa”, compuesta por los álbumes Modern Life Is Rubbish (1993), Parklife (1994) y The Great Escape (1995).
El grupo tuvo la inteligencia de darse cuenta de que la movida que había ayudado a crear se había agotado muy rápidamente. En 1997 sorprendieron editando un álbum titulado con el nombre de la banda, con un sonido más despojado y “lo fi”, acercándose a la movida independiente estadounidense. En 1999 fueron más allá para abarcar territorios más experimentales y cercanos a lo electrónico en 13.
Pero Albarn tenía además otras inquietudes artísticas que no encajaban en Blur. Gorillaz le permitió acercarse al hip hop, por ejemplo, y le dio la libertad de trabajar en colaboración con diversos músicos sin estar atado al corsé de una banda de rock.
Una de las influencias musicales más directas de Gorillaz es el colectivo británico Massive Attack, que trabaja en cada uno de sus discos con distintos músicos, invita a diferentes vocalistas para sus canciones y compone en colaboración con diversos artistas. Una manera de trabajar que es muy usual en la música electrónica pero no tanto en una banda de rock como Blur, por ejemplo.
En el primer álbum, de 2001, Albarn llamó a Daniel M Nakamura, más conocido como Dan The Automator, para compartir la producción artística, y el disco cuenta con una lista de colaboradores que incluye al rapero Del The Funky Homosapien, al cantante cubano Ibrahim Ferrer, a la cantante y tecladista Miho Hatori del grupo Cibbo Matto y a los ex Talking Heads Tina Weymouth y Chris Frantz.
Demon Days, el siguiente disco de Gorillaz producido junto a Danger Mouse, editado en 2005, mostraría un proyecto mucho más colectivo y con una lista de invitados aún más amplia (De La Soul, Neneh Cherry, Martina Topley-Bird, Roots Manuva, MF Doom, Ike Turner, entre otros), algo que se haría costumbre en los otros trabajos del proyecto.
Albarn utilizó a Gorillaz como un laboratorio de pruebas en el que juntó a artistas variadísimos, algunos muy consagrados y otros casi desconocidos. Se dio el gusto de trabajar con artistas admirados, haciendo a la vez una especie de resumen de la música pop desde la década de 1970 hasta el presente.
En Plastic Beach, álbum de 2010, se juntaron Lou Reed y Snoop Dog, los exmiembros de The Clash Paul Simonon y Mick Jones con la banda de hip hop De La Soul, y Mos Def con Bobby Womack. En Humanz (2017), los nuevos Kelela, Bobby Brown, Popcaan, Zebra Katz y Vince Staples se combinan con los legendarios Carly Simon, Grace Jones, Jean-Michel Jarré y hasta el exarchienemigo de Albarn Noel Gallagher (Oasis).
Song Machine, Season One: Strange Timez, el disco más reciente de Gorillaz, lleva a formato álbum el proyecto Song Machine, una serie web comenzada a inicios de 2020 que consistió en videos lanzados mensualmente con una canción nueva de la banda virtual junto a distintos invitados. Es una obra en proceso, que planea continuar durante este año con su segunda temporada. En el proyecto (y en el disco) participan nombres como Robert Smith de The Cure, Beck, St Vincent, Fatoumata Diawara, Peter Hook (New Order), Schoolboy Q, Slaves y Elton John, entre muchos otros.
Gorillaz se presentó en Montevideo en diciembre de 2017 en un concierto memorable. Cuatro años y medio después, el proyecto vuelve a tocar en la ciudad en un momento muy distinto del mundo y del país. El concierto, que celebra los diez años del festival Primavera 0, permitirá el reencuentro con uno de los proyectos artísticos más interesantes del pop internacional de las últimas dos décadas, y quizás nos deje recuperar algo de aquella vieja normalidad que dábamos por sentada en 2017.
La torre de Montevideo
El proyecto Gorillaz pareció disparar en Damon Albarn un montón de nuevas inquietudes musicales. Colaboró con artistas africanos en los discos Mali Music (2002, con músicos de Malí) y Kinshasa One Two (2011, con músicos nigerianos). Formó un trío de afro beat y funk con el bajista Flea de Red Hot Chili Peppers y el legendario baterista nigeriano Tony Allen, con quienes editó el álbum Rocket Juice & The Moon en 2006, en el que participa también Erykah Badu. En 2007 armó el grupo The Good, the Bad & the Queen junto al bajista de The Clash Paul Simonon, el guitarrista Simon Tong (The Verve) y Tony Allen, con quienes editó dos discos en 2007 y 2018. Y como si esto fuera poco, compuso las óperas Monkey: Journey to the West, con el director chino Chen Shi-Zheng y su compinche de Gorillaz Jamie Hewlett en 2007 y Dr. Dee en 2012, junto al dramaturgo Rufus Norris.
En medio de esta actividad frenética que incluye siete álbumes con Gorillaz, además de todos los proyectos multimedia del grupo virtual, comenzó una carrera solista que hasta ahora lleva dos discos.
Se ha dicho que la faceta solista de Albarn muestra su lado más melancólico; sin embargo, la melancolía tiñe toda la obra de Gorillaz, por más que se trata de música que se tiende a asociar con lo bailable. Es verdad que en sus dos excelentes álbumes Everyday Robots (2014) y The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows (2021) uno puede ver el costado más calmo y reflexivo de Albarn. También podría decirse que esos álbumes tienen un toque más europeo, menos polirrítmico y más camerístico que sus otros proyectos.
Ambos discos tienen, además, una curiosa relación con Montevideo.
La del primero es más anecdótica. Cuando Albarn visitó Montevideo por primera vez, en 2013, con Blur, quedó encantado con la ciudad, en la que terminó quedándose bastantes días más de lo previsto. El músico describió Montevideo como “familiar y a la vez de otro mundo”. Allí comenzó su fascinación con el Palacio Salvo. Una foto del emblemático edificio montevideano terminó siendo la portada del single adelanto de su primer álbum, el bellísimo tema “Heavy Seas of Love”.
En su segundo trabajo solista, editado el año pasado, Albarn le dedica una canción completa al Salvo. La preciosa “The Tower of Montevideo” mezcla algunos datos de la historia del Palacio con fantasmas reales y metafóricos, en una canción cuya melancolía es muy Albarn y, a la vez, muy montevideana.
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