El sábado abre al público general, luego de tres días de preapertura para prensa y vips, la 59ª Biennale di Venezia, la exposición de arte más importante del mundo. Uruguay está representado por Persona, impactante instalación de Gerardo Goldwasser que, coadyuvado por los curadores Laura Malosetti –crítica e historiadora uruguaya radicada en Buenos Aires– y Pablo Uribe –a su vez artista–, propone una activación de varios de los temas que lo han ocupado a lo largo de su trayectoria. Aparecen por ende la sastrería, oficio familiar que salvó la vida a su abuelo en el campo de concentración de Buchenwald; las prendas como potenciales agentes de opresión y liberación; los enredos de la moda contemporánea; la disciplina y el rigor, entre otros. la diaria preguntó sobre ellos, y más, al artista.
El trabajo que presentás en la Bienal se llama Persona y está conformado por diferentes piezas. ¿Podés explicar cómo está estructurada, de qué va?
La instalación consiste en cuatro obras: dos obras que pertenecen al repertorio de trabajos de estos últimos años, El saludo (una colección de 50 mangas confeccionadas en paño) y Medidas rígidas, una regla de madera y barniz; y dos obras de 2022, Medidas directas (un espejo instalado en la pared y un palet de madera, ubicado en el piso como base del espejo), obra en el acceso del pabellón, y Mesa de corte (18 bobinas de paño y patrones de entretela), instalación de gran formato que a nivel espacial se impone tanto en su extensión como en altura. Las características de estas obras podría decir que son dos: puede entenderse cada obra de forma individual, y también funcionan en conjunto como una instalación con un relato. Las diferentes situaciones de tomar medidas de nuestros cuerpos en la exposición fueron del interés mío y del equipo curatorial.
¿Qué relación tiene con tu obra anterior y tu historia personal?
La relación con mi obra anterior es la presencia permanente y en primer plano de objetos vinculados a la sastrería. Es decir, los dispositivos artísticos se construyen con elementos utilizados por sastres, y pertenecen a diferentes momentos de concepción de indumentarias. Algunos materiales como moldes de tela, dispuestos estratégicamente en sectores, mostrando etapas intermedias de la sastrería, o piezas ya confeccionadas en su etapa final. La relación con mi historia personal la considero constante; el haber concebido con mi padre, por ejemplo, la obra El saludo, una instalación de mangas, o una serie de fotografías de gran formato de la que mi tío fue protagonista. Son dos ejemplos emblemáticos.
¿Cómo fue el proceso de adaptación de la instalación a la realidad del pabellón? Es notorio que pasar de la teoría a la práctica a veces lleva a cambios inesperados.
Tuvo varias etapas. Primero, un relevamiento de diferentes materias primas que pudieran ser el sostén de la obra. La instalación consiste en varios dispositivos con materiales usados en la sastrería. Pero, al formar parte de un discurso artístico, hubo que estudiar cómo adaptar estos materiales a situaciones diferentes a las habituales en los talleres de sastrería. Siguió un período de construcción de un sector de la instalación en Montevideo, que se realizó para comprobar escalas, estabilidad y relaciones con el espacio. Lo que comentás de los imprevistos siempre ocurre, y tratamos de tomar partido y optar por soluciones que aportaran mayor contundencia conceptual al proyecto. No dudamos, con el equipo curatorial, en tomar decisiones que reportaran beneficios múltiples al proyecto. También me parece interesante mencionar, para toda la instalación de Persona, si se observan las diferentes obras que la componen, que el montaje en esta oportunidad, a pesar de estar definido, admite modificaciones sin que el concepto general se altere. Siempre me interesó que los proyectos pudieran tener esta opción, posibilidades que perfectamente pueden ser sugeridas por cualquier persona.
Con respecto al proyecto inicial, vi que se agregó un momento performático, Misure dirette. ¿Cómo se generó y en qué consiste?
Sí, y conectando con tu pregunta anterior creo que viene al caso. La performance o el momento performático se había manejado en los comienzos del proyecto (en la etapa del concurso) y por suerte se pudo concretar, porque es una obra que siempre quise realizar y me pareció muy lindo incorporarla. Consiste en la participación de un sastre en los cuatro primeros días de la exposición, que ofrece tomarle medidas al público. Medidas muy sencillas, las que la gente desee. La idea es que se lleven el recuerdo de una medida tomada de algún sector de su cuerpo en este espacio, dado que la instalación Persona propone, o intenta proponer, miradas sobre las medidas. Hacer partícipe al público me parece una manera de acercamiento, de compartir entre todos los mensajes que pretendemos dejar con la obra. A veces veo la performance también como una mínima visita guiada, con una explicación muy sencilla de mi propuesta. De hecho, en la sastrería los acercamientos entre sastre y personas son una forma de conversación.
Uno de los aspectos más interesantes de tu trabajo es la relación con los uniformes. Por un lado, subrayás ciertos rasgos opresivos de ellos, su poder de eliminar diferencias, subjetividades, pero por el otro ponés en evidencia el sentido de comunidad que refuerzan o incluso su practicidad. ¿Realmente una prenda produce efectos tan encontrados?
Me parece que una prenda en su concepción inicial y en su posterior confección es pensada desde una profesión, un oficio, y es la concreción de un objeto también. Como decía, en el desarrollo de mi trabajo en estos años tuve la oportunidad de ser coautor, con mi padre, que también era sastre, de proyectos de arte. Allí observé de primera mano la concepción, la posterior confección, y el cariño inmenso puesto en todos esos procesos. A esto agregaría que, al estudiar los manuales de sastrería, estos contenidos apuntan a dejar instrucciones para la práctica de un oficio, y allí creo que están las informaciones a la comunidad y toda la parte de practicidad asociada a muchas instancias, como el aprovechamiento de materia prima, incluidos los desperdicios. Toda la información está presentada con explicaciones de fácil comprensión, y con mayor profundidad por momentos, pero siempre claras. Hay dos aspectos que me interesa especialmente llevar adelante en la concepción de la obra final: el respeto por el contenido de estos manuales y las posibles variaciones o los cruces de este contenido hacia la construcción de una obra.
En Francia están en plenas elecciones y, como en tantos países, hoy en día una de las opciones es un nacionalismo neopopulista de derecha. Eso resuena en Persona, que remite, entre otras cosas, a los totalitarismos. ¿Cómo se refleja la contemporaneidad política en tu trabajo, pese a que tu punto de partida se refiere al pasado?
Bueno, mi trabajo, al estar conformado por patrones que identifican al cuerpo, de alguna manera pretende evocar artísticamente algunas situaciones que les pueden ocurrir a las personas. Es decir, los patrones son intervenidos, dependiendo del caso, casi siempre con un segundo elemento que se puede identificar con otra disciplina, o con simples objetos adicionales que “concluyen” la obra. Estos mensajes pretenden dejar más o menos claras algunas posibles denuncias. A pesar de tener un punto de partida, como decís, en el pasado, lamentablemente vemos hoy muchas cosas que se repiten en el tiempo.
La fast fashion, hoy dominante, con su sobreproducción, explotación laboral y aceleración constante contribuye enormemente al desastre ambiental que caracteriza a nuestra época, ejerciendo una violencia. Y uno de tus temas clave es el vínculo entre modos de vestir y violencia. ¿Cómo se conjuga en esta obra?
En la instalación Persona hay algunos criterios que tomé en cuenta y nos interesó con el equipo curatorial enfatizar. Todas las obras tienen, en su instalación visual, además de lo que explicaba en la respuesta anterior, la presencia de la repetición: por ejemplo, las 50 mangas de El saludo, las 18 bobinas de paño y entretela –que a su vez internamente tienen siete mesas de corte– o los 15 pequeños sectores de diez centímetros cada uno de barnices sobre una regla. Todos estos pequeños gestos, para mí, intentan reflexionar sobre aspectos de sobreproducción, de acumulación, de situaciones que, en definitiva, son de una gran presión y violencia.
¿Pensás que hay un déficit de reflexión en torno a cómo nos vestimos?
Me parece que cómo nos vestimos, finalmente, es con lo que podemos vestirnos. Cuando era chico, con mi hermano, le preguntábamos a mi padre qué íbamos a almorzar y nos contestaba “vamos a comer lo que hay arriba de la mesa”.
Estás en Venecia desde hace un mes. Aunque estén todavía en montaje, ¿pudiste vichar algo de los otros pabellones que te haya llamado la atención?
Hasta el día de hoy no pude vichar mucho, nosotros llegamos un mes antes y eran un desierto la ciudad y la bienal. Ahora que estamos cerca de la apertura hay grandes movimientos, pero lo que vi es que se trabajó y se trabaja un poco a puertas cerradas, salvo las intervenciones en los espacios de los Giardini, al aire libre.
¿Qué te pareció la ciudad? ¿Hay algo que te impresionó especialmente?
Yo había estado en Venecia hace bastante, de visita, cuando viví un tiempo en Francia. Hoy, con todo este tiempo de trabajo y habiendo visto más, puedo decir que es una ciudad increíble. Lo que me parece es que muchos momentos que vivís, incluso los más simples, como tener que sostenerte en el vaporetto por su balanceo, te ponen en un estado de observación muy especial. La luz de la ciudad es increíble, sobre todo en la noche todo parece tener un clima, una atmósfera única, como si fuera una gran escenografía. Sólo pensar que te trasladás en barca en tu vida cotidiana es muy especial. La gente con nosotros ha sido maravillosa, muy amable. Me impresionó cómo las palomas se instalan en tu mesa en el café, ¡y a veces son muchas!