Este martes el teatro Solís será el escenario de un estreno absoluto. Una ópera tango que ficcionaliza una historia de la vida de Carlos Gardel, enmarcada en el mundo del radioteatro y la fonoplatea. A diferencia de otros títulos de la temporada lírica, sus responsables no se encuentran en dibujos de los libros de historia, sino del otro lado de la mesa de un café de la Ciudad Vieja.

Camille. Una historia de Gardel es una ópera tango que comenzó con una idea de Santiago Gutiérrez, quien incorporó a Gonzalo Goyeneche. Martín Jorge vio su potencial y sumó a Florencia Caballero Bianchi para ponerla en escena. De este recorrido conversaron con la diaria.

Gutiérrez trabajaba con la Orquesta Juvenil del Sodre, y tenían “una pequeña costilla” que era Atípica Tango Band. “Era un proyecto en el cual las cuerdas, algunas maderas y un corno tocábamos tango con un perfil uruguayo”, recordó. “Eso me implicó escribir para ellos y componer para ellos. Y en un momento se nos ocurrió con Ariel Britos [fundador de la Juvenil] hacer una ópera uruguaya”.

“Quedó en una idea que siguió picando, hasta que en 2010 fallece mi padre, que era un gran gardeliano. Yo ya estaba dentro del tango, un tango más aggiornado, con instrumentos de la orquesta, pero ahí entró [Carlos] Gardel en escena y se cerró la idea. Era una especie de catarsis, de acercamiento a una pérdida, de canalizar las ideas que tenía de componer cosas sueltas, y buscarles un hilo conductor. Un trabajo de hormiga que cada cierto tiempo quedaba encajonado, hasta que necesité un guionista que pusiera orden”.

Ese guionista fue Goyeneche, con quien se pusieron a trabajar en conjunto hace diez años. “Me encontré con música y con una idea”, explicó. “Que venga Santiago, que es un músico formidable y muy creativo, con una propuesta de ese calibre y con una base... No había manera de decirle que no. Y resalto de esa época el cruce de laburo con él. Eso fue fantástico, porque hubo momentos de distinta intensidad, pero íbamos a la par”.

“Yo escribía escenas, él escribía música. De repente mi escena iba hacia un lado en el que Santiago tenía que escribir una música nueva, y a la inversa. Él escribía música que desembocaba en que la historia cambiaba de plano o de camino, y así la fuimos construyendo. Esa parte fue la más enriquecedora de todas”.

Así se fue armando esta historia de tango, que para Gutiérrez es mucho más que un estilo musical: “Somos tango. Tenemos la tristeza del tango, la nostalgia, la melancolía”. Y profundiza: “La idea era reconocer en Gardel lo que nos pasa en Uruguay y en el Río de la Plata. En Brasil está el samba; hablan cantando. Y nosotros hablamos en una forma muy tanguera. Camille reflexiona sobre eso”.

“En pocos meses llegamos a culminar el proyecto”, agregó. “Lo encajonamos un par de años más y empecé a ofrecerlo”. Claro que no era sencillo convencer con la música en papel; era “como vender un cuadro en un celular”. Así que le pidió prestada la Orquesta Juvenil a Ariel y grabó un demo de la ópera, con el que fue entusiasmando gente.

En ese momento entra Martín Jorge, director de la Banda Sinfónica de Montevideo y director artístico de la Ópera del Teatro Solís. “Me acerqué con esto, primero con una consulta, como diciendo ‘¿qué te parece, sigo tocando puertas o no?’. Nunca pensé que me iba a dar una propuesta. Si bien cruzaba por mi mente, era medio lejano el hecho de concretarlo nada menos que en la temporada lírica. Pero una vez que entregué el material, creo que la obra se defendió por sí misma”.

“Me pareció que había potencial para llevar la obra adelante, que surge de esa combinación entre la palabra y lo musical”, dice Jorge. “En la partitura encontraba mucho de lo que es Santiago como músico, de su experiencia de vida en los ámbitos de música académica y de música popular. La obra transita todos esos lenguajes y logra no un híbrido sino una fusión. A mí me parecía que era lo interesante, porque más allá del título o cómo la rotulen, se nuclea realmente en la tradición de ópera del teatro musical. También tiene, en su concepción, mucho de la comedia musical como estilo, tiene mucho teatro aparte de lo musical. Me parecía que venía bien para lo que, desde la concepción de teatro lírico del teatro Solís, se trata de explorar, que es una visión más amplia. Y no se me ocurre otra obra que combine tantos elementos”.

Restaba decidir cuándo se programaría la obra, que sufrió los retrasos de la pandemia. Este año se pensó para octubre, pero luego Jorge consideró que debía ir enseguida del estreno de la temporada lírica, lo que aceleró los tiempos. En paralelo, Jorge conoció a Florencia Caballero Bianchi, quien además de obras propias había realizado asistencias en el Solís. “Vimos su potencial de trabajo, conoció los equipos que estaban funcionando y en un momento le dijimos ‘está este proyecto, que tiene todas estas dificultades, no por el proyecto sino para llevarlo adelante. ¿Podemos?’. Y me dijo ‘sí, y hay estos caminos que podemos transitar’. Bueno, empecemos a transitarlos”.

“Yo le había planteado a Martín mis inquietudes con respecto a experimentar un poco más desde la dirección, si surgía en algún momento alguna oportunidad de hacerlo”, sumó Caballero Bianchi. “Yo vengo del teatro y no del mundo de la música. Los espectáculos líricos son un gran captador de todos los lenguajes artísticos a la vez, y por lo tanto tienen un desafío muy importante a la hora de ser puestos en escena. Porque son muchas las cosas que hay que tener en cuenta y muchas las cabezas creativas que tienen que colaborar, a la vez, para que todo salga adelante”.

Camille le llegó en marzo de este año “como un gigantesco desafío para llevar a cabo, en un formato bien especial que es un semistage. Tiene a toda la Banda Sinfónica sobre el escenario, y por lo tanto el espacio escénico necesita sufrir modificaciones para poder hacer la obra y que funcione. Con un aporte muy importante del maestro [Martín Jorge] llegamos a la idea base que estamos desarrollando y que vamos a estrenar”.

“Es muy importante exprimir hasta la última gota del material que existe. Hubo reescrituras, eso es propio de los procesos de las puestas en escena. Teníamos que agregar un marco a lo que estábamos haciendo, porque el formato al que lo llevamos es una hipótesis de representación que tiene que ver con un radioteatro en una fonoplatea. Para enmarcarlo hubo que generar material de texto, el programa de radio en el que se hace la pieza. La historia alrededor de la historia. El proceso de Camille propone una metateatralidad constante, y en un momento fue decir ‘si vamos a trabajar con la metateatralidad, trabajémosla a fondo’. Le pongo otra obra más alrededor de todas las que ya existen”. También salía cada vez con más fuerza el material humorístico de la pieza, para el cual el formato de la fonoplatea “se presta mucho”.

La directora también destacó el trabajo con un grupo grande de producción. “Lo que más me maravilla de los espectáculos escénicos de esta magnitud es la cantidad de gente que hay trabajando para que las cosas sucedan”, incluyendo diseño y producción de vestuario, diseño y producción de escenografía, utilería, etcétera. “Las artes escénicas son muy colectivas, pero no sé si la gente tiene la noción real de cuán colectivas son”. Y agregó el trabajo “impresionante” de los actores y actrices de la Comedia Nacional, con ensayos cortos que “tienen mucho que ver con ir resolviendo la escena a partir de la configuración del espacio”.

Este martes será un día muy especial para los autores. “Es increíble que este proceso termine en el teatro Solís, con Florencia, con el maestro, con la Comedia Nacional, con la Banda Sinfónica. Es todo emoción”, expresó Goyeneche. Gutiérrez acotó: “No tengo otras palabras, es un sueño. La gente va a disfrutar, no me caben dudas, porque nosotros soltamos la obra y quedó en las mejores manos posibles”.

“Se puede”

“Vale la pena estimular a los nuevos creativos y decir: ‘las obras se pueden hacer’. No todo se puede, o sea, la obra en su concepción tiene que probar cierto valor para que nos permita llevarla adelante desde la mirada pública, y creo que esta obra lo tiene”, reflexionó Jorge. “Creo que no sólo es un incentivo a Santiago o a Gonzalo como creadores, sino a otra gente. Se hacen. Se puede. Tendrá distintos procesos, pero en la mirada más amplia de una temporada lírica hay un espacio para los creadores nacionales y para que creen con libertad. Alguien podrá decir ‘a esto le puede faltar lírica’ o ‘esto no tiene suficiente comedia musical’, pero es la obra que crearon de esta fusión de experiencias personales y lenguajes musicales. Y nuestro trabajo es servirla, con los recursos que tenemos, lo mejor que podamos”.

Camille. Una historia de Gardel. con música de Santiago Gutiérrez y guion de Gonzalo Goyeneche. Dirección musical de Martín Jorge. Dirección de escena de Florencia Caballero Bianchi. Martes a las 20.00 y domingo 5 de junio a las 19.30. Teatro Solís. Entradas en venta a $ 450 en Tickantel.