El artista conceptual Maurizio Cattelan fue noticia en 2019 al presentar su obra “Comediante”, que consistía en tres bananas pegadas a la pared con cinta pato. Dos de ellas fueron compradas por 120.000 dólares y otra fue comida por un performer y reemplazada poco tiempo después. Pero este italiano de 62 años lleva décadas utilizando sus esculturas y otras expresiones artísticas para provocar al público.

Su regreso a los titulares de prensa se debió a un asunto judicial que inquietó al mundo del arte por las ramificaciones que hubiera tenido un fallo negativo. Es que el escultor francés Daniel Druet, quien elaboró, bajo instrucciones de Cattelan, las figuras de cera que conforman varias de sus obras más conocidas, reclamaba 4,5 millones de euros por concepto de derechos de autor.

El reclamo habría “abierto la puerta a la descalificación del arte conceptual”, afirmaron más de 60 galeristas y coleccionistas firmantes de una solicitada publicada en Le Monde en mayo. Emmanuel Perrotin, uno de los galeristas demandados por Druet, dijo que si el escultor ganara, “todos los artistas serían denunciados y sería el fin del arte conceptual en Francia”.

Finalmente, la tercera cámara del Tribunal Judicial de París desestimó la demanda de Druet, quien tiene buena reputación entre los expertos por sus figuras hiperrealistas, pero es desconocido más allá de ese círculo. La sentencia no sólo declara inadmisibles las demandas, sino que condena a Druet a pagar 20.000 euros como compensación por gastos del juicio a dos de las partes demandadas: la Galería Perrotin y el Museo de la Moneda de París. La primera había encargado las figuras en nombre de Cattelan y la segunda expuso una retrospectiva del artista sin incluir el nombre del escultor.

Pierre-Olivier Sur, abogado defensor de Perrotin, dijo que la sentencia tiene una gran importancia porque sienta jurisprudencia. “Por primera vez los jueces han definido en derecho lo que es el arte conceptual y han sacado las consecuencias jurídicas sobre quién es el autor”, declaró a la prensa.

En su texto, los magistrados de la sección especializada en propiedad intelectual que asumieron el caso indicaron que este tipo de arte no se limita a las figuras en sí, sino a la “puesta en escena” de la obra. La instalación del conjunto, y no los elementos individuales de este. “No se discute que las directivas precisas de puesta en escena de las figuras de cera en una configuración específica, sobre todo en lo que se refiere a su posicionamiento en el seno de los espacios de exposición con la intención de jugar con las emociones del público (sorpresa, empatía, diversión, repulsión, etcétera), sólo emanan de él”, dice el fallo, en referencia a Cattelan.

“Daniel Druet no es capaz, ni buscaba hacerlo, de arrogarse la menor participación en las decisiones relativas al dispositivo escénico de puesta en situación de dichas efigies (elección del edificio y de la dimensión de las salas que acogen a un determinado personaje, dirección de la mirada, iluminación, incluso destrucción de una ventana o del parqué para hacer más realista la puesta en escena y más llamativa), o sobre el contenido del eventual mensaje que se busca transmitir con dicha puesta en escena”.

Cattelan ha reconocido en numerosas oportunidades que no sabe pintar ni esculpir. Y el francés, que colaboró con él entre 1999 y 2006, fue quien elaboró hasta nueve piezas encargadas por el artista, dos de ellas fundamentales para la consolidación de su fama: “La Nona Ora”, que muestra al papa Juan Pablo II aplastado por un meteorito, y “Him”, que representa a Hitler arrodillado y rezando. La idea y las instrucciones vinieron del italiano, pero Druet había calificado a estas últimas de “vagas”.

Plata no

Mientras tanto, Cattelan enfrenta otro juicio, ya que la Justicia de Miami dictaminó en los últimos días que el artista estadounidense Joe Morford puede tomar acciones legales contra el italiano, precisamente por la famosa obra “Comediante”.

Según Morford, esa creación infringe los derechos de autor de “Banana & Orange”, obra de su autoría. Y el fallo indica que “Morford puede reclamar cierto grado de protección de derechos de autor en la ‘selección, coordinación [y] arreglo’ de estos elementos que de otro modo no podrían protegerse”. Ante la Justicia se presentaron fotografías de ese trabajo, que consistía en una naranja pegada con cinta adhesiva y una banana también fijada a la pared.

“La pregunta de si una banana pegada a una pared puede ser arte es más metafísica que legal. Pero la pregunta lega ante el tribunal podría ser igual de difícil: ¿Alegó con suficiencia Morford que la banana de Cattelan infringe su banana?”, dice el dictamen del juez Robert Scola. “Banana & Orange” fue registrada en la oficina de derechos de autor en 2000 y era accesible desde diferentes redes sociales, aunque los abogados de Cattelan alegan que eso no es suficiente para construir un caso firme.

En esta primera etapa, la Justicia identificó una “similitud sustancial” entre ambas obras, y lo hizo mediante un análisis técnico que parece salido de la mente del italiano. “En ambas obras, una sola pieza de cinta plateada corre hacia arriba y de izquierda a derecha en ángulo, fijando a la pared una banana amarilla centrada, colocada hacia abajo y de izquierda a derecha. En ambos trabajos, la banana y la cinta se cruzan aproximadamente en los puntos medios de cada una, aunque la cinta está menos centrada en la banana en el trabajo de Morford que en ‘Comedian’”.