Montevideo es la única ciudad no argentina en la que tocaron los Redondos y la única en la que cantó el Indio Solari como solista. Este sábado regresa a la ciudad su banda, 17 años después de la última visita. En ese tiempo grabaron cuatro discos más y se adaptaron a los problemas de la vida: su líder, que batalla con “Míster Parkinson”, como llama a su enfermedad, sin perder la elegancia ni la laboriosidad, suele cantar algunas canciones desde la virtualidad de hologramas o pantallas gigantes mientras la banda preserva su lugar vacío en el centro del escenario.

Gaspar Benegas, que aprendió a tocar la guitarra con “Ella debe estar tan linda” de los Redondos y años después tocaría el primer riff de la primera canción del primer toque del Indio, está sentado junto a Baltasar Comotto, de lentes negros, flacura rockera y amplia trayectoria. Son los dos guitarristas de la banda, que están en Montevideo para hablar de lo que sucederá el sábado y del camino que los trajo hasta acá.

¿Qué recuerdan del toque de 2005? Los que estábamos en el público no olvidamos el barro del Velódromo y la ropa negra, inutilizada para siempre…

BC: Fue memorable, el tercer show que hicimos con el Indio, cuando se estaba armando todo lo que luego permitió hacer más discos y más shows. Lo recuerdo con mucho cariño: llovió todo el día y cuando salimos a tocar paró de llover. El repertorio estuvo buenísimo, con una versión de “La piba de Blockbuster”, que cantó Déborah Dixon y anda por YouTube, y otra de “Ciudad Baigón”, que nunca más la tocamos.

El antecedente inmediato es el toque de agosto en San Luis. ¿Cuán parecido será el repertorio de este sábado?

GB: En San Luis la puesta en escena fue impactante y ese show megagigante es el que traemos acá. Se llama Rock & Roll, la lista está basada en eso y la estética también. Es lo que representamos y defendemos, esa cultura de rocanrol. El repertorio lo vamos mejorando a medida que ahondamos en el concepto.

Quizá los músicos involucrados desde adentro en las canciones del Indio puedan explicar por qué tantas de esas canciones resultan conmovedoras musicalmente, más allá de las letras.

GB: Con la música hay que emocionar, y con la poesía también. Así como cada uno recibe las letras del Indio con una apertura que permite entenderlas de muchas maneras, con la música es igual. Las músicas son maravillosas, tienen momentos instrumentales largos, que son paisajes musicales: eso como músico te divierte mucho, no es como en esas bandas en las que sólo acompañás. Hay solos de varios instrumentos que tienen su momento de brillar. Además hay temas en los que cantamos muchos en la misma canción y el protagonismo va de uno a otro. Debe ser divertido verlo y es divertido para nosotros.

¿Hay algo especial en esas capas superpuestas que suelen aparecen, por ejemplo, en el diálogo entre las dos guitarras que tocan ustedes?

BC: Sí, en todos los temas hay una impronta del Indio en cómo se entrelazan las guitarras y también los teclados. Está pensado para lograr un efecto, para conmover. Ese lenguaje musical es como un lenguaje lírico, es muy propio. Nosotros estamos al servicio de eso. Siempre descubrís cosas en su repertorio; te resuenan las letras o las melodías, pero también las contramelodías. Es un artista que tiene muchas ocurrencias melódicas. Siempre estás descubriendo y disfrutando con el Indio, porque en las canciones hay mucha información.

Después de todo este tiempo, ¿hay algo que les siga sorprendiendo del Indio como compositor?

GB: No tiene un método. Cuando nos juntamos siempre está en juego la música, no se sabe qué va a pasar, es un juego abierto, con la inocencia suficiente para que cuando viene un músico pueda proponer y montarse sobre la idea. Si él escucha algo que le gusta, está bueno… ¡te empieza a producir el Indio! Saca lo mejor de vos. Pero no es que haya un método. Un día te deja que hagas lo que quieras y otro día te dice “hacé exactamente esto”.

En el camino musical de los Redondos hay una trayectoria que en algún sentido va hacia el sonido de los dos últimos discos. En los discos del Indio solista, ¿identifican una evolución musical hacia algún lugar determinado?

BC: No, cada disco tiene su personalidad en el sonido y en las letras, que son distintas a las de los Redondos. Son cinco discos que se desarrollaron de forma distinta. Como decía Gaspar, sin metodología. Son búsquedas del Indio en esa selva sonora que desarrolla en su estudio, que hicieron que los discos tengan temáticas y tecnologías diferentes.

Denme alguna pista sobre las canciones más nuevas. ¿Quizá anuncian un nuevo disco?

GB: Hemos hecho varias canciones y estamos trabajando en otras. Las ya estrenadas en vivo seguramente no las pondrá el Indio en un nuevo disco. Él está haciendo música todo el tiempo, con el Cantante Tímido, con un nuevo proyecto que se llama Los Marsupiales Extintos… es una máquina de crear. Y los Fundamentalistas estuvimos haciendo la experiencia de ir y grabar todos juntos. En los últimos conciertos estrenamos temas en vivo y es un momento raro, con todo el estadio quieto, escuchando, a diferencia del resto del show, en que saben todas las letras y cantan hasta los solos [risas]. Por eso decidimos que los próximos temas no los vamos a estrenar en vivo.

Me da curiosidad si tienen una canción preferida

BC: De los Redondos me gusta mucho “Salando las heridas”, y del Indio, “Martinis y tafiroles”. Me trae recuerdos de Porco Rex.

GB: “Pabellón Séptimo”. La empecé a tocar con mi banda [el trío La Mono], al punto que me gritan “¡No toques más Pabellón!” [risas]. Los aburrí.

Si no fuera obligatorio cerrar con “Jijiji”, que no siempre lo fue, ¿con cuál elegirían terminar?

BC: [A Gaspar] ¿“Todo un palo”?

GB: ¡Sí! Cerramos con esa en Europa, con la gente no tan habituada a que cierre “Jijiji”.

Ah, ahí dieron un paso hacia lo prohibido.

GB: Sí, aunque la primera vez no nos animamos: en Barcelona pidieron otra, pero nosotros seguimos la norma: “Se acabó”. Y charlándolo después dijimos: “Toquemos otro tema”. Y ahí fue “Todo un palo” cantado por Luciana [Palacios]. Un tema largo, que tiene fuerza, es emotivo, tiene solos de viola, como para sacarles las ganas de seguir escuchando otro bis (risas).

¿Y alguna que los haya conmovido mientras la tocaban?

BC: Un montón. Muchas veces se nos cae un lagrimón. Puede ser “To beef or not to beef”, porque uno tiene parientes en otros lados.

GB: Pablito Sbaraglia es el que más llora en los shows [risas]. Cuando hicimos “To beef” en Europa, todo el mundo estaba llorando con el tema, y él también se conmovió porque vivió en España. Allá los que no nos conocían y cayeron de paracaidistas no podían creer la efusividad del público en esos cinco shows en España.

Es casi incomprensible fuera del Río de la Plata, quizá por la popularidad lograda desde una música y una poética tan distinta a la que parece hecha para lo masivo, ¿no? Es más fácil imaginar a los Redondos como una banda de culto, que alguien te diga: “Mirá qué bueno este grupo, es un pelado con letras raras”. Y sin embargo…

GB: Es que lo que pasó con los Redondos no hay nada que lo explique. Vamos a los lugares a los que fueron los Redondos, y ahora van diez veces más personas. También es inexplicable lo de los Fundamentalistas cantando sin el Indio. No sabemos a qué se debe el éxito, yo no sé y nadie sabe qué sucedió ahí. Pero es una magia y en los conciertos se siente mucho. Hay una mística que va más allá de letra y música, está en la energía de las canciones.

Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado presentan su espectáculo Rock & Roll este sábado 24 en el Velódromo Municipal. Las puertas se abren a las 17.00 y el espectáculo comienza a las 20.30. Entradas a $ 1.590 en Redtickets.