En los pisos 4 y 5 del museo Gurvich se puede recorrer la muestra Siempre con nosotros, una exposición curada por Royce W Smith, con obras de Avi Sabah (Israel, 1977), Pedro Tyler (Uruguay, 1975) y José Gurvich (Lituania, 1927-1974, Estados Unidos).
En la sala impera el blanco. Las obras se nos presentan como sutiles incrustaciones con un tono lúdico e inocente, al mismo tiempo que melancólico y estático. Los trabajos seleccionados de estos tres artistas consiguen generar un diálogo en contrapunto en el que predomina una suerte de mirada cándida desde la adultez sobre la violencia y la migración.
Esta es una muestra sobre el juego como refugio. La capacidad que tienen lo lúdico, la imaginación y la creatividad de los niños para incorporar elementos de la vida cotidiana, hasta los más terribles, y revestirlos y resignificarlos a través del juego. Así, el juego se convierte en una estrategia de supervivencia, que les permite abstraerse de la realidad, conservar su inocencia y protegerlos. Al mismo tiempo, la exposición pone de manifiesto la cruenta realidad que viven los niños en las zonas y tiempos de guerra, tal como sucede actualmente con los conflictos entre Israel y Palestina o Ucrania y Rusia, o como lo vivió el mismo Gurvich con la Segunda Guerra Mundial.
De igual manera, Siempre con nosotros habla de la migración y los desplazamientos humanos. Avi Sabah es un artista de origen israelí que vive en Portugal. Pedro Tyler es un artista uruguayo que desde hace años reside en Chile. Y José Gurvich nació en el seno de una familia judía en Lituania y migró a Uruguay cuando era niño; luego pasó varios períodos en Israel. Asimismo, el curador, Royce W Smith, es estadounidense, pero ha vivido largas temporadas en Paraguay, Cuba y Australia. Más allá de sus diferentes orígenes, tradiciones y costumbres, así como de la distancia temporal respecto de Gurvich, las obras de los tres artistas parecen tener un lenguaje común y sirven de testimonio de los diálogos creativos transatlánticos, si bien cada uno conserva su propio idiolecto.
Las acuarelas y los dibujos de Avi Sabah combinan la tristeza, el dolor, la angustia y la soledad en un clima onírico, que a veces se torna perturbador y terrorífico. En sus distintas series, compone espacios y escenas en los que el paralelismo psicocósmico tiene un lugar privilegiado, donde los bosques, las nubes y el humo se vuelven figuras omnipresentes que adoptan formas humanas por momentos. Estas escenas dicen tanto como callan, hay en ellas una cierta sustancia inasible que la sentimos, pero no podemos ponerla en palabras.
Por su parte, en las obras de Pedro Tyler predomina el juego y la memoria. Se trata de un juego matizado con dolor y tristeza, al mismo tiempo que con guerra y violencia. Los objetos y construcciones a partir de muebles viejos, pedazos de mármol o materiales cotidianos nos remiten a lo originario y primigenio, así como a una realidad fragmentada, precaria y frágil. Pero lo que podría ser un juguete anodino es resignificado con imágenes militares, fusiles y rifles dibujados con la punta de plomo de las balas; así como en la incorporación de muñecos armados y soldaditos de juguete. De esta forma, Tyler acusa los desequilibrios y asimetrías: mármol y plomo, guerra y vida doméstica.
En este marco, las obras de José Gurvich, creadas en otro tiempo, nos ofrecen una mirada afectiva e inocente sobre las relaciones humanas y la vida: la pareja, la hermandad, el juego y la infancia. De manera curiosa, estas obras estratégicamente seleccionadas resuenan de forma indirecta en los trabajos de Sabah y Tyler.
Tal como señala el curador, “En un mundo de perturbadoras tendencias nacionalistas y xenófobas, Siempre con nosotros es una exposición que contrarresta esa cerrazón y nos recuerda que la contemporaneidad es una función de la interacción e integración intercultural, trabajando juntos para entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás”.
La muestra decide poner el foco sobre los puntos de encuentro, sin por ello desdibujar las diferencias, y hace hincapié en la condición humana, en la vivencia de la infancia en épocas de conflicto, en la violencia y en los procesos migratorios que viven miles de personas sin importar de qué lado del mapa estén. En un momento en el que la capacidad de convivencia se resquebraja por doquier, una exposición que nos recuerda el valor y la inocencia de la vida y las emociones humanas no es poca cosa.
Siempre con nosotros en el museo Gurvich, de lunes a viernes de 10.00 a 18.00 y sábados de 11.00 a 15.00 horas, hasta el 10 de noviembre. Entrada general $ 220, jubilados y estudiantes $ 110, menores de 12 años gratis, martes entrada libre sólo para residentes en Uruguay, afiliados a ICOM gratis, tarjeta Montevideo Libre gratis, Antel 2 x 1.