El martes, en la Sala Cantegril de Punta del Este, en el marco del Festival Internacional de Cine, será el estreno mundial de la docuficción La versión de Anita, de Luca Criscenti, una producción de Brasil e Italia que incluye varias escenas rodadas en Uruguay.

La Anita del título es Anita Garibaldi (1821-1849), mujer relegada por la historia al escueto papel de ser simplemente la esposa de Giuseppe Garibaldi, y que en esta película ofrece su versión, que confronta a historiadores y relatos más o menos oficiales para iluminar su importancia en varios movimientos revolucionarios de América del Sur y Europa.

En mayo de 2022, en ocasión de encontrarse filmando en nuestro país, Criscenti contó a la diaria el objetivo de este largometraje. “Anita fue víctima de la gran popularidad de Garibaldi. Hoy en día, si ponés su nombre en el buscador de internet, lo primero que encontrás es que fue su esposa. La idea es dar vuelta este punto de vista, mostrando a Anita como un personaje interesante e importante, independientemente de la figura de su marido”.

Para eso, la película decide poner a Anita como sujeto de su propio reclamo de protagonismo, y la presenta encarnada por la actriz Flaminia Cuzzoli. Todo comienza con la recreación de una escena de su vida en el siglo XIX, pero luego se pone de manifiesto el artificio principal de la historia: Anita (Cuzzoli) se pasea por sitios significativos de Brasil, Uruguay e Italia, contándonos lo que verdaderamente ocurrió.

Vestida de campera de cuero, ocasionalmente usando lentes negros e incluso conduciendo un automóvil moderno, nos lleva de manera sumamente ordenada por los diferentes episodios de su vida. No hay una explicación de su presencia ni de la de Garibaldi, que aparece en contadas ocasiones, sin opacarla. Anita está entre nosotros y el cómo es lo menos importante. Lo que importa es que este recurso es bien aprovechado para que ella se enfrente a cada uno de los fragmentos de su leyenda, muchos de los que, tal como los rumores sobre la muerte de Mark Twain, han sido muy exagerados.

En palabras de Criscenti, la revisión histórica permitió descubrir “una figura de mujer combativa, con una personalidad fuerte y totalmente autónoma en la manera de pensar. Una mujer capaz de enfrentarse a las convenciones de su tiempo, rechazando al marido que le habían impuesto a los 14 años. Una mujer que eligió la libertad, más allá de las convenciones de la época, y también eligió la libertad fuera de las fronteras”.

Ese camino comenzó en su ciudad natal de Laguna, en Santa Catarina, retratada con gran belleza por las cámaras del documental, así como cada una de las locaciones, que podrían ser tranquilamente escenas de videos que buscan la promoción del turismo. Las caminatas de la actriz se intercalan con testimonios de historiadores y con una entrevista radial, que hace las veces de hilo conductor, en la que ella se encarga de desactivar mucho de lo que se dijo sobre su vida –y también sobre su muerte, que tuvo su propia leyenda negra–.

Es que la relación con Garibaldi y cómo este fue usado o despreciado por diferentes regímenes tiene mucho que ver con la forma en que ella fue usada. Cuando se lo demonizaba, se llegó a acusarlo de haberla asesinado, cuando en esta versión se muestra una relación de amor bastante moderna para su época. Más adelante, cuando él se convierte en padre de la patria italiana, “se normaliza la figura de Anita y para la historia se vuelve una mujer buena, una buena madre, una ama de casa”, en palabras de Criscenti.

La historia lleva a los Garibaldi de Brasil a Uruguay, donde se establecieron y agrandaron la familia. “Montevideo es la ciudad en donde se creó la imagen de Anita como ama de casa. Que seguramente era cierto en parte, porque tuvo cuatro hijos, pero ella también participó, por ejemplo, en la batalla de San Antonio de Salto”.

El tramo final del documental transcurre en Italia, y la forma en que sobrevuela la compleja historia de su independencia podría resultar menos interesante, pero a esa altura estaremos prendidos (y prendados) de la figura de Anita, además de que las circunstancias de su vida se asemejan a las de una película de acción. Se filmaron varias, y sus detalles también son contrastados con la versión de la protagonista.

Para el final queda la forma en que incluso el fascismo estiró la realidad como un chicle para aferrarse a la figura de una mujer autónoma, combatiente e internacionalista, cuando el régimen era en realidad hipernacionalista y pregonaba que la mujer debía quedarse en casa cuidando a los hijos.

Ágil, muy ordenada, y con una decisión narrativa nada caprichosa, La versión de Anita entretiene y de paso trae un fragmento de nuestra historia que (como de costumbre) también necesitaría de muchas personas resucitando y contando qué fue lo que realmente ocurrió.

La versión de Anita, de Luca Criscenti, con Flaminia Cuzzoli. Se exhibe el martes 7 de febrero a las 18.00 en la Sala Cantegril de Punta del Este.