El miércoles, la presidenta de la Asamblea General, Beatriz Argimón, recibirá un cuadro del artista plástico uruguayo radicado en Francia José Gamarra (Tacuarembó, 1934), en carácter de donación al Poder Legislativo. El hecho coincide con la exposición Antología: José Gamarra que se inauguró el pasado jueves en la sala 5 del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) y que permanecerá hasta el 21 de mayo.

La muestra recorre casi ocho décadas de la obra del artista, con quien el MNAV “estaba en deuda”, según expresa su director, Enrique Aguerre, en el catálogo oficial. “Durante todos estos años no se le había organizado una muestra individual” en las instalaciones del museo, aunque en 2014 el Ministerio de Educación y Cultura lo había reconocido dándole su nombre al 56º Premio Nacional de Artes Visuales.

“Seguíamos sin poder acceder a una obra que a partir de 1963 se desarrolló en Francia, donde Gamarra se radicó definitivamente, aunque nunca dejó de tener profundos lazos con nuestro continente y, en especial, con Uruguay”, agrega el director. También destaca la donación de una treintena de obras del artista en 2021, que califica como “un gesto de extrema generosidad”. Esas piezas “nutren significativamente el acervo de la institución y, por ende, el patrimonio artístico de nuestra nación. La relación del artista con Uruguay es profunda y se renueva, fortaleciéndose por medio de acciones altruistas como esta”. La exposición antológica, entonces, salda la deuda “en forma parcial”, pero promete ser el comienzo de “un acercamiento más profundo”.

En la obra de Gamarra es evidente la preocupación por lo que sucede en América Latina. Tal como afirma Heber Perdigón en ese mismo catálogo, “Sus selvas han sido visitadas por nuevos conquistadores que borran con lanzallamas el arcoíris y reemplazan el majestuoso cóndor por helicópteros”. La visión está cargada de política. “Gamarra aborda temas como la guerra, el pasado y el presente de América Latina, la agresión a la naturaleza, la transformación de la naturaleza, la condición del indígena. Esos temas lo inspiran y alimentan la creatividad de su obra”, agrega.

Palabra de artista

En conversación con la diaria, Gamarra reflexionó sobre el homenaje doble de estos días, entre el Parlamento y una muestra que estaba originalmente prevista para 2022. “Me siento muy orgulloso. Finalmente se ha podido hacer y la recepción es increíble”, dice.

José Gamarra se mudó a San Pablo a comienzos de los 60, y en 1963 se radicó en Francia. “Mi ida a Brasil fue muy importante, porque fue la base de todo un desarrollo posterior de mi arte. Brasil me sirvió como trampolín para después poder desarrollar todo eso en Francia”, recuerda. De todos modos, mantuvo a Uruguay siempre presente, en la medida de las posibilidades.

“Traté de que la relación siempre estuviera viva. Viniendo siempre que se podía, porque hubo un momento en el que no pude venir porque no tenía pasaporte. Podía andar por otros lados, pero no podía llegar a Uruguay”. Perdigón, presente durante la entrevista, explicó: “La embajada de Uruguay en Francia le había sacado el pasaporte. Gamarra no era refugiado, pero como era pintor y un poco comprometido, le sacaron el pasaporte y el gobierno francés le daba un salvoconducto para que viajara”.

Las donaciones, piensa, permitirán que el público uruguayo pueda enfrentarse a su obra. “Un artista puede tener un enfoque de cómo pintar y de lo que quiere decir a través de los cuadros. En vez de estar haciendo un paisaje bonito, hice un paisaje trágico, porque estaba influenciado por lo que estaba sucediendo en esos momentos”, explica. En cuanto a la selección del material, buscó “tener un panorama un poco general de toda la actividad”.

Consultado sobre el momento de su vida en el que se consideró artista, responde con humildad: “Yo no resolví eso. Eso lo resuelven las galerías, la gente vinculada a la cultura. Uno no puede hacer nada; al contrario, tiene que agradecer a todos aquellos que apoyan esta manera de decir, esta manera de hacer la pintura”.

En el catálogo de su obra aparece una frase que dice que el cuadro “tiene que atrapar al espectador”, y le preguntamos si ese espectador está presente a la hora de ponerse a pintar. “En parte. El cuadro se va haciendo por una posición que tomamos para hacerlo, para desarrollar un motivo. Que no es un cielo bien pintado, una selva bien hecha, sino que atrás de la selva hay algo que sucede y que es trágico. Y el cielo también: un cielo muy bonito, pero que oculta una tormenta extraordinaria”. “Nace en forma espontánea y uno va descubriendo símbolos. Por ejemplo, cuando el arcoíris es violentado, bombardeado, destruido, es negativa la solución del problema. En cambio, cuando el arcoíris recorre todo el paisaje, y no está agredido, es algo positivo. Y con esos elementos uno va creando una lectura del cuadro”.

Omisión

Gamarra quería que un texto del historiador, profesor y crítico francés Philippe Dagen fuera parte del catálogo, pero según Perdigón fue rechazado “porque es muy complicado”. El escrito, que “tiene un cierto nivel intelectual” y permite “interpretar y conocer la obra de Gamarra sin verla”, puede leerse en el sitio oficial de Gamarra, www.josegamarra.org.