Imaginen que la próxima película de Superman se llamara Cielo de esperanza. No, el ejemplo no es bueno, porque de todas maneras el personaje sería muy reconocible en el póster. Imaginen que la próxima película de Eliot Ness y sus Intocables se llamara Patrullando la ciudad (en español, porque en inglés seguro le habían puesto Los intocables).
Todo esto para decirles que detrás de Sombras de un crimen, la más reciente película de Neil Jordan (El juego de las lágrimas), se esconde una película de Philip Marlowe, el legendario detective privado creado por Raymond Chandler en los años 1930. Que en Estados Unidos llegó con el poco original pero muy llamador título de Marlowe.
Se trata de un típico noir, que no solamente está ambientado en 1939, sino que incluye un caso que involucra a la industria de Hollywood y que en sus primeros minutos tiene a una seductora femme fatale interpretada por Diane Kruger entrando a la oficina del detective y teniendo una conversación iluminada por el sol que entra a través de las persianas.
La elección de Liam Neeson en el papel principal le da legítima veteranía al protagonista, al tiempo que hace más reales (o menos irreales) las escenas de pugilato con forzudos varias décadas menores que él. Su Marlowe es honesto en un mundo que no necesariamente se muestra corrupto, pero sí contaminado de malas acciones. Una vez que toma el caso de Clare Cavendish (Kruger) no aceptará dineros ajenos aunque esto le convenga económica y sanitariamente.
De las comparaciones entre este Marlowe y el de las historias originales de Chandler no puedo hablar, porque solamente leí una de sus novelas. Y tengo un mínimo recuerdo de ella (esto no habla mal de la novela sino de mi memoria).
En cuanto al caso, basado en un libro de 2014 autorizado por los herederos de Chandler, tiene suficientes elementos, personajes, giros en la trama y escenas de acción como para mantener la atención del público durante poco más de hora y media. El amante de la rubia fatal ha muerto, o al menos eso dice la policía de Los Ángeles; ella jura haberlo visto manejando un auto en Tijuana. El pedido de investigación insertará a Marlowe en una trama sórdida, que incluye a la alta sociedad saliéndose con la suya porque puede, explotando a los necesitados y (por supuesto) compartiendo algunos de sus vicios ilegales.
Dentro del elenco se destaca Jessica Lange como la rubia madre, quien tiene sus propios intereses en juego, Alan Cumming como un villano sin medias tintas y Danny Huston haciendo uno de esos personajes para los que tiene un visage du rôle. Todos ellos se integran con facilidad a la historia de época, con algunas tomas que buscan la belleza estética y con una reconstrucción verosímil en términos generales.
Esto no significa que Sombras de un crimen esté exenta de problemas. El principal es que la película parece estar editada con ritmo de tráiler. Un adelanto no tiene tiempo para momentos calmos, para silencios introspectivos ni para establishing shots. Y esta aventura de Marlowe sufre por esa ausencia, como si una película de dos horas y media hubiera quedado en el suelo de la sala de edición.
Desde los primeros instantes se hace evidente una urgencia que la historia no pide ni necesita. La primera charla entre Marlowe y Cavendish tiene menos pausas que uno de esos videos de YouTube en donde se aplica un reduccionismo extremo al discurso presentado, a sabiendas de que hay públicos que no tolerarían que la persona que están escuchando se detuviera a respirar.
La lógica detectivesca incluye detenerse para poder deducir, pero aquí las escenas se superponen unas con otras, como si hubieran apostado entre los productores de la película que lograban que el metraje final fuera de menos de 110 minutos (dura 109). Hay un par de escenas que comienzan con personajes hablándole a Marlowe desde el extremo de una escalera, como si no hubiera tiempo para dejar que el pobre tipo, interpretado por un actor de 70 años, llegue hasta arriba y recupere el aliento.
Otro elemento que obstaculiza es la mala traducción de los subtítulos en varias oportunidades, con malas decisiones o directamente errores flagrantes, pero eso no es culpa del equipo original. De todas maneras, es ridículo que siga sucediendo en tiempos en los que hasta una inteligencia artificial lo haría mejor. No digan que no les avisé.
El resultado final no pasará a la historia del cine ni del género, y quién sabe cómo será recibido por los puristas. Bueno, todos sabemos cómo reciben los puristas de cualquier cosa las nuevas expresiones de la cosa en cuestión. Como entretenimiento, como noir al que no le debemos pedir mucho, puede funcionar y mantener nuestra atención. Para todo lo demás, está Perry Mason en HBO Max.
Sombras de un crimen, de Neil Jordan. Con Liam Neeson y Diane Kruger. En cines.