Para hablar de esta serie hay que hablar de una anterior. Lo siento, pero yo no hago las reglas: Este mundo no me hará mala persona debería haber aparecido en Netflix como la segunda temporada de Cortar por la línea de puntos, aunque en la plataforma se muestran como series independientes.
En 2021 se estrenó la mencionada Cortar por la línea de puntos, serie animada italiana escrita, dirigida y protagonizada por el historietista Michele Rech, más conocido como Zerocalcare. Sí, “protagonizada”, porque este artista de 39 años hace todas las voces (masculinas, femeninas, adultas, infantiles), excepto una. Ya llegaremos a ella.
Zerocalcare se hizo conocido en 2011 por la novela gráfica La profecía del armadillo, editada en español por Penguin y disponible para comprar en formato digital desde Uruguay. En 2018 esa obra se transformó en película, y las series de Netflix retoman las temáticas surgidas en las viñetas, como el protagonista a imagen y semejanza del autor, o su conciencia como un enorme armadillo que solamente él puede ver (único personaje cuya voz pertenece a Valerio Mastandrea).
El protagonista, que también se llama Zero, vive de dibujar historietas y tiene una actividad cerebral altísima. Es el narrador y ocupa ese rol casi todo el tiempo: habla hasta por los codos, a alta velocidad, y yéndose por las ramas todo el tiempo. Durante seis episodios cortos, una línea temporal principal iba avanzando muy de a poquito hasta un desenlace misterioso, mientras que cada episodio tocaba algún momento del pasado de Zero y su grupo de amigos.
Zero, Secco y Sarah hacen un largo viaje hasta llegar a la casa de los padres de Alicia, personaje presente en los flashbacks, y en los episodios finales nos enteramos de que ella se suicidó y sus amigos fueron al velorio. Ojalá el marketing de esta serie hubiera mencionado este tema tan delicado, porque es tratado con mucha calidad y con una honestidad muy necesaria.
Otra línea de puntos
Con respecto a la serie nueva, si bien es cierto que cuenta una historia independiente, es la secuela perfecta de la anterior y recomiendo mirarlas en orden. Otra vez llega Zero con su metralleta verbal, sus comparaciones deliciosas y una animación tan efectiva en el mundo real como en los escenarios ficticios que surgen en las comparaciones. Y si en algo supera a la primera tanda de episodios es en tener una dirección mucho más clara.
Todo comienza por el final. El trío de amigos se encuentra en la comisaría después de una piñata pública. Para entender lo ocurrido, tendremos nuevos flashbacks a la juventud de los protagonistas, aunque en esta ocasión se sumará un cuarto integrante muy particular.
Cesare era el típico bully de la secundaria, que le tomó cariño a Zero porque con él podía mostrar un poco de sentimientos. Dejaron de verse durante dos décadas, de las cuales una parte las pasó en clínicas de rehabilitación, y ahora está de regreso. Al mismo tiempo, la llegada de un grupo de 35 inmigrantes libios al barrio motivó que grupos de extrema derecha reclamen que se los reubique en otro sitio. No sorprende a nadie que Cesare forme parte de ese grupo.
Lo que hace el guion de Este mundo no me hará mala persona es tratar de entender por qué personas que vienen de contextos similares pueden terminar en lados opuestos de un cordón policial cuando son adultos. Zerocalcare (el protagonista, pero también el guionista) hace preguntas correctas, por lo tanto complejas, algunas de las cuales no encuentran respuesta.
Zero se siente culpable de no haber visto algunas señales, en especial las que tienen que ver con el consumo de drogas de su amigo, mientras que el resto de los protagonistas (Secco, Sarah) van explicando cuáles son sus posiciones con respecto a la presencia de los libios, que serían los responsables de que la escuela del barrio esté por cerrar.
Se discuten temas como la etiqueta de “nazi” a los xenófobos violentos. También la forma en que el punk salvó a Zero (en la vida real practica una abstinencia de alcohol, tabaco y drogas), la forma de organizar una protesta que podría volverse violenta, y también cómo los medios privilegian mostrar lo que está ocurriendo antes que reflexionar sobre ello.
Hasta Secco, personaje por momentos imbancable, tiene su momento de brillar en uno de los mejores parlamentos de la temporada, que culminará con las consecuencias de la generala insinuada desde el comienzo, donde tampoco esperen un desenlace limpio y que deje contentos a todos.
Lo de Zerocalcare ya es la confirmación de un tipo capaz de meterse con tópicos sensibles y construir historias que nos hagan pensar al menos un poco. Esto se combina con una animación irreprochable para generar un producto (o dos) muy recomendable para amantes del género o simplemente para seres empáticos.
Este mundo no me hará mala persona. Seis episodios de media hora. En Netflix.