El danés Joachim Trier es el cineasta que nos emocionó con el inquietante thriller Thelma (2017) y la desafiante Oslo, 31 de agosto (2011) y que, en compañía de su guionista Eskil Vogt, ha desconcertado y sacudido al público por partes iguales. Ahora Trier nos sorprende e incursiona victorioso en el terreno del drama romántico con La peor persona del mundo, una tierna comedia que, con una maravillosa frescura y toques de Nora Ephron y Phoebe Waller-Bridge, nos mete en el escabroso mundo de las relaciones humanas.
La película, nominada a mejor film internacional y mejor guion original en los Oscar 2022 y ganadora del premio Goya 2023 a mejor película europea, es un retrato caótico de una mujer impredecible: nuestra heroína moderna Julie (una magnética Renate Reinsve), que está a punto de cumplir 30 años y su vida es un desastre sin resolver. Con un buen rendimiento académico pero insegura de sí misma y en medio de una crisis existencial, decide dejar la medicina y estudiar psicología (ya que “las mentes le resultan más interesantes que los cuerpos”), y luego quiere ser fotógrafa. Trabaja en una librería y abandona la tediosa comodidad de su relación con el novelista gráfico Aksel (Anders Danielsen Lie) para dejarse llevar por la conexión con el encantador Eivind (Herbert Nordrum).
Relatada en una perfecta atmósfera de desorden en movimiento que nos traslada al anárquico mundo de Julie, vemos la mutación de una mujer que se hartó de todo. Su novio Aksel es mayor que ella y está en un punto de la vida diferente del de Julie, quien busca, con torpeza y a los golpes, encontrar su rumbo. Su relación encaja (siempre que eviten temas polémicos como tener hijos), pero su vida a la sombra de Aksel empieza a irritarle y una noche, llena de conflictos internos, se cruza en una fiesta con Eivind y la tensión sexual es inmediata e inevitable.
A partir de su encuentro con Eivind, algo en Julie se moviliza y descubre que la seguridad puede ser alterada por el deseo y que lo que empezó siendo una simple casualidad se transformará en la bisagra de su vida. Sus replanteos sobre las presiones del deber ser, la insatisfacción de que siempre hace “algo mal”, el empoderamiento femenino, la maternidad, el pasado familiar, la sexualidad y la fidelidad son tratados con una naturalidad y una empatía increíbles.
Esta hermosa tragicomedia noruega está narrada episódicamente y sus 12 partes, más un prólogo y un epílogo nos permiten entender que la vida de Julie es la vida de toda una generación a la que parece que nada le alcanza. Cada episodio marca las etapas vitales de la protagonista y es la crónica de un conmovedor aprendizaje en el que la felicidad, el amor y la pasión conviven con la frustración, la tristeza y la muerte. Las tragedias millennial dicen presente y reina un sentimiento de no disfrute en el que todos nos hemos sentido alguna vez “la peor persona del mundo”. Siempre aparece algo que impide la felicidad de Julie: una relación por la que siente responsabilidad y le genera culpa, el fracaso del vínculo con su padre y la incertidumbre profesional. Por cada momento de paz que Julie tiene, la narrativa la “castiga” con otro de angustia y, como casi todos, parece no poder permitirse ser completamente feliz.
La peor persona del mundo es un brillante y profundo viaje existencial de una mujer que experimenta, disfruta, sufre, se equivoca y se agobia; un inteligente retrato de una crisis generacional que sabe magistralmente evolucionar de la comedia al drama.
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