Esta semana, dentro del Paseo animado de TV Ciudad, empezó a verse un programa bastante atípico. Su nombre remite a la programación infantil aburrida de un momento oscuro de la historia reciente, pero contiene una sucesión de momentos coloridos y absurdos que promete conquistar al público adolescente y adulto. TV Educativa consiste en 12 episodios de 12 minutos que simulan ser la producción de un gobierno totalitario llamado Ulandia, pero lo que pretende mostrar segmentos didácticos termina siendo una excusa para el humor. La serie animada es una creación de los publicistas Pablo Marcovecchio y Marco Caltieri, quien ya dirigió una producción humorística, la serie Metro de Montevideo, y fue fundador de la revista Guacho!.
El año pasado, cuando la serie fue exhibida en el festival Canneseries, Marcovecchio había dicho a la diaria: “Los dos sentíamos la necesidad de utilizar recursos y capacidades de la publicidad para crear contenidos de ficción”. Esa frase fue el punto de partida para una conversación en profundidad sobre las posibilidades de nuestro medio para generar productos audiovisuales de calidad, y sobre lo que ya puede verse en TV Ciudad.
¿Cómo aplicaron su experiencia publicitaria en TV Educativa?
Pablo Marcovecchio: Los dos venimos de este mundo y nos conocimos en este mundo. Creo que supimos traer el esquema de producción y la agilidad mental o productiva como excusa general para desarrollar la serie y poder producirla. También era una meta que teníamos presente: lograrla con los recursos que teníamos, con un fondo y con el ramillete de artistas y equipo que había en la vuelta.
Marco Caltieri: La publicidad nos encanta, nos sigue dando de comer, pero tiene un problemita. La objeción que le hago a la publicidad es que te hace sentir que estás participando en un evento artístico con todas las características: el artista torturado, el creativo que está ahí pensando, la responsabilidad sobre lo que estás haciendo y cierto control de calidad sobre lo que hacés. Pero, al final del día, lo estás haciendo para otro, es un encargo, y ahí es cuando te das cuenta de en qué reside cierta maldad de la publicidad, sobre todo en términos creativos. Nosotros hicimos una campaña con una comida que hablaba, le pusimos unos ojos y tenía unos diálogos medio locos, y en un momento dijimos: ¿por qué no hacemos esto para nosotros? En publicidad, nueve de cada diez ideas van a la basura, estás un día entero filmando 30 segundos, hay un desperdicio de capacidades enorme. TV Educativa es un intento de agarrar toda esa libido que está puesta acá y llevarla para allá.
Puedo imaginar la respuesta, pero igual me interesa. ¿El contenido fragmentado es una decisión libre o una necesidad?
Marco Caltieri: Es una necesidad, porque nos permitió tener equipos trabajando en paralelo con menor minutaje. El problema que tenés cuando producís una animación es que igualar las condiciones de producción, con un mismo estilo, con diferentes personas a lo largo del tiempo, hace que tengas un cuello de botella. Una producción así, de 144 minutos animados, si la querés emparejar en un mismo estilo y una misma lógica, hace que de repente estés tres o cuatro años.
Pablo Marcovecchio: Y hasta a nivel de esquema de producción, tenés que tener a la gente más cerca, conectada. Fueron excusas que fuimos juntando, poniendo adelante para ir hacia ahí.
Marco Caltieri: El asunto es encontrar la excusa narrativa para que digan: “Ta, es una decisión”. Es las dos cosas. Eso también tiene que ver con cierto pragmatismo que viene de la publicidad, de decir: “Tengo esta carencia, ¿cómo la podemos convertir? Encontremos una excusa narrativa”. Y la excusa narrativa, la fragmentación, además ayuda a disimular otras cosas que pasan en la serie, que tienen que ver con limitaciones que son hasta presupuestales.
Pablo Marcovecchio: Y tampoco es que a nivel de formato hayamos inventado nada. Ya existían Robot Chicken, Animanía... El licuado ese, el zapping constante, lo tenemos en un buen lugar en el corazón, ¿no?
¿Cómo eligieron los equipos para cada segmento?
Pablo Marcovecchio: Metimos mano en el entorno. Hay un montón de gente, ya sean artistas, animadores, actores, de todo, del campo de la publicidad, y también tienen hambre de hacer algo propio. No estar haciendo el pack de un yogur 3D sino dos esqueletos hablando.
Y ya tenían el conocimiento de cómo hacer objetos en 3D.
Pablo Marcovecchio: Ahí va. Después con Marco éramos los únicos que veíamos el mapa general. No había mucha interacción de equipos, y hasta era algo divertido que no se supiera mucho qué estaba haciendo el resto, más que haber visto el guion o algún concept inicial. Cada equipo fue específico por sus capacidades, pero capaz que no sabía qué estaba haciendo el amigo al lado.
Marco Caltieri: Fuimos encontrando quiénes eran los más adecuados para llevar adelante cada rubro. Luego, dentro de cada mundo, trabajamos con la mayor libertad posible. Porque cuando das una libertad, lo que vuelve es mucho más auténtico, mucho más interesante.
Pablo Marcovecchio: No queríamos ponemos nosotros del lado de los clientes en publicidad.
Marco Caltieri: En los festivales en los que estuvimos lo que más llamaba la atención era la diversidad de cada mundo. No pueden creer que de un lugar desconocido haya tantos registros distintos en términos autorales. Eso les llama mucho la atención. Entonces en el siguiente proyecto dijimos: “Trabajemos en lo que nos marcaron como una fortaleza, que es la riqueza y la divergencia”.
Que además coincide con lo que se puede hacer.
Pablo Marcovecchio: Eso lo tuvimos siempre arriba de la mesa. Y también nos dimos libertades que no tenés en publicidad, como la de inventar cosas sobre la marcha. En este formato compartimentado inventamos un mundo gracias a la pandemia, que era el Ministerio de Salud Pública dando consejos.
Marco Caltieri: Nos faltaba un poquito de material para redondear los 12 minutos, y dijimos: “Hagamos otra materia, otro mundo, unas advertencias ministeriales”. Desde ese lugar, el formato te permite agregarle muchos cacharros arriba. Se podrían agregar más; es un formato muy abierto, es una estructura narrativa que te brinda la oportunidad de poder colgarle muchas cosas.
Hablemos del público objetivo. La serie arranca con una referencia a Ultratón y tiene momentos de humor que apelan al público adulto. ¿Cómo encontraron el registro correcto?
Marco Caltieri: Creo que tiene que ver con nuestro consumo como padres. Capaz que mi vieja me llevaba a ver Bambi y se dormía en la mitad de la película, y hoy soy yo el que lleva a los míos a ver cualquiera de Pixar o les explico referencias generacionales de [la serie animada] Un show más, y amaron Volver al futuro gracias a que se las mostré, y se las mostré gracias a Un show más. Hay un ping-pong generacional que tratamos de respetar y que tiene que ver con nuestra experiencia como padres, sentados al lado del televisor.
Pablo Marcovecchio: Viendo las exquisitas publicidades que hacemos todos los días.
Marco Caltieri: Ahora ya nadie mira cable, pero cuando miraban cable era nefasto, era un bombardeo espantoso. Entonces hay que ayudarlos a ellos a preparar un discurso, a reflexionar sobre esas porquerías que estaban viendo.
¿Qué edad no querían dejar fuera de la serie?
Marco Caltieri: Por nuestro interés de salir a vender la serie afuera, no podía dejar de ser una serie para adolescentes, de 11 en adelante. Después, al que agarremos, y obviamente estamos nosotros tirando guiñadas. TV educativa era un programa de Canal 5 de la dictadura, hay chistes de Ultratón, hay un montón de chistes que tienen que ver con gente más grande.
Pablo Marcovecchio: Ese salto de formato, de estilos, de humor lo fuimos testeando en nuestras casas. Yo tengo esas tres edades, desde el mayor de 12 a un enano que tenía cinco cuando empezamos a hacer los test de la serie y veías que había cosas que al enano chico no le entraban, pero el chorizo que habla le hacía reír, o el astronauta al que le explota la cabeza porque sí. Tenía el focus group en casa.
Marco Caltieri: Es muy punk todo y al durar poquito se perdona: si vamos a ser malos, por lo menos seamos breves. Ahí también hay una decisión, por el vértigo al que están sometidos los gurises, y creo que lo disfrutan bastante. Eso genera otro tipo de problemas, porque la mía más chica no te aguanta ver una película, no ve contenido de más de cinco minutos, se aburre. Ese es un problema que tiene con el formateo de las redes. Bueno, acá nos subimos a eso y nos ayuda a aliviar cierto cansancio.
No quiero que suene mal, pero cada episodio también funciona como una tanda, en el sentido de 10 o 12 minutos, con segmentos cortos que llaman la atención y buscan que te acuerdes de un personaje antes de pasar a otra cosa.
Marco Caltieri: Y es tan tanda que tiene una metatanda adentro.
Pablo Marcovecchio: En un momento, hablando con posibles ventanas, hasta lo presentamos como posibles microcápsulas que podían desagregarse. Lo modular es hasta una inteligencia de producción y de posible venta, en este mundo-redes, donde podría vivir en otro formato. Pero no pasó.
¿Y hay algo que haya quedado fuera por ser demasiado oscuro o demasiado naíf?
Marco Caltieri: No dejamos nada afuera. Siempre estuvo en una línea un poquitito naíf, aunque nos extendíamos un poquito, bueno, los jugadores del futbolito son un socialista y un comunista. Pero eso está abajo de capas, capas, capas.
De nuevo, la publicidad les enseñó que hay límites y se puede jugar con ellos.
Pablo Marcovecchio: Eso hizo saludable el proceso.
A la hora de la creación, ¿surgió primero la mitología del país o estaban las ideas y había que atarlas con un hilo?
Marco Caltieri: Al comienzo teníamos claro que era un programa de un canal estatal imaginario. Porque es loco lo que hacen las dictaduras, que tratan de tener un control del consumo cultural o intentan producir una hegemonía. Nuestra dictadura fue así, intentaba establecer cierto modo de pensamiento, de orden nacionalista y otras cosas más. Este es un programa ficticio de un canal ficticio. Empezamos a ir para atrás, y atrás del canal hay un gobierno. Ese gobierno tiene un ministro. Tiene un presidente, un ministro de Educación, hay una bandera, un escudo, un nombre, un país. Entonces como que fuimos construyendo para atrás.
Capaz que si la mitología surgía primero, se filtraba demasiado en los contenidos. Detrás de todo hubiera quedado la idea de controlar a la audiencia.
Marco Caltieri: Eso que está describiendo es muy certero y es un método creativo que utiliza la publicidad muchas veces también: fingir que hay un plan cuando no hay nada.
Me gustó que existieran momentos de humor de repetición, que hoy en día parece que se dejara de lado. Crecimos viendo sketches de Alberto Olmedo donde lo único que cambiaba era el electrodoméstico que precisaba el jefe esa semana. Pero ya sabíamos todo lo que iba a pasar.
Marco Caltieri: Y sin embargo, en los guiones de Olmedo había observaciones maravillosas. El tipo que es capaz de cualquier cosa para ascender con el jefe. El tipo que consigue una changa como manosanta y termina cagando a un garca que llevaba a la hija. El tipo que trabajaba para un garca multinacional y resultaba que lo acosaba la esposa. Había observaciones sociales repesadas y, sin embargo, todo ocurría en un margen de liviandad, machismo y desastre. Y donde ocurría lo que vos decías: todo el tiempo ocurría lo mismo. Es muy televisivo eso. Estamos viendo una época de contenidos seriados donde la originalidad es puesta como un valor absoluto y la televisión ha perdido mucho de eso. Los griegos iban a ver Edipo y sabían lo que iba a pasar. La televisión tenía mucho de consumo griego, estábamos esperando que Don Ramón le diera un tortazo al Chavo. La serie tiene mucho de reflexión sobre la televisión, con el formato zappineado y la repetición del humor. Y no es una temporada maratoneable; si la mirás toda junta nos vienen a buscar.
Bueno, si maratoneás No toca botón también te querés matar. Para terminar, hablemos un poco de la llegada de la serie a la televisión.
Marco Caltieri: Tenemos un distribuidor internacional, que es el que nos lleva a los mercados, y esperamos que en algún momento se concrete una venta. Mientras tanto, tenemos la exhibición en TV Ciudad. Fue rápida la conversación porque TV Ciudad tiene una política muy amable y muy comprensiva con la producción nacional y está muy a favor. Eso ahí fue rápido.
Pablo Marcovecchio: En un momento hasta lo demoramos un tiempo más, viendo otras posibilidades a nivel internacional.
Marco Caltieri: El acuerdo que tenemos firmado nos libera el territorio nacional, pero nos bloquea al resto del mundo. Por eso no lo podemos colgar en Youtube, que es algo que a nosotros nos interesa, porque es una serie que pagó un fondo nacional y tiene que estar disponible para todos los uruguayos. Estamos en eso.
¿Intentaron en los canales privados?
Marco Caltieri: A ninguno de los tres canales les interesa en absoluto la producción nacional, y no es que la serie que hicimos no esté pensada en términos comerciales, porque desde el momento en que estás hablando con HBO, tiene cierta lógica comercial. Pero no pasás ni por la puerta de los canales. Viven de espaldas a la producción nacional, eso es un hecho.
Por último, ¿con esta extensión y esta forma de trabajar, se podría pensar en una película?
Marco Caltieri: Estamos trabajando en eso. El siguiente proyecto que estamos haciendo es una serie, pero con arco, no con la lógica del tortazo por repetición. Y estamos pensando en que nos permita, en caso de sentir que las ventanas de exhibición televisivas no sean las propicias, reagrupar eso y convertirlo en un largo.
TV Educativa. 12 episodios de 12 minutos en Paseo animado de TV Ciudad. Martes y jueves de 7.00 a 8.00 y de 17.00 a 18.00. Sábado y domingo de 9.00 a 11.00.