En octubre de 2022, un grupo de músicos y admiradores de la obra de la cantante y compositora uruguaya Sylvia Meyer lanzó el disco de versiones Un desánimo nada triste y firmó “Club de fans: Sylvia Meyer”, pero al mes siguiente mucho más sorpresiva resultó la edición de ¿Quién?, un nuevo álbum de Meyer que venía a continuar su discografía después del lejano Feliz Apocalipsis, de 2006. El broche de oro para sus exaltados seguidores llegó pocos días después, con un sublime concierto en el teatro Solís. A nadie le hubiera extrañado que a todo esto le siguiera otro gran silencio, o la vuelta a su forma habitual de incógnita, de presencia escurridiza y nocturna.

Nada que ver: en 2023 volvió al Solís, esta vez a la sala Zavala Muniz, y editó tres nuevos discos con el sello Little Butterfly Records.

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Música original de la película Ida Vitale

En Ida Vitale, la directora María Inés Arrillaga acompaña los días de la centenaria poeta uruguaya transcurridos en momentos caseros, de lectura, en viajes por el mar, hacia México y España. Sylvia Meyer compuso música instrumental de su piano para esas escenas con una presencia de tono discreto, dentro del espacio dominante de la protagonista y su poesía, prescindiendo casi por completo de su voz cantada. El disco, aislado de la pieza audiovisual, tiene vida propia y la capacidad de adaptarse a las tardes de cualquiera, si se está dispuesto a transitar una experiencia sonora para un tiempo detenido. Meyer lleva décadas trabajando en la música y los sonidos de las obras audiovisuales de las artistas Liliana Porter y Ana Tiscornia, y nueve de sus canciones se transformaron en el recordable humor de Alma máter, el film de Álvaro Buela de 2004.

En esta nueva incursión en el rubro, la artista transita un camino diferente al de sus anteriores experiencias. Se trata de un concierto de nueve movimientos que comparten el nombre “Oír a Ida a diario”. Concentrada en su piano, entrega uno de los mejores discos de su carrera. La oportunidad, o la ocasión de conectar con una historia de otra, nada más y nada menos que la de Ida Vitale (una más que cercana amiga, además), la resuelve descartando sus marcas personales y sus atractivos arrebatos compositivos. Esta música retrata fielmente el objeto de estudio de la poeta: la tensión entre el pulso vital y el inabarcable territorio de la extinción bajo nuestros pies.

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Se, se, SE, sE

Un texto incluido en su página de Bandcamp aclara que el título del disco no refiere a “un sí desganado”, sino a “una bandada de pronombres reflexivos”, y, además, que este incluye “una bandada de canciones”. El término referente a las aves resulta ideal para recibir otra entrega de esta habitual fórmula de la artista: un puñado de canciones en las que conviven melodías de apariencia inédita y reversiones, más o menos difíciles de rastrear, si eso fuera necesario. Con letras de Marco Maggi y Carlos Maggi, y composiciones musicales de Meyer, el disco fue grabado en Nueva York por el músico y compositor estadounidense Robert Bard, con excepción de la versión de “Juana de Arco en la ducha”, grabada en Montevideo por Riki Musso.

Arranca con “Localidades”, una composición de estreno discográfico. La voz, milagrosamente conservada, baja intrépida con notas graves del piano y la bravura del comienzo de Bailar en la oscuridad (1982), su primer disco, y cuenta sensaciones agridulces de la burocracia de la vida en sociedad, sin disimular cierta satisfacción por una conquista reciente. Sigue con una versión de “Apenas enamorada”, incluida originalmente en Piano lejos (1983). “Montevideo debe ser completamente demolida”, sigue afirmando, pero esta es otra canción; en vez de teclado eléctrico suena el piano de cuerdas, y el lúgubre arreglo del comienzo da paso a una historia idéntica pero apropiada visceralmente por la Meyer de 40 años después.

“Proposiciones deshonestas” (incluido en La hija de Gorbachov, 1991) ya no tiene cajas de ritmos, u otras voces, y afirma el camino elegido hasta el final del disco, el que la artista parece haber adoptado desde su regreso: de sólo piano y voz, en soledad. Este sonido también cambia la naturaleza de las versiones de “Baila Laika”, que aquí pierde su lado más absurdo y psicodélico y gana en extrañeza y profundidad emotiva; “Juana de Arco en la ducha” y “Oh” (de la banda de sonido de Alma máter, 2005) y la notable “Hamlet” (grabada en vivo para Feliz Apocalipsis) también ganan en humanidad y riqueza musical, efecto que las vuelve más tremendas.

“Se se SE sE” tiene un texto firmado por Carlos y Marco Maggi y música nueva; un vals al estilo de Meyer para balancear palabras hechas cenizas.

El oyente encontrará otras melodías menos conocidas y no incluidas en sus álbumes: “Imborrable” está cantada por Meyer a dos voces; “Testigo” suena en otra tonalidad y es dolorosísimamente bella en esta forma de canción definitiva. “Fuiste” es otra novedad, una canción de despedida.

Fierro

La historia de conexiones entre el crítico literario y poeta uruguayo Enrique Fierro (1941-2016) y Sylvia Meyer es constitutiva de la obra de la pianista y explica parte del raro encanto de su música a contracorriente.

La vida de las amistades y la familia quiso que coincidieran por años, o tal vez fue la mutua admiración la que mantuvo el vínculo en permanente efervescencia; una coincidencia de perspectiva y actitud los encontró en espejo y propició dibujos, frases y canciones compartidas, en una modalidad de fabricación de apariencia lúdica. En este sentido, algunos podrán recordar el recital “Que vivan Edipo, Narciso y Yocasta” que el dúo ofreció en junio de 2006 en el Centro Cultural de España como parte de las actividades de la exposición El reporte Meyer.

En Fierro, también grabado por Robert Bard en Nueva York, la artista interpreta y musicaliza poemas de su amigo, algunos registrados por primera vez y otros vueltos a hacer, en piano y voz.

Aquí están, en presentación 2023, “Quiero ver una vaca”, una canción inspirada en la poesía y el libro de Fierro del mismo nombre que también derivó en la creación de un espectáculo performático de Meyer, estrenado en 1983 en el Teatro del Notariado y que ya había quedado registrada en vivo en Feliz Apocalipsis; “Donde la siesta del fauno” (de El reporte Meyer) y el clásico “Sola y su diálogo” (un tema incluido en Fuera de lugar, 1988), modificado y abreviado aquí magistralmente, acorde a la circunstancia y el sentido narrativo con el que se presenta este conjunto de canciones.

“Pintar perros”, el tema de apertura del LP, es una de esas músicas de Meyer de avance inquietante y seco; el piano y la cantante recorren la hoja escrita del poeta como un ojo que lee y vuelve a decir; tal vez, la expresión más sencilla de su mundo íntimo y la manera más directa de acceder al patio de juegos al que Meyer sigue agregando atracciones. “¿Barroca?” tiene una trama cinematográfica, “Pocos muchos” es triste y “El árbol de la culpa”, una foto en un caleidoscopio.