En 1971 un grupo de jóvenes de Wisconsin fundaron un teatro y lo bautizaron The Kentucky Fried Theater, en honor a la cadena de comida rápida especializada en pollo frito Kentucky Fried Chicken. La serie de sketches delirantes que interpretaban los volvió relativamente famosos en California, y después de golpear algunas puertas lograron transformar ese material en una película de gags cortos que se llamó Kentucky Fried Movie (1977), aunque por aquí se la conoce como Locura yanqui.

Tres años después llegaría una de esas comedias cinematográficas que marcan un antes y un después en la forma de presentar el humor en la gran pantalla. Se llamó Airplane!, pero en otra decisión aberrante que dejaría huellas durante décadas en América Latina todos la identificamos como ¿Y dónde está el piloto?

Aquella sería la consagración del trío de guionistas y directores luego identificados como ZAZ (por las iniciales de los apellidos de David Zucker, Jim Abrahams, que murió el 26 de noviembre, y Jerry Zucker). Tomaron el esqueleto de una película mediocre de cine catástrofe, en la que la tripulación de un avión se intoxicaba con pescado y debía encontrar quién aterrizara la aeronave, la convirtieron en parodia y fueron más allá.

Lo que realmente destacó su creación por sobre otras fue que en menos de una hora y media incluyeron cientos y cientos de chistes a un ritmo tan frenético que sorprendió a las audiencias (favorablemente). Es cierto que para tener una densidad de humor tan alta, la vara dramática debía bajar un poco, pero la historia se hacía cargo de eso. En ¿Y dónde está el piloto? hay chistes brillantes, pero también hay chistes tontos. Hay gags visuales, non sequiturs y un montón de juegos de palabras aniquilados por doblajes y subtitulados que hicieron lo que pudieron (“Y no me llames Shirley”).

Los ZAZ tenían una idea muy clara de lo que querían transmitir, y pese a ser directores debutantes lograron que el estudio respetara esa visión. Un elemento fundamental fue que todo el absurdo se interpretara con seriedad y para eso convocaron a un puñado de actores conocidos por sus roles dramáticos, como Peter Graves, Robert Stack o Lloyd Bridges. Y, sobre todo, Leslie Nielsen, quien lo daría todo como el doctor Rumack y ya no tendría vuelta atrás: las nuevas generaciones lo conocieron como comediante y el mundo fue un mejor lugar gracias a eso.

Foto del artículo 'El humor como metralleta: la filmografía de Zucker, Abrahams y Zucker'

Quienes quieran ahondar en los comienzos del trío, la fundación del teatro y cada minucia de la filmación de la película pueden leer el libro Surely You Can’t Be Serious, historia oral de ¿Y dónde está el piloto? realizada por David, Jim y Jerry, con muchísimas voces invitadas. Se editó el año pasado y por ahora solamente se consigue en inglés. No lo presto.

Volviendo a la carrera de estos tres, cuando una película recauda casi 50 veces lo que costó, sus responsables gozan de cierta libertad. Y luego de un fracaso televisivo (al que volveremos), en 1984 se despacharon con la mejor comedia cinematográfica de todos los tiempos. Me refiero a Súper secreto (Top Secret!), película en la que un seudo Elvis Presley interpretado por Val Kilmer viajaba a Alemania del Este y terminaba salvando al mundo. Al mundo occidental, claro.

Esta vez la parodia era más genérica, con énfasis en el cine bélico y de espionaje, pero con guiños a los musicales y obras como La laguna azul. La ametralladora de chistes seguía dando en el blanco, con gags visuales inolvidables como la estación de tren que se ponía en movimiento o la escena de ballet con vestuarios más que sugestivos. Había humanos que volaban sobre estatuas de palomas, una escena filmada al revés y más momentos de difícil traducción al español (“I know a little german”).

Con el tiempo las Z y la A se fueron combinando de todas las formas posibles. ¿Se acuerdan del fracaso televisivo? Se convirtió en la película The Naked Gun (La pistola desnuda, aunque en algunos mercados se la conoció como ¿Y dónde está el policía?), escrita por los tres y dirigida por David Zucker. Un Leslie Nielsen en llamas (no literalmente, creo) interpretaba al más inoperante de los policías de Los Ángeles, rol que repetiría en dos películas más, todas muy recomendables más allá de los gags puntuales que no han resistido el paso del tiempo (la reacción a la revelación de Anna Nicole Smith es el ejemplo perfecto).

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Si bien no volvieron a ser un equipo compacto, por separado estuvieron involucrados en películas del estilo (y no tanto). Jerry dirigió Ghost, la sombra del amor, Jim dirigió y coescribió junto a Pat Proft (eterno colaborador del trío) las dos Locademia de pilotos, mientras que David dirigió la tercera y la cuarta entrega de la saga Scary Movie, con colaboración en guiones de Jim y el mencionado Pat.

A esta altura parece muy difícil que vuelvan a trabajar los tres juntos en un proyecto, en especial después de la muerte de Jim Abrahams, pero no deberíamos perder las esperanzas.