Con el fallecimiento de Beatriz Sarlo desaparece la última intelectual argentina. Antes de que las revistas culturales fueran desplazadas por los blogs y los intelectuales por los influencers, Beatriz cumplió a cabalidad con la función que las sociedades modernas asignaron a los intelectuales: la de pensar a contrapelo del poder de turno, la de azuzar la opinión pública biempensante, la de descolocar lo que parecía que estaba en su lugar. Edward Said decía que el intelectual es siempre un outsider y Beatriz supo sostener durante décadas ese ejercicio de pararse a pensar desde ese lugar incómodo.

Beatriz cultivó todas y cada una de las aristas de la figura del intelectual: fue militante política, editora, profesora universitaria, directora de revistas, académica, ensayista, cronista directa de los grandes acontecimientos y columnista de opinión en los grandes diarios. Ocasionalmente, fue panelista de televisión y actriz (en un film de su compañero, Rafael Filipelli).

Hace pocos años, en una entrevista televisiva, el periodista Luis Novaresio le preguntó si se definía como “intelectual de centroizquierda”. Beatriz respondió, sin titubear: “Como intelectual de izquierda”. Sin embargo, no se complacía simplemente en ese rol, pues, como tal, no dejó de señalar ciertas vías muertas de la ideología de izquierdas, del mismo modo que como demócrata cuestionó los límites de clase del liberalismo, y como liberal lideró la resistencia cultural a la dictadura, analizó las pulsiones populistas del kirchnerismo y anunció la deriva autoritaria del mileísmo.

A la hora de escribir estas líneas se me viene a la cabeza una docena de imágenes, algunas públicas, otras personales. Beatriz Sarlo en un encuentro de revistas culturales en 1978, en la Casona de Iván Grondona, reclamando a viva voz por los desaparecidos en plena dictadura. Beatriz Sarlo caminando por avenida Corrientes con un paquete de revistas Punto de Vista colgando de cada brazo. Beatriz Sarlo en junio de 1982 inaugurando con Juan José Sebreli y Carlos Brocato la Librería del Humanista. Beatriz Sarlo en la librería Gandhi de avenida Corrientes, Beatriz Sarlo comiendo de parada una porción de pizza en La Americana de avenida Callao. Beatriz Sarlo armando un cigarrillo antes de dictar su clase de literatura argentina en un aula repleta en Puán, la Facultad de Filosofía y Letras. Beatriz Sarlo en 1997 en la tapa de la revista Tres Puntos afirmando con otras 20 mujeres: “Yo aborté”. Beatriz Sarlo respondiéndole a un periodista por qué no le interesaba en absoluto un encuentro con Mauricio Macri (“porque ese muchacho en la cabeza sólo tiene capitalismo”). Beatriz Sarlo en 2018 en el Marx nace, que tuvo lugar en el teatro Cervantes, recordando su experiencia de lectura de El capital. Beatriz Sarlo marchando al Congreso en diciembre de 2020 con el pañuelo verde en la muñeca.

Beatriz Sarlo se va de un mundo que ya había dejado de ser el suyo: el de los diarios impresos en papel, el de las revistas culturales, el de las pasiones intelectuales, el de la política en el sentido fuerte del término, el de avenida Corrientes con sus librerías y bares abiertos hasta la madrugada.