Mientras Diego Capusotto ya vino a Uruguay en un par de ocasiones con su espectáculo El lado C, donde habla de su vida y sus personajes televisivos, la otra mitad de la dupla creativa de Peter Capusotto y sus videos también desembarca en el país: este lunes Pedro Saborido se presentará en la sala Zavala Muniz y hablará de la forma de trabajo en el ya legendario programa de sketches, en un evento para suscriptores de la diaria.

Antes de su llegada, Saborido conversó acerca de lo que significó el programa para tanta gente, de la creatividad como herramienta universal, y también de cómo vive la actualidad de su país.

Tanto vos como Diego están dando charlas contando “el detrás” de Peter Capusotto y sus videos. ¿Por qué pensás que existe tanto interés por conocer ese detrás?

Es una faceta más de mucha gente a la que le gusta lo que hemos hecho durante años, que fue parte de su vida. Entonces, cuando aparece esta idea de contar -Diego habla más de su vida, yo me pongo más específico, como una antesala de talleres de laburo que hago-, me doy cuenta de que no solamente hay un interés, sino que también estamos en una edad donde queremos transmitir algo de nuestra experiencia. De cómo se hizo, de cómo se hace. No por una cuestión de ponerse maestros, sino de saber que hay un momento en el que vos acumulaste alguna experiencia y que le puede servir a otro. Yo creo que vos podés aprender de otro rubro que no tenga que ver con el tuyo. Podés aprender a escribir una nota a partir de observar una canción, o de escuchar a un odontólogo como trabaja. Porque es un tema de procesos de transformación; la creatividad no es exclusiva del artista o del publicista o del periodista. La creatividad es la transformación de la realidad. Aunque sea el hecho de poder hacer que tu lavarropas vuelva a funcionar a partir de que le armaste una correa con un cinturón. No importa. La creatividad es lo contrario de la resignación. Es ver que hay una posibilidad y transformar la realidad. Y obviamente, uno dice transformar la realidad y “está pensando en el Che Guevara” o en Marx. Pero también transformás la realidad cuando ante un hecho que parece fatal, mínimo, vos generás un pequeño momento de novedad, de solución. Muchas veces la creatividad es eso: generar un momento nuevo a partir de un problema o de una necesidad.

Y la gente ¿qué busca? Porque no parece un programa que esconda grandes secretos.

Me parece que busca acercarse más a un objeto amable, que le dio un momento de alegría, de felicidad, y por lo tanto quiere conocerlo un poco más. Quizás quieran saber cómo se hizo eso que a mí me hace bien, o que me hizo bien, o que disfruté. Y quizás puedo aprender, porque muchas veces lo que aparece en medio del divertirte con algo es la pregunta: ¿cómo se les ocurrió esto? ¿Cómo es que hacen esto? Aparece una curiosidad. Y esa curiosidad forma parte también del entretenimiento. De la misma manera que una persona que te interesa vos la querés conocer. Querés verla. Querés que te cuente cosas. Querés saber más. De lo que no querés saber, precisamente, es de aquello que no te gusta. O tenés que saber, a partir de tener que solucionar algo. Como saber cómo funciona un órgano. Conocemos cómo funcionan las cosas cuando andan mal. Ahí las abrís y te fijás lo que hay adentro. En este caso, no. Es para el curioso, para el que ama el programa, que le gusta y le interesa saber más. Por distintas razones. Por eso es una charla que no es para gente que escriba. Es para cualquiera que disfrutó del programa y que de pronto le cuenten cómo funcionaba, cómo se hacía, cómo se hace eso, que puedan aprender algo, llevarse algo o algo que les sirva para ellos.

¿Y qué explicación tenés vos de que haya tanta gente que haya recibido tanta alegría?

No es una ciencia exacta. Ni el humor ni el arte son ciencias exactas. Es una circunstancia en la que encontrás algo y a partir de que lo encontrás, lo seguís cultivando. Y a veces lo fabricás y podés reproducir esa alegría, y a veces lo fabricás y no funciona. Si no, todos haríamos éxitos. Obviamente hay leyes, cosas, formas, formatos, curvas dramáticas, etcétera. Pero miles de veces te pasa que algo que pensás que va a estar maravillosamente acompañado por la risa de la gente resulta que no pasa nada, y al revés. Cosas que uno ha hecho no con mucho entusiasmo, quizá planteándolo como “bueno, es un relleno, listo, lo hago porque lo tengo que hacer, porque ya lo hice”, resulta. ¿Qué quiere decir? En el arte -o por lo menos en la parte que conozco yo, esto que considero que es más un artesanato-, vos no lo terminás, lo termina la persona que está mirando. De hecho, nosotros creo que tenemos muchos personajes porque nos fuimos dando cuenta de que a la gente le gustaban distintos personajes. Y todos tienen un personaje favorito distinto, y quizás parte de lo que funciona del ciclo es la abundancia, la cantidad de personajes que tiene, que hace que sea como una especie de mesa dulce de un cumpleaños de 15. Tenés de todo; algo te tiene que gustar. Hay algo de eso, con diferentes estilos, diferentes géneros, con diferentes niveles humorísticos. Más absurdos, más ingeniosos, más bestias, más brutales, más de vestuario, por decirlo de alguna manera.

Con respecto a la charla del lunes, las de Diego son un formato entrevista, con videos. ¿Cómo va a ser la tuya?

Yo despliego un rato la historia del programa, cómo se hacía, paso dos o tres videos, pedacitos como para tener referencia de algún personaje, y después abrimos el micrófono al público, a una cantidad de preguntas hasta que estemos todos con ganas de irnos a casa. Porque también es eso, vas a contar un montón de cosas y siempre hay curiosidades que se repiten. Es un momento de intercambio y también es un misterio, porque vos decís: che, ¿en Uruguay gustarán las mismas cosas? Porque ya en la Argentina no pasa que gusten las mismas cosas en Buenos Aires que en Mar del Plata que en el norte. Son cuestiones culturales de cada lugar.

¿En estas presentaciones sentís una obligación de ser gracioso?

No. Porque yo no estoy presentando un espectáculo de humor. Va a aparecer mi manera de hablar o de contar las cosas. No evito eso. Es amena, es graciosa la charla, pero no está buscado. Es un concepto que cuando aparece el humor, aparece. El fondo es hablar del programa, de la creatividad, y de cómo también esa creatividad la aplicamos en nuestras vidas. O estaría bueno aplicarla en nuestras vidas. Por eso digo que la creatividad, como lo contrario a la resignación, lo podés aplicar a cualquier cosa. Como una especie de luz. A veces funciona y a veces no, pero si no crees en eso, seguro que no funciona.

Volviendo al humor, has escrito libros, guiones de televisión, de cine... ¿Hay algún tipo de humor con el que te sientas más cómodo?

No, para mí es el que me sale bien. Muchas veces es una cosa donde lo que hacés vos funciona y lo que te gusta a vos no funciona. Entonces es como una negociación. Y hay como una selección. Cómo hacemos, no para hacer lo que gusta, sino para que lo que hago guste. Es distinto. Y ahí está el trabajo, y saber que va a haber un montón de cosas que no van a ser tan masivas como otras. Y no es que no me gustaría hacerlo; no me sale. Me sale un determinado tipo de humor, que le gusta a determinado tipo de gente, y que no tiene que ver con sectores socioeconómicos muy homogéneos. Es más bien transversal. Gente humilde o gente adinerada, gente muy culta o gente menos culta, en términos de lo que tenemos entendido como cultura. Que se puede reír más de una cosa y otros se ríen más de la otra. Yo prefiero entender que lo que hacemos es como un momento de adolescentes divirtiéndose. Creo que ahí es donde nos transversalizamos con mucha gente. Siempre lo entendí así. Obviamente que hacemos cosas con Diego que por ahí las hacemos con oficio.

Pero la mayoría de las cosas las hacíamos porque nos divertían a nosotros, porque entendíamos que eso nos gustaba hacerlo. Siempre en una posición en donde por ahí Diego, como actor y artista, era más arriesgado. Y yo como productor y director, reteniendo. Lo cual no quiere decir que él era más revolucionario y yo más conservador. Simplemente entender que a veces la creatividad es precisamente esa tensión, en donde tenés que ser lo suficientemente original, pero no tanto como para que no te entiendan. Y ahí es donde te la jugás.

En tus libros el timing está del lado del lector, así que a priori parecería más difícil.

Te diría que sí. Ya primero que tenga ganas de leer. Hay un recorte grande ahí: el que tiene ganas de leer y el que no tiene ganas de leer. Después, que no lo tengo a Capusotto. A Capusotto lo tenés que hacer vos. Y no dice: Va Capusotto ahí, porque eso ayudaría mucho. Sería un poco abusivo de mi parte. De hecho, mucha gente dice que cuando lee los libros escucha mi voz. Por la locución, etcétera. Yo lo tomo como otro lenguaje en el que sé que me va a pedir otra cosa. De la misma manera que hacer radio te pide otra cosa, de la misma manera que hacer teatro te pide otra cosa, la escritura es otra cosa. Y la satisfacción es rara, porque la gente me dice: “Me empecé a reír sólo leyendo”, cosa que nunca me pasa, o “me reía solo en el bondi”. Es una experiencia que es muy personal. Por ahí se transcribe a una más comunal cuando alguien le lee el cuento a otro, pero si no, la lectura es muy muy personal.

¿Cómo estás viviendo este momento de Argentina?

Transitándolo, para que pase. Y amortiguándolo, que podamos hacer que se amortigüe lo máximo posible. Tratando de empezar a generar algo propio y no quedar atrapado en la indignación constante, teniendo como único plan la catástrofe. Hacer y ponerse a hacer cosas. Es difícil, porque los niveles de estupefacción que provoca hacen que uno se indigne y se quede paralizado en la indignación. Entonces, tratando de salir de eso. De no regodearme, y salir de esa indignación que es en la que uno queda atrapado.

En entrevistas tuyas del año pasado decías que hablar todo el tiempo de Milei era tóxico y hasta morboso. ¿Hablar tanto de él fue un ingrediente para que terminara ganando?

No lo sé. No tengo tantas nociones de comunicación como para suponer eso. Lo que sí es que a veces no podés quedarte todo el tiempo hablando. Tenés que pasar a ver cómo lo solucionás. Es como si se te rompe el calefón mañana y te la pasás diciendo “¡pero si tenía garantía!”. Y es verdad, sí, tenía garantía. ¿Y cómo se llama eso que tiene el calefón que siempre se rompe?

No sé, yo tengo un termotanque.

¡La termocupla! Entonces hay un momento de ¡ya está!, ya hablamos, ya sabemos. “¡Hace calor!”. ¿Cuántas veces podés decir “hace calor”? “¡Cómo llueve!”. Y así. No podés quedarte todo el tiempo atrapado ahí. Voy a hacer algo, veo cómo doy una mano, trato de ver cuál es mi nivel real de víctima de todo esto. Porque también es eso, el usufructo de la victimización. Hay que dar una mano al que de verdad lo está jodiendo, a mí todavía no me está jodiendo; por ahí en el futuro me jode. Pero mientras me indigno, el otro se sigue cagando de hambre.

¿Y desde el punto de vista creativo?

No no. Yo no hago humor, no me dan ganas de hacer humor. Estoy harto del humor con estos personajes. No critico al que lo haga, cada uno que haga lo que quiera. Yo no. Tampoco lo hice con Macri ni nada. Hablo más de nosotros que de ellos.

¿Te imaginás cómo va a seguir el año?

No lo sé. Más que pronósticos, tengo deseos. Desearía que mejor. Así que vamos a trabajar por el deseo. Más por tener un plan que por tener esperanza. La esperanza es un deseo sin plan. Hay que tener un plan.

– Leé más: Pedro Saborido y su libro para entender el peronismo

Charla gratuita de Pedro Saborido para suscriptores de la diaria

Cómo se hace Peter Capusotto y sus videos.
Lunes 4 de marzo a las 19.00 en la sala Zavala Muniz, teatro Solís.

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