“Yo no soy ni hombre ni mujer: soy artista y me visto como quiero”, profiere George Sand en el monólogo que abre el ciclo Nosotras este viernes en el teatro Solís, a propósito del Mes de la Mujer. Para su creadora y protagonista, la artista uruguaya Analía Puentes, esta delicada pieza sobre Amantine Aurore Lucile Dupin (1804-1876), quien utilizaba el seudónimo George Sand, “es un encuentro poético y una oportunidad de visibilizar a las mujeres en el arte”. Además, como coincide con el Mes de la Francofonía, el espectáculo que trae desde Barcelona, donde reside actualmente, cuenta con apoyo de la Embajada de Francia en Uruguay.

Irse con el circo

“Acá trabajaba en periodismo, y el teatro y la danza eran mi hobby”, cuenta la actriz formada en el Circular. El giro comenzó en 2013, cuando la compañía catalana La Fura dels Baus vino por segunda vez al país y seleccionó a artistas de distintas disciplinas para montar un show en el pabellón del LATU.

“Hicimos un trabajo increíble, que a mí me partió en dos. Me tocó la fibra y dije ‘es lo que quiero hacer en mi vida’. Fue un proceso muy grande, muy potente, trabajamos ocho horas por día durante tres semanas para presentar ese work in progress que se llamaba Game Over, dentro del Festival Internacional de Artes Escénicas. Después ellos se fueron y a mí me quedó resonando muchísimo”.

Se animó, les escribió y terminó viajando a España: “Yo tenía un trabajo fijo, tenía montada mi vida. Y en cuestión de dos meses decidí irme”. La Fura planificaba un espectáculo para el que era la primera vez en 20 años que se juntaban sus cinco directores. El escenario sería el castillo del Montjuïc y Jürgen Müller necesitaba una asistencia en dirección: “Por esa época estaban por escribir un libro, y como yo hacía comunicación... Me lancé. Fue muy jugado”, continúa Puentes.

A partir de ahí, una cosa llevó a la otra: se anotó en el laboratorio teatral de Jessica Walker, “una escuela que trabaja desde el lugar de la verdad, de encarnar desde una vivencia, más allá de la interpretación”. Como la propuesta para terminar el curso era hacer un solo, Puentes abordó la historia de María Antonieta. La pieza sobre la reina decapitada, con la que vino en 2019 al Solís, implicaba una exposición corporal diferente, aunque con puntos en común al personaje de George Sand.

María Antonieta fue muy desafiante, por el proceso de ese desnudo, y yo tenía que encarnar a una adolescente, reina, con todos sus caprichos, pero a la vez a una mujer que también luchaba por su libertad de ser. Y con George Sand es parecido, en el sentido de que fue pionera en la defensa de los derechos de la mujer en su época, una de las primeras en el 1800. Se vestía de hombre para poder entrar en la sociedad, para poder meterse en las galerías, en los eventos, en los teatros. Fumaba, se separó, tuvo muchos amantes, entonces fue muy controvertida. Se señalaba a la que se salía de los cánones”, explica. Pero, como apunta, “se la conoce más por Chopin, porque ella lo apoyó muchísimo en sus composiciones”.

Temporada en Mallorca

Si a María Antonieta llegó por sugerencia de su directora, en el caso de George Sand hay una conexión curiosa: “Mis abuelos son de Valldemossa, un pueblo de Mallorca, hermoso, patrimonio histórico, y en ese pueblo George Sand y Chopin estuvieron viviendo. Ella tiene un libro que se llama Un invierno en Mallorca. Se quedaron en el monasterio que ahora es muy turístico, porque aparte está el piano de Chopin y quedan utensilios de la época, exhibidos como en un museo. Desde chica esta historia la tengo muy adentro, porque el pueblo vive de esa estadía de ellos. Quise meterme con ella, aparte, porque resonaba conmigo en el sentido de que fue un personaje que luchó por su deseo y por ser artista. Ahí fui a hablar directamente con el alcalde, me apoyaron, y terminamos haciendo la obra en los pasillos del monasterio, frente a la habitación donde ellos vivieron un tiempo. Fue muy emotivo”, cuenta sobre aquella experiencia en escenarios reales.

En Valldemossa, dice Puentes, hay guías que refieren el pasaje de aquella pareja, e incluso en la habitación donde supuestamente se alojaron se mantienen sus objetos, incluyendo partituras, peines, así como acuarelas hechas por los hijos de ella. El condicional obedece a que existe un conflicto sobre cuál fue la verdadera celda en la que estuvieron, mientras una pintura que hizo uno de los niños desde la ventana indicaría que es un cuarto en concreto.

Para construir este unipersonal fue especialmente útil la biografía que Sand escribió cuando promediaba las cuatro décadas: Historia de mi vida.

“Allí relata mucho de sus padres, de sus amantes, del arte, de cómo lo vive, habla de su exmarido, que le cortó bastante las alas. Nos basamos en eso y en el libro de correspondencia con Alfred de Musset, que también fue su amante”. Todos esos personajes llevan a Puentes a desdoblarse, acompañada de la pianista Elke Sanjosé, que si bien no actúa, comparte escena con idéntico vestuario y va representando a distintas figuras.

Puentes describe este espectáculo como “muy íntimo”, confeccionado en detalle para conducir al espectador “a una época y a una bohemia”. Para eso trajo una maleta donde está lo principal de la escenografía: guirnaldas de papel teñidas con té, en procura de tonos ámbar, y fotocopias de partituras desparramadas por el suelo. Junto a una mesa, un perchero y un piano, el cuento cobra forma.

La pieza fue traducida al francés y al catalán por la Universidad Autónoma de Barcelona y el apoyo del Instituto Francés de Barcelona, de manera que la llegó a hacer subtitulada.

María Antonieta fue el inicio de estos retratos femeninos que la actriz uruguaya viene presentando en distintas salas de España. “Es María Antonieta, pero atrás de ella hay muchos más. Estoy contando una historia a través de varias voces”, dice. Lo mismo ocurre con George Sand y con el trabajo que está desarrollando, casualmente sobre otra figura relevante de la cultura francesa: Juana de Arco. Será con Walker en dirección, nuevamente, con quien ya establecieron un lenguaje común, lo mismo que con el dramaturgo Camilo Zaffora.

La “doncella de Orléans” marcará su regreso a la creación luego de ser madre. Mientras esperaba a Rita, que hoy tiene casi dos años, junto a su compañero fueron leyendo las memorias de Eduardo Rejduch, Hacia donde me lleve el viento (Penguin, 2005), un uruguayo que dio la vuelta al mundo en barco. Eso los inspiró para delinear una vida más próxima a la naturaleza. Y como los dos tienen trabajos flexibles, apostaron a vivir un poco en puerto y otro poco fondeando, en el mar. En mayo se compraron un velero de 14 metros, una suerte de pequeño hogar flotante. Ya estuvieron en Tarragona, en las islas Baleares, y al terminar la temporada volvieron al puerto de Badalona. Así llevan una vida “muy dura, como la naturaleza, por momentos, y muy impresionante y maravillosa en otros. Hay mucho que gestionar”, dice Puentes, apostando, ella también, a una idea de libertad.

George Sand (mi vida es la vuestra) el 1º, 2 y 3 de marzo a las 20.00 en la sala Delmira Agustini del teatro Solís. Entradas: $ 500 y 2x1 para Comunidad la diaria.