Donald Sutherland, prolífico actor con seis décadas de experiencia tanto en películas aclamadas por la crítica como en otras de consumo masivo, murió este jueves en Miami después de una larga enfermedad, según confirmó a la prensa estadounidense la agencia de artistas CAA. Tenía 88 años.

Nacido en la provincia canadiense de New Brunswick en 1935, desarrolló una carrera que lo convirtió en cara conocida para las grandes audiencias, aunque tuvo suerte dispar con los reconocimientos. Nunca fue nominado al Oscar, pero recibió una estatuilla honoraria en 2017, y en cambio tuvo nominaciones a los Globos de Oro y a los Emmy, obteniendo un triunfo doble gracias al telefilm de 1995 Ciudadano X.

Luego de tener papeles menores en films de género, logró formar parte del elenco de Doce del patíbulo en 1967. Según el actor, solamente tenía un parlamento en la historia de la docena de convictos que realizan una misión suicida previa al desembarco en Normandía. Sin embargo, su colega Clint Walker se negó a hacer una de las escenas y el director Robert Aldrich miró a Sutherland y, sin saber su nombre, le dijo: “¡Vos! ¡El de las orejas grandes! ¡Hacelo vos!”.

Ese rol lo llevaría a interpretar al capitán Pierce en M*A*S*H (1970), dirigida por Robert Altman y ambientada en un campamento médico durante la guerra de Corea. El mismo año estuvo en otra película bélica, El botín de los valientes, junto a Clint Eastwood. En 1971 compartió cartel con Jane Fonda en El pasado me condena, interpretando a un detective que se enamoraba de la prostituta a la que protegía de un asesino.

Sutherland y Fonda tuvieron una relación en la vida real, que agitó sus sentimientos antimilitaristas. Además de acercarse a grupos de veteranos de Vietnam que se oponían al conflicto, junto a Fonda y otros actores desarrolló el espectáculo FTA (por Fuck the Army o Que se joda el ejército) y eso llevó a que la pareja estuviera bajo vigilancia por parte del FBI.

En los setenta también fue el protagonista epónimo de Casanova (1976), de Federico Fellini, y estuvo en la remake de Los usurpadores de cuerpos (1978), de Philip Kaufman. Luego seguirían títulos como Gente corriente (Robert Redford, 1980) y El ojo de la aguja (Richard Marquand, 1981). Fue el brutal director de la prisión en la que era encerrado Sylvester Stallone en Condena brutal (John Flynn, 1989) y el misterioso X en JFK (1991) de Oliver Stone.

Hasta 2004 no hubo año en el que no tuviera al menos una película en cartel, promediando siempre dos o tres. Tuvo roles en películas como Acoso sexual (Barry Levinson, 1994), Epidemia (Wolfgang Petersen, 1995), Jinetes del espacio (Clint Eastwood, 2000) y La estafa maestra (F Gary Gray, 2003).

Las generaciones más jóvenes seguramente lo recordarán como el despótico presidente Snow en las cuatro películas de Los juegos del hambre estrenadas entre 2012 y 2015, dirigidas por Gary Ross (la primera) y Francis Lawrence (las restantes). El actor leyó el guion sin que le ofrecieran la parte, solamente por curiosidad, y les escribió a los productores para que lo tuvieran en cuenta.

“El papel del presidente tenía tal vez una línea en el guion, tal vez dos. No hacía la diferencia. Pero pensé que era una película increíblemente importante y quería ser parte de ella. Pensé que podría despertar a un electorado que estaba dormido desde los 70”, dijo en 2014 a GQ. “No había leído los libros. Para ser sincero, ni siquiera los conocía. Pero le mostraron mi carta al director, Gary Ross, y le pareció buena idea que lo hiciera. Escribió esas maravillosas escenas poéticas en el jardín de rosas, y formaron la mente y el ingenio de Coriolanus Snow”.

Tal astilla

Donald Sutherland tuvo cinco hijos. El más famoso, Kiefer, siguió sus pasos como actor. Ambos compartieron cartel en la película de 1996 Tiempo para matar, de Joel Schumacher, y en el western de 2015 Regresando a casa, de Jon Cassar. Sin embargo, Donald rechazó el ofrecimiento de interpretar al padre de Jack Bauer, el rol más famoso de Kiefer en la popular serie 24.

Kiefer despidió a Donald con un sentido mensaje en las redes sociales: “Con gran pesar les cuento que mi padre, Donald Sutherland, falleció. Personalmente, creo que fue uno de los actores más importantes de la historia del cine. Nunca se achicó ante un papel, fuera bueno, malo o feo. Amaba lo que hacía y hacía lo que amaba, y no se puede pedir más que eso. Una vida bien vivida”. Luego de que sus palabras se viralizaran (tuvo más de 300.000 me gusta en Instagram y 900.000 en la red antes conocida como Twitter), Kiefer agradeció el apoyo y las condolencias provenientes de todo el planeta.