La industria del entretenimiento en Estados Unidos sufrió un sacudón enorme con la pandemia y la consolidación de las plataformas de televisión a demanda como vía de consumo de series y películas. Esto llevó a que los grandes estudios gastaran cuantiosas sumas de dinero en generar contenido para sus catálogos como forma de mantener o aumentar la cantidad de clientes.

En poco tiempo, el público se encontró con un número cada vez mayor de plataformas, pero el presupuesto de cada hogar se mantuvo. La burbuja no pudo sostenerse, la desaceleración del aumento de suscriptores asustó a los accionistas y el mercado se vio obligado a cambiar: hubo empresas que se fusionaron, otras anunciaron recortes, y hoy muchas plataformas incorporaron paquetes económicos con tanda publicitaria, que muchos daban por muerta.

Tan frágil es esta nueva realidad, con tijeras cada vez más afiladas, que, por ejemplo, no dan tiempo a que una serie encuentre su público antes de cancelarla sin misericordia. En los últimos días se viralizó un rumor que perfectamente podía ser cierto: el fin de Cartoon Network.

Todo comenzó en 2022, cuando Warner Bros. se fusionó con Discovery y, como suele ocurrir en operaciones multimillonarias, se perdieron numerosos empleos en busca de mejorar marginalmente los resultados de un trimestre, semestre o lo que corresponda. Eso incluyó una caída de la fuerza de trabajo de la división de televisión del 26%.

En esa reestructura, Cartoon Network Studios (CNS), el estudio que producía las animaciones originales de la señal Cartoon Network, fue fusionado con Warner Bros Animation (WBA), aunque se anunció que, pese a compartir equipos de desarrollo y producción, continuarían trabajando como marcas separadas, con CNS enfocado en las historias originales.

La siguiente noticia fue un cierre, al menos inmobiliario: en agosto del año pasado el edificio de Burbank, que era prácticamente un segundo (o tercer) logo del canal, cerró sus puertas y los trabajadores de CNS se mudaron a las torres Second Century junto a sus compañeros de WBA.

A estos sacudones animados se le sumó, hace un par de semanas, un video de Jellybox con un título bastante ganchero: “Cartoon Network prácticamente ha desaparecido”. Para sus creadores, el asunto es aún peor: en el cortometraje animado sus personajes pintan un panorama terrible entre la industria de la animación estadounidense, con “cifras récord” de desempleo entre los animadores.

Después de explicar que es “la codicia” la gran responsable de las reducciones de personal poco tiempo después de que el teletrabajo en la pandemia mantuviera a los estudios con vida, la gente detrás del video pedía ayuda para la difusión de lo que está ocurriendo. Para eso invitaban a subir imágenes de sus shows favoritos de Cartoon Network usando el hashtag #RIPCartoonNetwork (#QEPDCartoonNetwork).

Al viralizarse el hashtag sin el contexto del video, muchos internautas pensaron que la cosa era literal y comenzaron a despedir al símbolo de tantas infancias. Ese símbolo, mientras tanto, se vio obligado a aclarar la situación. “Cartoon Network quiere aclarar que no es cierta la especulación de que la señal o el estudio vaya a cerrar. Con una numerosa cantidad de proyectos que recibieron la luz verde, permanecemos comprometidos a invertir continuamente en contenido innovador que entretenga e inspire a nuestros espectadores alrededor del mundo”, escribieron en un comunicado.

Los responsables de la animación crítica lograron su objetivo y ahora las actividades de la señal y su estudio serán miradas con lupa.

Cancelaciones en Apple

Netflix sigue siendo la gran ganadora de la guerra del streaming, lo que, según los analistas (y declaraciones de ejecutivos de la compañía), le permitiría reducir el gasto en producciones originales y mantener el liderazgo, dado que gran parte de la competencia (Disney, Paramount y Warner Bros. Discovery) también está achicando presupuestos. Amazon, propietaria de Prime Video, es la única con un bolsillo lo suficientemente hondo como para seguir invirtiendo.

Y después está Apple, la empresa que tiene la plataforma Apple TV+, disponible en casi toda América Latina, salvo excepciones como Cuba, Jamaica, Surinam... y Uruguay. Algún día sabremos por qué ese servicio (y otros como la tienda de iTunes) no está disponible en nuestro país. Entre nos, debe haber alguna legislación que no tenemos (o que tenemos) que los mantiene a raya. Si hicieran ruido como Spotify, lo sabríamos, pero parece que el mercado uruguayo no les importa mucho.

Volviendo a la manzana, lleva gastados 20.000 millones de dólares en programación original, pero las cifras de suscripción están lejos de ser las esperadas y tampoco se cuelan entre los rankings de visionado en plataformas. Así que se están acelerando las cancelaciones, se están revisando los presupuestos, que hasta ahora eran ejemplo en Hollywood, y los ejecutivos buscan más control sobre los creativos. Sabemos lo que suele suceder después de eso.