¿Se puede interactuar con una pantalla sin un objetivo predefinido? ¿Qué tan difícil puede resultar el abandono de una costumbre? ¿Qué tipo de vínculos sostenemos a diario con los robots? Con esas y otras preguntas inquietantes comenzó el proceso de creación colectiva que derivó en Ficticia, prácticas en delay, una obra que va por su cuarta temporada, y que surge con el impulso del colectivo artístico Back to Back.
“El espectáculo tiene cosas de ciencia ficción, pero nosotras decimos que se ubica mejor en el terreno del poshumanismo”, aclara Paola Escotto, coreógrafa, gestora, docente de filosofía y bailarina. “Lo que está después de lo humano son los cíborgs, y esa es una realidad que ya está sucediendo. A la vez, hay una búsqueda poética en la que proponemos una vuelta a la comunidad como alternativa a todo lo que nos está afectando en la actualidad”, afirma una de las dos directoras del espectáculo.
Los carteles promocionales del evento anuncian “una experiencia única e interactiva que combina cine, danza y arte digital”. “Recomendamos a los concurrentes llevar celular con batería, datos y una aplicación para escanear códigos QR”, explica Noel Rosas, gestora cultural, docente en artes vivas y virtuales. “Estamos trabajando con tres pantallas simultáneas y con toda una instalación que está ubicada fuera de la sala, por tanto los espectadores van a moverse en diferentes espacios”, avisa la directora.
La invitación es para acercarse a “ficciones incorporadas en humanidades compostadas que arriesgan por diluir: presencia, virtualidad, danzas, hologramas, imágenes de animales con cabellos sintéticos y vegetaciones coreografiadas en pantallas en las preguntas por la multiplicidad, el tiempo y el efecto”.
Máquinas humanoides
Pero ¿de quiénes están hablando? ¿Quiénes son los cíborgs? “La antropóloga Amber Case dice que todos somos cíborgs, en el sentido de que estamos en permanente vinculación con la tecnología. O sea, tu cerebro en realidad está conectado con la información. La usás todo el tiempo del celular, por ejemplo. Ya es como una extensión tuya”, sostiene Escotto.
“Eso convive con otras realidades más concretas, como la del activista y artista Neil Harbisson, que decidió implantarse una antena en su cabeza”, acota Rosas, en una charla que deriva mucho más allá de la obra. “El concepto de los cíborgs surge de la ciencia ficción, y la filosofía contemporánea empieza a problematizar que, en realidad, nuestro modo de vida es bastante cíborg”, agrega.
Además de bailarinas, escritoras y directoras de esta obra, Escotto y Rosas son amigas, acostumbradas a hacer y resolver muchas cosas al mismo tiempo. “Hay un curador brasileño, Ricardo Basbaum, que habla de los artistas-ETC. Y dice que, en Latinoamérica, el modo de producción que tenemos es la multiplicidad de roles”, cuenta Scotto. “Esta obra también tiene bastante de eso. De la multiplicidad en la que vivimos, con cosas que coexisten o que están superpuestas”, apunta. En su caso se considera, antes que nada, bailarina de danza contemporánea, “y después empecé a mezclar todo”, confiesa. El primer amor de Rosas también fue la danza, al tiempo que destaca su formación en las artes circenses.
“En el colectivo Back to Back hacía tiempo que veníamos preguntándonos por la relación de lo humano con las máquinas y en cómo poder pensar la danza como un lugar de relación con esos otros cuerpos. De hecho, somos una especie que construye tecnología, pero la tecnología también nos construye a nosotros”, dice Escotto.
“Desde lo escénico, nos atrajo la posibilidad de interactuar con máquinas y tecnología. Desde el lugar de perfórmers se genera un riesgo muy interesante”, agrega Rosas, y apunta: “A esto se le suman algunas lecturas que hemos utilizado como docentes y que rodean el mundo de lo cíborg”.
“De hecho, para esta obra trabajamos con una frase del Manifiesto cíborg, de Donna Haraway, que dice que las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica. O sea, cómo la ciencia ficción muchas veces trae cosas que después, unos años después, están pasando en la realidad”, recuerda Escotto.
Rosas deslinda la obra de cualquier intención apocalíptica. “Todo lo contrario. No queremos mostrar una especie de infección generalizada. Lo que planteamos es: ante este nuevo escenario podemos formar comunidad e imaginar futuros posibles”.
Ficticia, prácticas en delay. Domingo 1° de setiembre a las 19.00 en la sala Nelly Goitiño. Entradas a $ 400 en Tickantel. la diaria 2x1.