Inaugurado el 25 de agosto de 1856, el Solís fue el primer teatro de América del Sur. Esa noche, en sintonía con la idea de “teatro a la italiana” que había inspirado su construcción, abrió sus puertas con una gala lírica: se presentó Ernani, la ópera de Giuseppe Verdi. En 1937 pasó del ámbito privado al de la Intendencia de Montevideo (IM) y pasó a ser uno de los canales desde donde se implementaron numerosas políticas públicas asociadas a la modernización.

En 2004 fue objeto de una reforma edilicia que lo transformó no sólo físicamente. Hoy es un centro intercultural, cuyo valor patrimonial, humano y artístico lo ha vuelto referente a nivel internacional. Sigue siendo el principal escenario operístico de Uruguay, pero además ha acompañado los cambios y las exigencias de una sociedad que tiende a la democratización, la inclusión y la plena vigencia de los derechos culturales.

Del siglo XIX a la hipermodernidad

En el informe “Perspectiva en derechos humanos: el camino para programar una institución cultural del siglo XXI”, el área educativa del Solís establece una periodización que ayuda a comprender la historia de la institución.

En la fase inicial identifica la construcción de un monumento como elemento central. “Fueron tiempos de bailes de máscaras y de un largo desfile de divas europeas integrantes de compañías líricas”, anota el informe. En 1907 se creó la Banda Municipal, el elenco artístico oficial más antiguo de Uruguay.

La segunda fase comienza cuando el teatro pasa a la órbita pública. La actriz y directora española Margarita Xirgu es una de las figuras centrales de la primera etapa de este período, marcado por la creación de la Comedia Nacional en 1947. La presencia del elenco estable será una de las constantes en la sala del teatro. De acuerdo con el informe, “el repertorio transita del criollismo nacional hacia la dramaturgia española, francesa y anglosajona que introdujo la Xirgu. Es una etapa elevada, de valoración del arte per se que apuesta al derrame” en tanto concepción de lo cultural.

En 1949 se funda la Escuela Municipal de Arte Dramático, hoy Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático, y en 1958 se crea la Orquesta Sinfónica Municipal, antecesora de la Orquesta Filarmónica de Montevideo. En este período se desarrollan políticas culturales inspiradas “en la reafirmación de los principios democráticos de la dignidad, la igualdad y el respeto mutuo de los seres humanos”, de acuerdo al investigador Eduardo Nivón.

Si la segunda fase estaba orientada por valores asociados a la modernidad, la tercera fase está signada por el paradigma posmoderno, que cuestiona la distinción entre alta y baja cultura. Así, el teatro Solís se abre a géneros y prácticas asociados a la cultura de masas y prácticas juveniles, como los festivales de música.

Teatro Solís, año 1916.

Teatro Solís, año 1916.

Foto: Fotógrafos Municipales, Centro de Fotografía

En 1998, tras un principio de incendio, el Solís cierra sus puertas y se produce la mayor reforma de su historia. Cuando reabre, en 2004, ha cambiado y también ha cambiado su contexto. Han llegado las ideas de eficiencia en la gestión, la prioridad de la inclusión social y la atención al público, junto con la concepción de proyectos e infraestructura de alta calidad. “Regresa la ópera con La Bohème, de Puccini, junto con obras pertenecientes a la nueva dramaturgia, con influencia francesa, argentina y alemana. Nuevas generaciones de creadoras y creadores pueblan este nuevo teatro”, escribe el informe.

En 2008 se inaugura la nueva sala Zavala Muniz en una de las alas laterales del edificio. Desde entonces, el complejo contará con tres escenarios, una sala de exposiciones, una fotogalería, una tienda, una cafetería y un Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas.

Nace el Solís como centro cultural, orientado también a la formación de públicos. En 2005 la Comedia monta Las mil y una noches, de autores y directores diversos, que representa las nuevas tendencias estéticas.

La cuarta fase “es la del espectador hipermoderno”, dice el informe. “Identificamos que en el teatro Solís se impone el criterio de producción e hiperconsumo; predomina un espectador omnívoro, a decir de Richard Peterson, que no se inclina exclusivamente por un tipo de espectáculo, sino que se guía por el patrón del consumo”, dice el informe, y apunta también a la democratización masiva del ocio.

Se produce también una revisión de la propia historia del teatro, en atención al consumo turístico. Se implementan servicios de visitas guiadas abiertas orientadas a distintas temáticas y públicos. La idea de “derechos culturales”, consagrada en la Carta internacional de Derechos Humanos, tiene un reflejo directo en el proyecto Un pueblo al Solís (2010-2019).

El momento actual

El equipo que asumió en noviembre de 2020, bajo la dirección de Malena Muyala, definió su estrategia en torno a cuatro ejes programáticos que tienen el objetivo de “garantizar y promover el acceso a la cultura como un derecho humano para toda la ciudadanía”, con apertura a la diversidad sexual, la identidad étnico-racial, las infancias, las discapacidades, la accesibilidad cultural para toda la ciudadanía y la interseccionalidad”.

En buena parte de 2020 y 2021, el Solís estuvo cerrado debido a la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia de coronavirus. “Reinventarse fue una obligación para buscar nuevos caminos para conectarse con el público, recluido, desconcertado e imposibilitado de participar en actividades presenciales”, dice el documento. De ese modo, se concibe una serie de propuestas virtuales (Entrevistas, Ellas, en la sala Delmira, Ficciones sonoras, pensatorios y podcast, el ciclo Íntegra) y en espacios abiertos (Proyecta Reconquista, el mural Nosotras).

A partir de la reapertura, en 2021, las autoridades del Solís pueden desplegar cabalmente su plan inicial. La imagen actual del teatro “se sustenta en el paradigma de la culturización de la política, en el cual temas propios del campo cultural pasaron a ser parte central de acciones políticas, como es el caso de los temas vinculados a ambiente, género, diversidad étnica y diversidad cultural”, en consonancia con las políticas definidas por la IM.

“Una veta importante del trabajo implica promover este abordaje con nuestras alianzas estratégicas del quehacer artístico: los cuerpos estables del Departamento de Cultura [Comedia Nacional, Orquesta Filarmónica de Montevideo y Banda Sinfónica de Montevideo] y artistas, promotores y gestores del medio independiente”, explica el informe. El programa Solís Inclusivo es ejemplo de esta orientación.

Teatro Solís, diciembre de 2005.

Teatro Solís, diciembre de 2005.

Foto: Luis Alonso

De manera más general, la programación se orienta en cuatro vertientes. Somos refiere a espectáculos que reflejan identidades y raíces diversas: diversidad sexual, de género, étnico-racial y migratoria, así como diversidad de géneros artísticos y culturales. Nosotras nuclea creaciones e interpretaciones de mujeres en diversas disciplinas artísticas. Recrea, que funciona todo el año y no sólo en la temporada infantil, fomenta la participación de la niñez en un espacio lúdico y de desarrollo social, creativo y expresivo. _ Enciende_ está enfocado en otra franja etaria, bajo la consigna “Las juventudes encienden la llama”, con énfasis en la creación. Creadores/as y dramaturgos/as que interpelan y construyen en todos sus ámbitos.

A su vez, dos paradigmas atraviesan la programación: Solís Inclusivo apunta a la integración de públicos y prácticas, en tanto Solís Sustentable refiere al compromiso ambiental (por ejemplo, se reutilizan colillas para hacer pintura al agua, se colocaron bicicleteros y se reorganizó la gestión de residuos, se crearon espacios verdes y se impulsa el reciclaje en el diseño escénico).

Gracias a la coordinación con la administración de la IM, se alternan espectáculos con costo de entrada, con precio bonificado y con acceso gratuito por invitación.

Desde el área educativa, a su vez, “se realiza una política micro de gestión de públicos, a partir de la implementación de acciones focalizadas hacia segmentos específicos” que apuntan al sistema educativo formal e informal, los proyectos socioculturales de la IM y otros generados desde la sociedad civil.

Como resultado, el abordaje de la programación “ha permitido abrir el espectro de personas que asisten al Solís y diversificado el público, generando el acercamiento de quienes sienten atracción e identificación por temas, estéticas y artistas que en muchos casos tuvieron la primera oportunidad de presentarse en el emblemático escenario. Para parte de este público fue también su primer contacto con el teatro Solís”.