“Lo más terrible se aprende enseguida / y lo hermoso nos cuesta la vida”, decía Silvio Rodríguez en “Canción del elegido”, la que abre su segundo disco, Al final de este viaje (1978), que, paradójicamente, resultó el principio de su viaje artístico. Con 32 años, y acompañado solamente por su guitarra, con ese álbum dio forma a uno de los mejores repertorios de la –por entonces– nueva trova cubana. Su voz aguda y penetrante, que no deja pasar desapercibida a cada una de las palabras que escribe, y su forma de tocar la guitarra clásica, con arpegios que construyen una escalera de notas para que la melodía de la voz tenga una pareja perfecta, lo convirtieron también en uno de los mejores cantautores de habla hispana.

Rodríguez llegó para una doble fecha en el Antel Arena y agotó entradas rápidamente, tras 13 años de ausencia en el país. Aquí lo trae su nuevo disco, editado en 2024, Quería saber, en el que no falta el Rodríguez combativo. Por ejemplo, en “Para no botar el sofá” canta “Qué feos se ven los cuadrados / queriendo imponer su patrón, / en nombre de lo inmaculado / y de una sagrada razón”. Su último lanzamiento, de hace pocas horas, es una versión del himno “Unicornio” junto con el cantante argentino Jairo.

Aunque su agenda ha estado apartada de los medios, antes de presentarse en vivo, el jueves Rodríguez visitó a la exvicepresidenta Lucía Topolansky en su chacra de Rincón del Cerro. Según se puede ver en un video colgado en las redes sociales de la cuenta oficial del Movimiento de Participación Popular, Topolansky le contó al cubano que el fallecido expresidente José Mujica llegó a escuchar la canción que le compuso y publicó en enero de 2025, “Más porvenir”, en el marco de la iniciativa “Una canción para Pepe”, que buscaba “alegrar el alma” del expresidente.

La última vez que Rodríguez se presentó en Montevideo fue en 2012, en el estadio Centenario, y un año antes, en el estadio Charrúa. Pero quizás una de sus visitas más significativas fue la de hace cuatro décadas, el 1° de marzo de 1985 –el día que asumió como presidente el colorado Julio María Sanguinetti–, cuando fue uno de los tantos artistas que se presentaron en los festejos por el regreso de la democracia, en el escenario de la explanada de la Intendencia de Montevideo.

Por suerte, con un sonido más que respetable y casi de forma milagrosa –porque en este país el archivo sonoro antes de la era digital no era cosa de todos los días, y menos con un mínimo estándar de calidad–, su presentación, junto con su colega y compatriota –hoy ya fallecido– Pablo Milanés, desde hace muy poquito está disponible en plataformas digitales. Entre todas las joyas que se pueden escuchar en ese material, está la exquisita versión del clásico “Óleo de mujer con sombrero”.

En aquel recital, Rodríguez empezó con “Quien merece amor” y una larga introducción a puro arpegio. En el ambiente de ese espectáculo, al igual que pasará en estas horas en el Antel Arena, se siente la vibra de atención cuando canta el trovador. No en vano, en “Resumen de noticias”, de aquel disco de 1978, cantaba: “Aunque se dice que me sobran enemigos, / todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto. / Yo he preferido hablar de cosas imposibles / porque de lo posible se sabe demasiado”.