Sergio de León ha dirigido tres películas: Siempre vuelven (2025), Nieves florecida en astros (2023) y La intención del colibrí (2019). La primera cuenta la peripecia de una familia que carga con una herencia: el palomar del que no se pueden deshacer porque las palomas siempre regresan. La segunda registra con un celular, durante la etapa pandémica del “quedate en casa”, la convivencia de balcón a balcón del realizador con su vecina nonagenaria, que busca con su arte, como ella dice, “adornar la vida”. La intención del colibrí es la gran salida al mundo de De León como cineasta y cuenta la salida al mundo del entonces desconocido artista visual Ulises Beisso. Su obra estuvo exhibida, entre agosto y noviembre, en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y está a punto de llegar a Nueva York.
A sus 20 años, De León vivía en Balneario Solís y trabajaba en una inmobiliaria de Playa Verde al mismo tiempo que estudiaba. Una tarde llegó un auto rojo, con una pareja gay. Los dos hombres se bajaron, Ulises y Juan, y entraron al negocio. El cineasta cuenta que los miró sin palabras, como a dos extraterrestres. Luego de un par de encuentros, compraron un terreno y se hicieron una casa. De León quedó entonces a cargo de alquilársela a terceros todos los eneros y de recibir a los dueños cada febrero, cuando llegaban para disfrutar de su propiedad. Con el tiempo se hicieron amigos y frecuentemente se encontraban también en Montevideo.
Sergio creía que Ulises era famoso, porque lo veía trabajar y “exponer” obras hermosas y muebles hechos por él en su propia casa. Cada vez que estaba por ser alquilada, el cineasta iba solo a esa especie de museo silencioso lleno de luz, objetos, cuerpos y colores, e inventariaba y sacaba fotos de lo que luego mostraría a los candidatos a habitarlo ese verano.
Sin embargo, Ulises no mostraba su obra y sufría el anonimato. Corrían los años 1990 y ser gay era tabú. Hoy De León cree que no estaban dadas las condiciones a nivel de sensibilidad y apertura para acoger semejante torbellino de color y libertad. Habla de la vibración alta que tenían la obra y la persona de Ulises. Cree que esa potencia arrolladora es lo que hace que haya perseverado para llegar hasta hoy contra toda resistencia. Dice De León: “No tengo respuestas para entender todo esto que está pasando. Porque yo vi esos cuadros en un rincón apilados acumulando tierra, y hoy los veo en el Malba”.
En 1996, cuando Ulises supo que se iba a morir, hizo la exposición Imágenes de lo (mi) escondido en el Cabildo. El clima en la sala de exposiciones era casi de velorio. El público no lograba disfrutar del estallido de vida de las pinturas en ese contexto de muerte. Luego de su fallecimiento, parte de su obra se la quedó el viudo y parte la madre del artista, que ya había enterrado otro hijo. “La obra entra en una etapa de hielo, de congelamiento que tiene que ver con el dolor”, cuenta De León. Nadie osaba faltar el respeto a la mujer en medio de su pena. Nadie entraba a ese cuarto que, cual sellado armario, guarda las ropas de una vida que, aunque nadie lo sabía, pujaría por salir.
En esa muestra en el Cabildo, De León filmó la obra y a Ulises. Guardó la película en high 8 en una valija, como si supiera que un día iba a viajar. Esa película está dentro de la película La intención del colibrí, que cuenta sobre el deseo del pintor de ser conocido: el artista que pedía volar, pero no de manera común, sino como esas avecitas coloridas que aletean hasta 120 veces por segundo dependiendo de su especie y tamaño, esos pájaros que nos dejan boquiabiertos cuando se nos aparecen y que, según muchos, vibran alto, como casi nadie. El cineasta también lo cree: “Cuando ves un colibrí sube tu vibración. Y creo que Ulises tenía eso: llegaba y contagiaba esa vibración. Siento que la potencia de su obra tiene eso”.
Un sueño realizado
“Ulises siempre me decía que tenía que ir a Río y a Nueva York, y yo no conocía ninguna de las dos ciudades. Más de 20 años después, un documental en el que yo estaba trabajando me llevó a Río. Y me acuerdo de Ulises y esa noche sueño con él... se me aparece y me dice: ‘Mostrá mi obra y andá a ver a Juan’”. Poco tiempo después, Sergio veló a su madre y, cuando se encargó de la última mudanza, se topó con aquella valija.
Foto: Malba
Mandó a digitalizar la cinta en high 8, vio los cuadros de Ulises y se dio cuenta de que no había filmado al artista, aunque se lo escuchaba. En la película, Beisso habla de un ojo que aparece en la exposición. “Yo le pregunto si ese ojo es de verdad y él me dice que es el ojo de una muñeca. Y él tenía una cosa muy fuerte con la idea de la mirada: la mirada que condena y la mirada propia que descubre. Y lo que a él le parecía respecto de la exposición era que a través de ella él estaba conquistando aquello de apagar la mirada que condena para ofrecer su mirada a través de su obra”.
De León siente que él fue sólo el canal para la manifestación de la potencia de Ulises Beisso, de esa fuerza que hoy conocemos. Pero en ese sueño de Río de Janeiro, junto con el pedido de Ulises, surgió una doble misión: mostrar también el mundo escondido del cineasta. Dos seres saldrían de ese armario, dos obras de ese cuarto con llave.
De León asegura haber experimentado el placer de hacer una película a partir de un sueño. Porque ambos, en tanto imágenes, dice, tienen mucho que ver. Para quienes no hacemos cine, lo más parecido es soñar. En Siempre vuelven hay un personaje que repite: “Las imágenes, las imágenes que tienes dentro...”. Es una alusión al cineasta que trabaja con las imágenes que él mismo posee, no en base a referencias ajenas. Eso, dice Sergio de León, es lo más valioso, lo singular.
El cineasta siente que La intención del colibrí es, más que ninguna otra, una película por encargo. Él simplemente respondió y ejecutó. Después le parece que se empezó a mover “algo”. Él no cree haber descubierto lo que hoy se muestra en museos, sino que, a partir de esa, su acción, algo se empezó a mover y dio paso a la expansión de esa energía acumulada, esa potencia, esa obra que puja por salir. La fuerza encuentra un canal sutil, que es el sueño, pero después “es una fuerza que te trasciende, no algo que vos estás acompañando todo el tiempo para que ocurra. Ocurre más allá de vos porque es una energía que persevera en su ser. En la película yo digo: ¿cuánto tiempo se puede esconder algo?”.
La explosión
Después de aquella filmación de la exposición de Ulises Beisso en el Cabildo de Montevideo, que se convirtió, a pedido del pintor, en un videoclip con la música de María Callas que De León presentó como uno de sus trabajos de estudiante en la Escuela de Cine del Uruguay, llegó la muestra realizada en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) en 2016. La película ya estaba en curso y, al ver el videoclip, Juan, el viudo de Ulises, prestó la obra que él guardaba. Con la curaduría de Fernando Sicco, “la obra entró al taller de restauración del EAC y le limpiaron el polvo que había acumulado durante más de 20 años: fue como que entró al CTI. Luego, en esa exposición de tres meses, la obra empezó a dar sus primeros pasos”, recuerda De León.
La intención del colibrí se lanzó en 2019 y, pandemia de por medio, se estrenó en 2021. A propósito de ese estreno, la obra de Ulises se expuso en el Centro de Exposiciones Subte, con la proyección paralela de la película en una de las salas del museo. La curaduría estuvo a cargo de Pablo León de la Barra, que en 2013 había sido seleccionado como segundo curador de la Iniciativa de Arte Global Guggenheim UBS MAP. Nacido en Ciudad de México en 1972, León de la Barra obtuvo su doctorado en Historias y Teorías de la Architectural Association de Londres. Parte importantísima del montaje de aquella exposición en el Subte hoy quiere llevar la obra de Ulises Beisso a Nueva York en 2026.
El catálogo del Malba es un libro objeto de excepcional belleza. El museo, que fue creado con el objetivo de coleccionar, preservar, estudiar y difundir el arte latinoamericano desde principios del siglo XX hasta la actualidad, conserva y exhibe un patrimonio de aproximadamente 400 obras de los principales artistas modernos y contemporáneos. Los únicos uruguayos que han tenido allí una muestra especial son Pedro Figari, Rafael Barradas y Ulises Beisso.
La intención del colibrí fue el debut como director del cineasta Sergio de León, quien en los últimos 20 años ha trabajado como asistente de dirección en películas uruguayas y argentinas, como El empleado y el patrón (Manuel Nieto, 2021), Las vacaciones de Hilda (Agustín Banchero, 2022), El motoarrebatador (Pablo Toscano, 2018) y Las toninas van al este (Gonzalo Delgado y Verónica Perrotta, 2016), entre otras. También se desempeñó como jefe de producción y productor ejecutivo en El baño del papa (César Charlone y Enrique Fernández, 2007) y Artigas: la redota (César Charlone, 2011), y como docente en la Escuela de Cine del Uruguay, en la Escuela de Cine y TV de San Antonio de los Baños (Cuba) y en la Licenciatura en Lenguajes y Medios Audiovisuales de la Udelar, donde trabaja en la actualidad.
Te llevo para que me lleves
A raíz de la repercusión de la exposición de Beisso en el Malba, De León fue invitado a participar en el festival de cine Asterisco con una muestra de sus tres películas. Fue la primera vez que un realizador uruguayo tuvo una retrospectiva de este tipo en el Malba, y además abrió el festival. El cineasta no sabe a dónde lo llevará la obra de Beisso, pero recuerda casi todos los detalles de aquel viaje que se cuenta en La intención del colibrí: “Mi guía al hacer la película siempre fue si le iba a gustar a Ulises o no”. Lo que nació con aquel sueño en Río, una de las ciudades que Ulises le sugirió visitar, lo llevó a Sergio a Buenos Aires y el año próximo a Nueva York.