El miércoles 27 de noviembre, poco más de un mes después del robo cinematográfico en la Galería de Apolo, el Museo del Louvre en París atravesó otro hecho desagradable que puso en peligro su imponente acervo. Según reveló hace pocas horas la revista especializada en arte Le Tribune de l’Art, esa noche se produjo una fuga de agua en la biblioteca del Departamento de Egiptología, lo que resultó en una inundación.
La fuerza del agua fue tal que se filtró a un piso inferior y alcanzó a un gabinete eléctrico, lo que podría haber provocado un incendio. Afectó a centenares de publicaciones del mencionado departamento, algunas de ellas con encuadernaciones antiguas a las que habría causado un daño irrecuperable. También resultaron afectadas las oficinas, que dejaron de utilizarse de manera temporal.
Un correo interno del Comité de Higiene, Seguridad y Condiciones de Trabajo (comisión obligatoria para establecimientos con más de 50 empleados) explicó que “una válvula que alimentaba las tuberías encima de la documentación, que se sabía que estaban defectuosas, provocó una importante inundación de agua sucia que dañó gravemente obras y documentos y deterioró considerablemente los espacios de trabajo”.
Francis Steinbock, subdirector del museo, dijo a la televisión que el total de los documentos dañados es de entre 300 y 400, pero que se trataba de material de consulta como revistas de egiptología y documentación científica de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. “Ningún objeto de gran valor patrimonial se ha visto afectado”, declaró Steinbock. “En este momento, no tenemos pérdidas irreparables ni definitivas en estas colecciones”.
Al igual que el robo de nueve piezas históricas de altísimo valor, que pusieron en evidencia el atraso del museo en cuestiones de seguridad, este incidente también se podría haber evitado. Según Le Tribune de l’Art, los trabajadores de esa área llevan años solicitando a Steinbock financiación para proteger los libros de las envejecidas tuberías que atraviesan los cielorrasos y que periódicamente tienen fugas, aunque menos graves. La idea de reubicar esta biblioteca en espacios mejor acondicionados que habían quedado vacantes no fue aceptada.
También se consignó que se solicitó la compra de mobiliario especialmente diseñado para las obras más valiosas, como los 12 volúmenes de Monumentos de Egipto y Etiopía, obra de Karl Richard Lepsius publicada entre 1849 y 1859, que no sufrieron daños en la inundación pero están en riesgo en caso de tormentas fuertes, por encontrarse bajo ventanas y apenas protegidos con un sencillo plástico de burbujas. Más allá de estas medidas previsionales, lo necesario es reparar las cañerías defectuosas, cuya rotura podría haber tenido consecuencias mucho peores.
El historiador de arte Didier Rykner, responsable de Le Tribune de l’Art, remarcó que se gastaron 276.000 euros en muebles de diseño y trabajos de renovación en la oficina de Laurence des Cars, presidenta y directora de la institución desde 2001, y fue sumamente crítico al declarar que “la comodidad de la presidenta y directora del Louvre, su administrador general y otros miembros de la dirección general es claramente más importante que la seguridad de una biblioteca científica que contiene libros raros y de gran valor, que son herramientas esenciales para el trabajo de los investigadores”.
“Este siniestro es solamente un ejemplo más de la deriva del Louvre, que descuida su finalidad para perseguir una quimera”, agregó Rykner. “Todo esto demuestra, una vez más, que el museo debería centrarse en la restauración y el mantenimiento del palacio, y que su dirección actual no está preparada para la tarea”.
El robo del año
Durante los primeros días de la investigación, la Policía francesa detuvo a todos los miembros del comando que el 19 de octubre accedió con una grúa de muebles al museo y con la ayuda de herramientas eléctricas se llevaron nueve joyas de la corona de Francia valuadas en casi 100 millones de euros.
Los primeros detenidos reconocieron su participación en el hecho y también se realizaron coincidencias de ADN para determinar otras presencias. Sin embargo, las joyas no han sido recuperadas, con la excepción de la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, encontrada cerca del museo la misma mañana de los hechos.
A raíz de estos hechos, la asamblea general de los trabajadores del Louvre votó por unanimidad una “huelga prorrogable” a partir del próximo lunes 15 de diciembre, para denunciar las condiciones de trabajo deterioradas y la falta de recursos. “Visitar el Louvre se ha convertido en una verdadera pista de obstáculos”, afirmaron en una carta dirigida a la ministra de Cultura, Rachida Dati.