En 2019, en la red social que todavía se llamaba Twitter, el usuario “Maple cocaine” compartió una frase que se volvería viral: “Cada día en Twitter hay un personaje principal. El objetivo es no serlo jamás”. Es algo que ocurre ahí mucho más que en Facebook, Instagram o Tiktok, por la forma en que esta plataforma construye e instala narrativas, sin importar los esfuerzos de Elon Musk por destruirla.
Todo puede comenzar de la forma más sencilla. “Mi esposo y yo nos despertamos cada mañana y llevamos el café al jardín, y nos sentamos y conversamos durante horas. Nunca nos aburrimos; nunca nos quedamos sin tema de conversación. Lo amo tanto”, escribió Daisey en 2022. Pecado mortal. De inmediato comenzaron a atacarla, por ejemplo, personas que cada día despiertan con dolor crónico, personas que no tienen jardín o que no tienen tiempo para desayunar antes de ir al trabajo.
Daisey se convirtió en “personaje principal” y tuvieron que salir a resucitar un mensaje de 2014 de Alex Furlin que resume muchas de las conversaciones en ese antro digital: “[algo ocurre], pero ¿eso cómo me afecta a mí, el protagonista de la realidad?”. Como ven, el protagonismo es clave en las interacciones sociales.
La narrativa viró, más tarde o más temprano, a otro personaje principal. No todos son atacados desde el comienzo: algunos reciben cierto cariño generalizado, como una mujer que compró una careta electrónica de Chewbacca y no pudo contener la risa al probarla por primera vez, aunque al poco tiempo se ganó el odio de las masas cuando supieron más datos de ella. A ese fenómeno se lo conoce como “pato de las malteadas”, expresión también originada en un tuit.
Con el intento de las empresas tecnológicas de inventar una necesidad por la inteligencia artificial (IA) antes de que la burbuja estalle, los personajes principales del día pasaron a ser algunos “artistas” de IA que comparten en las redes sus creaciones… o que son descubiertas en el mundo real y llevadas de inmediato a las redes sociales. Así ocurrió con Lydia Arribas, responsable –“creadora” suena un poco fuerte– de un libro infantil sobre el desastre natural llamado dana que azotó España en 2024 y causó centenares de muertes.
Lydia Arribas.
Foto: @lydiaarribas
Todo comenzó hace unos días cuando en X (pensar que “tuitear” era sinónimo de escribir mensajes cortos y el genio de Musk le cambió el nombre) compartieron imágenes de un libro infantil llamado Fressia el día de la dana, que aparece en Amazon España con la siguiente descripción: “Una emocionante historia que sigue a Fressia, una niña enérgica y creativa cuya jornada escolar se ve interrumpida por unos sucesos inesperados que traen caos y confusión”.
Más allá del buen gusto (o no) a la hora de elegir la temática, las imágenes del libro –de 40 páginas, publicado en mayo– están elaboradas con IA generativa, en medio de un debate global que incluye las consecuencias ambientales por el consumo de energía necesario para refrigerar los servidores de estas compañías, que podrían contribuir a cambios climáticos con consecuencias como la mismísima dana.
A eso se suma el contenido propiamente dicho del libro, con imágenes que muestran a la niña congelada en una sonrisa eterna, recordando las películas de la saga Sonríe o un videoclip de Aphex Twin. Algunos usuarios llegaron a sospechar que el propio texto estuviera escrito por una IA debido a la construcción rudimentaria de las frases.
Lydia Arribas, cuyo nombre figura en la portada del libro, utilizó su cuenta de Instagram para denunciar el “linchamiento” en las redes sociales y aclaró su participación en la factura de la historia, tanto desde el texto como desde las imágenes. “Se me está atacando diciendo que escribí el cuento con IA. Para empezar, mi personaje Fressia existía mucho antes de lo ocurrido con la dana. Lo dibujé a lápiz, creando el personaje que quería. Después lo pasé a Illustrator y Photoshop. Llevo 28 años trabajando como diseñadora, soy responsable de una empresa de diseño y, además, dibujo, pinto y bailo desde siempre. También escribo historias infantiles basadas en mis vivencias”, escribió.
“Como no quería que las ilustraciones quedaran en estilo boceto a lápiz y buscaba un estilo Disney/Pixar 3D, generé la versión final con IA a partir de mi boceto inicial. Si queréis, algún día puedo enseñaros cómo se hace. Mi intención era obtener un estilo concreto, nada más”, agregó, y aclaró que la “coautoría” de la IA está indicada al comienzo del libro. “No entiendo dónde está el problema, cuando hoy en día casi todo el mundo utiliza herramientas de IA, y nada tiene que ver con lo que se me está acusando”.
También dijo que la historia no tiene negatividad ni falta de respeto hacia las víctimas, sino que se basa “en cómo un niño enfrenta cualquier suceso, problema o catástrofe desde su mente”, fomentando el trabajo en equipo y los buenos valores. “Todo está contado desde el prisma de la imaginación infantil, ese mundo de purpurina de colores, y está muy lejos de todas las difamaciones que se me están haciendo”.
Al menos el resultado final no se asemeja a esas imágenes de IA que roban el estilo de Studio Ghibli y tienen ese tinte amarillo que en las redes denominaron “filtro de orina”.