En “Perkins”, incluido en Terraja, el segundo disco de El Peyote Asesino (Universal Music Group, 1998), su voz líder, L-Mental (Fernando Santullo) se encargaba de aclarar que Montevideo no era “LA city”, en detrimento de aquellos colegas raperos –y aficionados del género– que habían encontrado inspiración en la movida cultural de Los Ángeles y la rudeza de la vida social de sus barrios peligrosos.

Más de 25 años después, el grupo uruguayo de rap Magia Negra Squad (MNS) sigue reivindicando la ropa de talles grandes y sólo necesita mirar a su alrededor para retratar escenas de impunidad y violencia callejera en las que conviven policías, vecinos y sicarios, a pocos minutos del Centro de Montevideo.

El origen de MNS, que actualmente forman Guillermo Pegal Aguirre, Diego Carnal González, Felipe Barfly Escuder, tiene un lugar y un tiempo bien definidos: la plaza de los Bomberos, el puente de Galicia y la esquina de Magallanes y Paysandú del barrio Cordón son algunos de los puntos claves de su campo de acción, en largas caminatas o en bicicleta, y munidos con un refresco sabor naranja de receta propia.

Fundados en 1998, la solidificación de su esencia viene ligada, no casualmente, a la crisis social de 2002, como parte de una escena de rap local de corta efervescencia, y también, más recientemente, a la muerte de Felipe Cabral, Plef, integrante de MNS, asesinado en febrero de 2019 en un crimen que sigue sin resolverse.

Con Resistencia revolucionaria, su tercer larga duración, editado de forma independiente y lanzado en diciembre de 2024, el grupo alcanza su madurez definitiva, tanto en la lírica como en la música y en el empaste de las rimas de los tres raperos. El disco, grabado en la Usina Cultural del Cordón con el ex Abuela Coca, Chole Gianotti, como técnico de sonido, tiene a Dj Proof a cargo de todos los beats y una extensa lista de invitados entre los que se destacan Santi Mostaffa y Bilyman (ex Contra Las Cuerdas).

“Estos viejos MC no caducan, educan, pegan en cabezas con boom bap”, lanza Pegal en la intro del álbum, ideal para los amantes del rap de raíz neoyorkina, más precisamente el de Nas, Wu-Tang Clan y Mobb Deep, y también el de los melodiosos De La Soul.

La música de MNS sale de una porfiadera inaceptable para mánagers y productores, al estilo de Motörhead y los Ramones, con los pies hundidos en una fidelidad fundamentalista y una biblia hecha con capítulos de Public Enemy y Dead Prez.

“La revolución no será televisada”, recitaba Gil Scott-Heron. Los uruguayos vuelven a poner ese casete en el equipo de audio para filmar su propia película en el Montevideo de la pospandemia, con trompetas melancólicas, remembranzas sonoras de la mejor época del rap y rimas inspiradas en sucesos reales.

“Vivo una realidad dramática, aunque también algo pacífica”, describe con agudeza Pegal –el más poeta del grupo– en “Vida y rima”, y agrega sobre otra crisis reciente: “El trabajo escasea como el agua potabilizada, mi familia y la tuya pagando por embotellada”, sobre un beat que mezcla scratches y golpes en contagioso ritmo para mover la cabeza en el viaje de auriculares.

“Morbo y horrorcore” es el mayor experimento del disco. “La muerte no cuesta nada, la vida se marchita, matanzas en cada cuadra”, queda dicho, al tiempo que el rapero invitado, Último Panda, reivindica la lucha del pueblo palestino y las ocupaciones de los liceos de educación secundaria en Uruguay.

En “El tiempo pasa rápido”, la base es de jazz-lounge para atardeceres. “El mundo gira rápido, prefiere verte parar, antes de detenerse a ver qué es lo que te hace llorar”, rapea con ingenio Carnal –el más directo del trío– en uno de sus mejores momentos del disco.

Barfly, el más nuevo del grupo, fanático del animé y la cultura oriental (menciona, por ejemplo, la película Akira en “Classic shit”) se luce en “La militancia”: “Rebelión como en la granja, la mente ya no aguanta. Acá la epidemia se propaga en las pantallas”, y el invitado Emeka Uru sorprende por la originalidad de su estilo.

Son varias las referencias a Felipe Cabral que aparecen en el disco, hasta llegar a un directo homenaje. “Eternos como Plef” revive al prolífico poeta y grafitero con versos que reivindican una forma de vida inalterable y compartida por los integrantes del grupo, y denuncia la impunidad que podría tocarle a cualquiera: “Nuestra familia, nuestra fortaleza, nuestra poesía expresa grandeza y nos inmortaliza”.

Resistencia revolucionaria tiene poesía de una escena local de rap con conciencia social casi descatalogada. Al otro lado de link, allá lejos, deberían estar los Víctimas del Sistema (VDS), y en este siglo, sólo las Se Armó Kokoa (SAK.) pueden hacerles compañía.

MNS encuentra parte de su originalidad en su condición de rara especie, más parecida a la de grupos musicales que emergieron luego de la dictadura militar, en su improbable longevidad y en su mezcla de sonido noventero con literatura fresca salida del barrio Cordón.

“Aunque los días sean grises, seremos felices, hay belleza en aquel que resiste, hay riqueza en las cosas más simples. Seguiremos adelante, aunque todo se derrumbe, porque sólo está vencido el que se rinde”, firma Carnal.

Resistencia revolucionaria, de Magia Negra Squad (independiente, 2024). En plataformas digitales.

Concierto homenaje “A seis años de la muerte de Plef”. Magia Negra Squad en vivo, proyección del documental La ciudad de Plef (Sofía Remedi Avelino, 2024) y open mic. Domingo 16 a las 11.00 en Av. Uruguay 1710, esquina Magallanes.