Luego de La canción de nuestra vida, su acústico, solitario y pospandémico último disco de estudio, Ismael Serrano parece haber optado por un camino diametralmente opuesto. Los adeptos de aquel estilo despojado con el que volvió a Montevideo en 2023 pueden seguir disfrutando de piezas de apariencia serena, en los videos que el madrileño sube a su cuenta de Instagram o estar atentos a su agenda latinoamericana, pero los más fanáticos ya sabrán que su cantante preferido decidió probar sus canciones con una orquesta de 40 músicos y que luego del buen resultado obtenido editó su álbum Sinfónico (2024).

El undécimo LP del español, grabado en Buenos Aires con la producción de su socio musical, el director y arreglista Jacob Sureda fue el punto de partida “de un sueño recurrente” que vuelve a hacer realidad en cada uno de los conciertos del espectáculo Ismael Serrano sinfónico, como el que brindará el próximo sábado en el Auditorio Nacional del Sodre.

“En este formato el repertorio adquiere un vuelo épico, por así decirlo, y la gente comparte ese punto de celebración que tiene el concierto”, cuenta Serrano, en amable diálogo con la diaria, sobre su experiencia reciente en esta modalidad con la que ya desembarcó en Madrid, Barcelona, Oviedo, Sevilla y, por segunda vez en Buenos Aires.

“Me da la sensación de que en estos tiempos oscuros en los que nos toca vivir, hay una necesidad de celebrar el encuentro, en torno a canciones de este tipo”, reflexiona, y no deja de reconocer que el festejo también corresponde a un homenaje a su propio repertorio.

Entre el sueño y la ansiedad

A la ambiciosa apuesta no le faltan anclas pesadas. El artista menciona a Metallica, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat y Gustavo Cerati entre los colegas que lo inspiraron a intentar su versión sinfónica y cuyos intentos disfrutó con emoción: “Creo que todos los cantautores de música popular en algún momento soñamos con cantar junto a una orquesta sinfónica”, sostiene.

Entre sus versiones orquestales predilectas, incluidas en el disco y el espectáculo sinfónico, menciona la de “Recuerdo”: “Es un género de canción que a mí me gusta cultivar, que es la del relato casi río. Porque es muy larga, no tiene estribillo y cuenta una historia con presentación, nudo y desenlace. Fue todo un reto acompañar ese relato. Es una canción triste, en algún punto, y el arreglo ha quedado muy bien”. En el mismo sentido valora “La llamada”, a la que se le ha cambiado su base rítmica de reguetón por otra de vuelo cinematográfico, en el estilo de John Williams o James Horner: “El arreglista ha llevado la canción a un lugar más sosegado. Es un reto muy inspirador coger una melodía, darle la vuelta y ponerla en otro lugar”, dice.

Otra que no deja de sorprender es la relectura de “Vértigo”, una canción incluida originalmente en el primer LP de Serrano (Atrapados en azul, 1997) en la que el veinteañero de aquel entonces imaginaba su futuro: “Seremos otros/ seremos más viejos/ Y cuando por fin me observe en tu espejo/ Espero al menos que me reconozca/ Me recuerde al que soy ahora”.

“Es algo curioso cómo aparecen canciones así, que hablan sobre el paso del tiempo, la nostalgia y con tanta preocupación, cuando aún se es muy joven”, dice al respecto, aunque sabe que no está solo en el rubro. “Paul McCartney también tenía veintipoco cuando cantaba ‘Yesterday’”, dice, y recuerda que Bruce Springsteen escribió “Glory days” a los 35. Serrano piensa que podría tratarse de un síntoma recurrente o de una completa patología que afecta a compositores. Habla de ansiedad anticipatoria y asegura que la necesidad de cantar surge de un déficit.

“Viene de nuestra incapacidad, o poca tolerancia, a la hora de afrontar una pérdida, a la hora de renunciar. Nos cuesta aceptar el paso del tiempo, o lo percibimos sólo como sinónimo de algo que se pierde. Cuando vas creciendo, la vida te regala la oportunidad de vivir y valorar otras cosas. Yo tengo dos hijos, que es una de las mejores cosas que me han pasado; he conocido a gente extraordinaria, he cumplido sueños”, rescata, aunque admite que se ha resignado a convivir con ese vértigo: “Escribir canciones sigue siendo mi mejor terapia”.

Ismael Serrano sinfónico. Sábado a las 21.00 en la sala Eduardo Fabini del Auditorio Nacional del Sodre. Entradas desde $ 900 a $ 4.850 en Tickantel. 2 x 1 para la diaria.