Hace poco más de dos semanas, María Eugenia Vidal asumió como directora nacional de Cultura, junto con las demás autoridades del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Maru, como la llaman todos desde hace mucho, no es ajena a su nueva oficina: fue parte de la camada de gestores culturales que se desempeñaban en emprendimientos privados –en su caso, en teatro y danza– y que se incorporaron a la Dirección Nacional de Cultura (DNC) en el primer gobierno del Frente Amplio, en la gestión que comenzó Luis Mardones y continuó Hugo Achugar. En 2010 pasó a la coordinación del Espacio de Arte Contemporáneo, también en la órbita del MEC, y más tarde fue la directora del Espacio Subte, de la Intendencia de Montevideo.
En su retorno a la DNC se reencontró con varios de sus compañeros de hace dos décadas, de cuando ella trabajaba en los programas Uruguay a Toda Costa y Plataforma. Recuerda aquellos años como “un momento fermental”. “Había confianza del director de aquel momento, Luis Mardones, en la juventud, porque éramos muchos y muchas jóvenes promoviendo políticas culturales, tirando ideas, generando proyectos, actividades, algunos en el corto plazo, otros más a largo plazo”. Algunos de esos proyectos, como Museos en la Noche, siguen siendo convocantes hoy, recalca.
Por estos días, en varios ministerios y reparticiones se estuvo comentando lo que recibieron las nuevas autoridades. Apareció la metáfora de la Ferrari chocada, por ejemplo. En estos días desde que asumiste, ¿qué es lo que se encontraron en Cultura?
La rendición 2024 todavía no está, es decir que el presupuesto efectivamente ejecutado todavía no se conoce, entonces no tengo los datos exactos. Todavía estamos en lo que se llama una ventana a nivel de ejecución, o sea que pueden pagarse deudas de 2024 en esa ventana. Hasta que eso no termine de suceder, no te puedo decir si va a haber arrastre o deudas. Creo que no va a pasar, pero no lo puedo confirmar.
Lo que sí veo es que me encuentro con una DNC con un presupuesto muy complejo, bajísimo, con más del 80% del presupuesto de funcionamiento ejecutado, y esto hace que este año tengamos un desafío por delante enorme. En estos días –va un poco más de dos semanas– he tenido distintas reuniones con finanzas, con jurídica, con los diferentes equipos de la DNC, y de a poco voy empezando a entender cuál es la situación presupuestal que se está atravesando. Los gastos de funcionamiento duros de la DNC, o sea, aquellos que son fijos, que son indispensables para operar, que no están directamente volcados a proyectos específicos, se llevan mucho más del 50% del presupuesto. Esto viene pasando desde hace muchos años.
Entonces, no hay un presupuesto como para generar actividades. Es como que estamos operativos, pero sin dinamismo. Es un modelo cultural estático y agotado. Con eso me estoy encontrando.
Realmente, es como que la DNC tiene garantizada una estructura que no deja de ser blanda, porque la DNC y el MEC en general no tienen una estructura funcional. Trabajamos la institucionalidad desde una fragilidad absoluta, por la forma en que están contratados muchísimos recursos humanos fundamentales para funcionar. Entonces, se asegura esa estructura, pero no tenemos dinamismo. Por ejemplo, yo he dicho ya en alguna otra entrevista que es bien importante revisar en general los estímulos, los fondos. Este año se cumplen 20 años desde que se reglamentó la ley, y el año que viene van a ser 20 años del primer llamado de los Fondos Concursables.
De la lectura del programa del Frente Amplio surgen algunos elementos que apuntan a lo que pasó en el gobierno liderado por el Partido Nacional. Por ejemplo, en el programa se habla de restablecer los centros MEC, que se cerraron en 2020, y que, por lo que tengo entendido, su presupuesto se dividió entre la DNC y rentas generales. ¿Han tenido tiempo de abordar este tema?
Si bien desde lo personal, desde la dirección, estoy trabajando en esos asuntos, aún no está designada o no está efectiva la coordinación del área de la DNC que va a tener a su cargo ese grupo humano y ese proyecto tan central, no sólo para esta administración, sino para lo que se ha dicho desde todos los ámbitos del gobierno: trabajar en el territorio. Esperamos que en los próximos días esté resuelto. Para mí, por supuesto, resulta urgente.
Yo voy a hablar de derechos culturales. Antes esta área se llamaba Ciudadanía Cultural y en la administración anterior se le cambió el nombre por Gestión Territorial. Para mí eso es una reducción conceptual que desvirtúa el significado del territorio, es más tecnocrática, administrativa. Paro los territorios, se siente; no se gestionan como si fueran un espacio físico. Entonces, lo tenemos que trabajar desde otro lugar y dando la mayor autonomía posible.
¿Entonces van a volver los centros MEC? ¿O va a ser otra modalidad?
No, vamos a recuperar la visión y vamos a profundizar lo que fueron los centros MEC en cuanto a espacios de participación, de gestión democrática y de autonomía local. Eso es lo que vamos a recuperar desde esta área de derechos culturales y territorio.
No se van a llamar Centros MEC, entonces.
Seguramente no se llamen Centros MEC. También los recursos siempre son acotados. Hay una infraestructura existente, que son los centros culturales nacionales. También existe en el territorio la red de bibliotecas nacionales, que depende de la Biblioteca Nacional. Entonces tenemos que hacer un diagnóstico de toda la infraestructura que está en el territorio y trabajar para optimizar los recursos, al menos este año.
En el programa del Frente también estaba la idea de separar las áreas de Educación y de Cultura a nivel ministerial, y crear un Ministerio de Culturas, de las Artes y el Patrimonio. ¿Eso está en el horizonte?
Por supuesto que el programa de gobierno es una guía muy valiosa y que requiere muchas estrategias y alianzas, pero también sabemos, quienes hacemos gestión cultural pública, que tenemos que reconocer las limitaciones y ahora en lo inmediato priorizar acciones factibles, sostenibles y que sean de impacto social.
Ahora, esas discusiones son más que bienvenidas; se generó una discusión en torno al nombre y creo que eso es sumamente productivo. La cultura siempre ha sido un campo de disputa, no es neutral, se transforma todo el tiempo. Por tanto, que se esté hablando de cultura y de cuál debería ser el nombre del ministerio lo veo muy sano.
Recién dijiste que querías hacer un énfasis en los derechos culturales. En general, las políticas culturales se entienden desde tres grandes puntos de vista: ese de los derechos, el más tradicional del patrimonio, y el economicista, con sus distintas variantes. ¿Cómo van a modular estos distintos énfasis estos años?
Me estás hablando de la batalla cultural.
Tengo alguna pregunta más específica sobre eso, pero sí.
Hay intentos de imponer una visión de que la cultura tiene que centrarse en el entretenimiento o que tiene que responder a una lógica rentable. La cuestión es cuando nos concentramos ahí y desatendemos que la cultura es un derecho y es una herramienta fundamental para la democracia. Entonces creo que el rol desde la DNC es disputar esa idea y trabajar para que todas las personas sean hacedoras de cultura.
Eso no quiere decir que no vayamos a trabajar de forma profesional o que vamos a desatender la misión de la promoción de los artistas, que es algo que les compete a los institutos. No es una cosa o la otra. Pero los derechos culturales, siempre.
Foto: Ernesto Ryan
¿Y el tema patrimonial?
Trabajando en conjunto con la Comisión de Patrimonio, con Marcel Suárez, que la preside, y con quien compartí la Tecnicatura y Museología en la Facultad de Humanidades, de forma transversal. Algo que también he notado estos días es que faltaba comunicación interna entre áreas, entre programas, entre Educación y Cultura. Ya con Gabriel Quirici tuve muchas reuniones, vamos a trabajar muy juntos en Educación y Cultura. Tenemos muchos proyectos y programas en común y creo que es una gran fortaleza que varios anhelos que tenemos los dos los trabajemos en equipo.
Esa idea de acercar Educación y Cultura se ve en el nombramiento de una docente, Rocío Schiappapietra, al frente de la Biblioteca Nacional, cuando estábamos acostumbrados a que fueran escritores. ¿Hay más líneas de ese acercamiento?
Con Rocío hemos estado hablando, si bien ella aún no está en el país. También ha estado hablando con Gabriel y la idea es que trabajemos juntos, juntas. Porque estamos en 2025 y, más que de cultura o de educación, tenemos que hablar de pensamiento, de creatividad. Más que dividirnos en disciplinas, tenemos que coordinar políticas sostenibles y que impacten en las personas. Y si unimos recursos humanos, económicos, los proyectos se potencian.
Recién dijiste que el apoyo a creadores y artistas va a seguir siendo competencia de los distintos institutos. El gobierno que terminó completó la conformación de esos institutos con la creación del Instituto Nacional de Letras, el de Música y el de Artes Visuales.
Sí, es cierto. Con la LUC se terminaron de conformar los institutos, sin ser el Instituto Nacional de Artes Escénicas, y eso es bien importante. Dentro de los tres ejes que tengo como prioridad para este período, uno tiene que ver con derechos culturales y territorio, otro con las industrias culturales, la economía creativa, y el tercero es el talento nacional, tanto dentro como fuera del país. Impulsar a los artistas, fortalecer el ecosistema cultural local, posicionarnos en el escenario internacional y trabajarlo desde la democratización, desde la profesionalización y desde la excelencia. Esos son los cometidos de los cuatro institutos que tiene la DNC.
Cuando hablo de promover el talento nacional, creo que es importante poner en tema lo que tiene que ver con la pertinencia. Por eso también hay que revisar los estímulos de los Fondos, porque todo esto es parte del problema de la circulación; una democratización superficial no tiene impacto. Si la diversidad es transformada en una variedad de ofertas sin criterios de calidad, sin pertinencia, sin pensar en los territorios, cuando se implementan los proyectos de circulación no contribuimos ni al desarrollo de los artistas ni al verdadero acceso de las personas que consumen esa oferta cultural. Creo que ahí tenemos todo un trabajo por hacer.
¿Qué aparece en lo inmediato en esos institutos?
Estamos trabajando para la Feria del Libro en Buenos Aires. El día de Uruguay va a ser el 27 de abril. De acá a pocos días ya vamos a poder contar la propuesta con la que vamos a ir a Buenos Aires. También estamos trabajando para el envío de Uruguay a la Bienal de Arquitectura en Venecia, que es en mayo. Esta gestión inicia con más de un desafío internacional en puerta, por lo que tiene que ver con los tiempos administrativos. En abril también tenemos compromisos en Chile, está Iberescena, está también el Micsur [Mercado de Industrias Culturales del Sur], y vamos a estar con Uruguay presente en esa conversación iberoamericana para potenciar la imagen país.
Un elemento interesante del gobierno que terminó fue una mayor coordinación entre la televisión estatal y el área de cultura. ¿Es algo que les interesa seguir?
Sí, por supuesto, y de hecho con Erika Hoffman ya tuve más de un encuentro y vamos a tener reuniones para trabajar juntos en la difusión de la cultura nacional y de los compromisos y de la agenda de la DNC en todo el territorio.
Sé que se está trabajando seriamente para poder transmitir eventos, para poder contar proyectos que impulsen la DNC y la Dirección de Educación. Vuelvo a la importancia de trabajar en comunión con las diferentes unidades ejecutoras del MEC y también de todo el gobierno. La cultura es transversal, tenemos proyectos que generamos con el Mides, uno hermoso que se dejó de hacer, que es Arte y Juventud, que tenemos que volver a hacerlo con el Mides, con el INJU.
Además, trabajamos con el Ministerio del Interior en coordinación con el Programa Urbano, que es un programa de la parte de derechos culturales y territorios que tenemos que fortalecer mucho más en este contexto social complejo. Puedo seguir nombrando diferentes conexiones que tenemos todo el tiempo desde la cultura. Para llegar a la Feria del Libro trabajamos junto al Ministerio de Defensa, por ejemplo, para el envío de los libros. Y ni que hablar de la coordinación con Relaciones Exteriores. Con Interior, por los temas de lectura y escritura en cárceles.
Hay también empresas públicas que tienen enorme incidencia en lo cultural a través de su presupuesto para esponsoreo, como Antel. ¿Hay plan de coordinar con ellas?
La intención desde la DNC es abrir puertas de conversación también con esos organismos gubernamentales. Antel, UTE, han hecho contribuciones muy importantes en distintas administraciones; de hecho sé que ahora participan de alguna forma en lo que tiene que ver con los centros culturales nacionales. Creo que son asociaciones que tenemos que promover, y si no se dan, es porque no se fueron a buscar; yo las voy a ir a buscar todas.
Ahora sí, sobre la “batalla cultural”. Yo creo que durante el gobierno de la coalición, y más allá de la visión economicista que se impuso también en el MEC, se buscó cierta confrontación en el campo de la cultura. Se promovió a figuras del pensamiento conservador, como José Enrique Rodó, Luis Alberto de Herrera...
La revista del Instituto de Letras tenía el nombre de Emir Rodríguez Monegal.
Exacto. Y a la vez hubo figuras que polemizaron con instituciones de la sociedad civil, como el propio ministro Da Silveira con El Galpón y Facundo Ponce de León con Cinemateca. ¿Cómo va a ser estos años?
Vuelvo a la idea de que la cultura siempre ha sido terreno de disputa. En lo personal, yo voy a trabajar por una cultura en plural, voy a generar o a seguir generando espacios de encuentro, de pensamiento crítico, de participación, que defiendan la memoria, la multiculturalidad y, como ya dije, con la convicción de que todas las personas son hacedoras de cultura. Estamos en un contexto global y, sobre todo, regional, en el que la desigualdad se va profundizando, y yo creo que la cultura, además de ser trinchera de resistencia, es un motor de transformación y de esperanza. Desde la DNC vamos a trabajar para construir alternativas que amplíen derechos.
En ese sentido, voy a sumar al equipo a Mayra da Silva, porque creo que tiene que ver con esto. Ella va a darle una mirada interseccional al trabajo en la DNC. Va a ser la primera vez que la DNC incorpore a alguien para que trabaje específicamente desde una perspectiva étnico-racial y de equidad de género en políticas culturales. Va a estar trabajando ofreciendo una mirada transversal a todas las políticas culturales.
Sos parte de una camada de gestores culturales que estuvieron desde la primera administración del Frente y que conocen muy de cerca no sólo los asuntos más conceptuales, sino también las prácticas, el día a día. Los tres gobiernos del Frente tuvieron sus diferencias en muchas áreas, pero creo que hay un consenso en que hubo un agotamiento de iniciativas en el período de 2015 a 2020. Vos, fuera en la DNC o en el área de cultura de la Intendencia de Montevideo, viviste todo eso. ¿Qué enseñanza dejaron esos años para que en esta gestión no se repitan errores? ¿Se consulta a referentes?
La consulta a referentes siempre está, o debería estar. Hay personas muy valiosas en todos los ámbitos. En el ámbito de la cultura, académicos, exdirectores de Cultura, exministros y ministras de Educación y Cultura, artistas, colectivos. Muchas reuniones las he promovido incluso desde antes de asumir, porque muchos encuentros se agendaron en transición, podés haber visto en redes que ya nos reunimos con SUA [Sociedad Uruguaya de Actores], con FUTI [Federación Uruguaya de Teatro Independiente], con ATI [Asociación de Teatros del Interior], con la RACU [Red de Artistas Circenses de Uruguay], con Sudei [Sociedad Uruguaya de Intérpretes], con la Cámara Uruguaya del Libro, la Casa de los Escritores, y nos faltan muchas organizaciones y gremiales de las artes. Creo que el mejor consejo o la mejor guía que puedo tener es mantener la escucha. La escucha de quienes hace tanto tiempo están trabajando en cuestiones específicas en lo que tiene que ver con los sectores de artistas, la escucha de los márgenes, de los territorios, de las localidades.
Soy una persona que escucha también al equipo interno, por supuesto. Trabajo en total comunión con todos, no sólo con los coordinadores y las coordinadoras de los diferentes equipos, institutos y museos, sino también con los equipos. La DNC tiene un equipo muy valioso y creo que una de las mejores cosas que puedo hacer es escucharlas y escucharlos porque tienen una experiencia riquísima en el cómo hacer y también de haber vivido y escuchado un montón de información. La red de experiencia.