Emiliano Brancciari dice que su segundo álbum solista, La sombra en luz, no es el lado oscuro de Luz, el disco que publicó en 2021 con No Te Va Gustar (NTVG), la banda que lidera, aunque luego duda y admite que tal vez podría serlo.

Estamos en la preescucha con la prensa, en el estudio Elefante Blanco. Allí, en el local de Pocitos que también oficia de búnker de su banda, Brancciari cuenta que en el disco, que publicó como parte del proyecto EMI y que está en la calle desde la semana pasada, hay canciones que son muy viejas pero recién ahora ven la luz. Es por eso que no puede ubicarse en un “momento compositivo”, según explica: “Son las ventanas que me permitió NTVG”.

Por ejemplo, en este nuevo trabajo de ocho canciones, la quinta, “Muerto ese amor”, había quedado afuera del disco Por lo menos hoy (2010), de NTVG, porque competía con “Chau”. “Estaban las dos en el mismo mood y terminó entrando ‘Chau’. A esta después no la agarramos, le prestábamos atención a canciones nuevas y fue quedando ahí, y entró perfecto en el proyecto este”, opina el artista.

En todo caso, Brancciari aclara que primero compone y después evalúan qué canción va para un proyecto o para otro, en función de cuál “necesite canciones”. “Ahora estoy en plena composición para NTVG, porque en agosto vamos a estar grabando en el otro estudio, entonces estoy haciendo canciones y me estoy imaginando a mis compañeros tocándolas; no estoy pensando en este proyecto, pero capaz que NTVG no toma las canciones y después las agarra la banda solista. No sé ponerme en traje de una cosa y de la otra”, sostiene.

Existe la costumbre de pensar que las carreras solistas, por lo general, surgen tras una ruptura, cuando se termina algo. En su caso, no se trata de eso, aunque Brancciari admite que en un momento tuvo miedo de generar esa imagen. “No hay nada más alejado”, aclaró. En esa línea, dice que disfruta de ambas cosas “en paralelo”, y que en NTVG tienen “bien entendido” por una cuestión de experiencia, años y por estar en un “momento maravilloso” que “todo lo que te haga bien afuera termina repercutiendo acá dentro, sea hacer música o ir a plantar papas”. “Todo lo que te nutra termina acá haciéndonos bien a todos, y esto es lo que me hace bien a mí”, comenta.

Así, Brancciari aprendió algunas cosas con la producción del disco: primero a delegar y, en segundo lugar, que puede cantar sin necesidad de tocar la guitarra. Recuerda que cuando Jaime Roos lo invitó a tocar con él en el Teatro de Verano en 2009, le pidió que “por favor” le dejara colgarse una guitarra, aunque estuviese desenchufada, porque no sabía qué hacer con las manos. Sobre el otro aprendizaje, admite que le “costó un montón” y que antes trabajaba hasta en la línea de bajo, los vientos y las guitarras porque le divertía. Sin embargo, ahora también quiere “vivir un poquitito” y ya no tiene tiempo para hacer demos y grabar todos los instrumentos. Para el primer álbum se sintió “más celoso” de que se respetaran los elementos de las canciones, pero ahora cree que como grupo ganaron confianza, ritmo de trabajo y camino recorrido.

La banda que acompaña a Brancciari y que estará el 16 de mayo en Sala del Museo para presentar el disco, tiene a Enrique Checo Anselmi en bajo, Lula Isnardi en guitarras y coros, Pablo Chamaco Abdala en batería, Lucía Romero en teclados, piano y coros y Gonzalo Vivas en guitarras y coros. A diferencia del primer disco, a este lo produjo el argentino Nico Cotton, quien ya trabajó con NTVG en la canción “Me cansé” –una colaboración con la artista argentina Zoe Gotusso– y quien, según adelanta Brancciari, va a producir el próximo disco de NTVG.

A lo largo de las canciones, La sombra en luz pasa del indie rock al pop, vuelve al rock clásico y coquetea con el tono de NTVG, aunque cuando el oído se apresta a aceptar la idea, de inmediato la música cambia y aparecen coros femeninos, o la voz del cantante se siente más cercana, íntima y grave.

Si se habla de continuidades en los procesos creativos, en la primera canción, “De algún lado”, Brancciari canta sobre personas que “no van al frente”, que tienen “pensamientos poco elaborados” y por eso las quiere lejos de él. En “Rufián”, canción de su primer disco, se refiere a alguien que tiene “valores de cartón”, que “nunca pone el corazón” y por eso se queda solo. ¿“De algún lado” puede servir como segunda parte de “Rufián”? El cantante responde que no lo es “exactamente”, pero que “podría adaptarse a la perfección a esa persona que cada uno elija” y “le ponga el nombre de la persona que desea”.

Otra de las canciones, “Me pasa sólo a mí”, tiene un toque de humor cuando las voces de los coros responden “me pasa a mí también”, pero Brancciari explica que “habla de la salud mental desde otro lugar”. “Habla de esos momentos en que todo está súper oscuro y, después de tanto tiempo, empezás a volver a sacar la cabeza del pozo”, apunta.

De esa forma, sobre lo que le hace sentir la música, Brancciari cita una parte de “Adiós”, la canción de Gustavo Cerati que dice: “Ponés canciones triste para sentirte mejor”. “A mí me pega así; la música te ayuda, te limpia, es terapia, sea que la escribís, la escuchás o la gritás, lo que sea. A mí me aporta mucho más desde ese lugar, el lugar oscuro”, subraya.

La sombra en luz, de EMI. Espalda con Espalda, 2025. En plataformas. Presentación: 16 de mayo en Sala del Museo. Entradas $ 1.080 en Redtickets. 2x1 para la diaria.