Con un elenco potente, integrado por Hugo Piccinini, Cecilia Sánchez y Carlos Rompani, Un hombre torcido cuenta la historia de un médico voluntario enviado a una zona rural en la que encuentra a un anciano “que vive aislado junto a un río y habla con su canoa como si fuera el amor de su vida”. El médico intentará diagnosticar al anciano para hospitalizarlo, pero en el intento su propio saber científico se encontrará cuestionado.

Agustín Silveira (conocido por su trabajo cómico como Agösto Latino) dice que es la segunda vez que escribe una obra a partir de un texto preexistente: “El primer espectáculo de teatro que escribí se llamaba Abuelita, dime tú y estaba inspirado en La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, de Gabriel García Márquez. En este caso me inspiré en Rosinha, mi canoa, de Mauro de Vasconcelos”. En todo caso, aclara que no es una adaptación, sino que su obra está inspirada en la anécdota de la narración.

Escrita a partir de observar ciertas dinámicas totalitarias generadas durante la pandemia, la obra busca ahondar en esas lógicas buscando “contraponer el poder de la ciencia y el poder de la naturaleza, investigar en esa fricción”.

“Partiendo de la anécdota de una persona que conversa con un objeto, explorando un aspecto de salud mental, quise ahondar y cuestionar sobre la pregunta de qué es la realidad en la que existimos. Y el médico que se encuentra investigando de golpe se ve metido en un universo que le cuestiona a él mismo qué es la realidad. Eso pone el razonamiento, lo lógico, todo este mundo que está tan pautado y encasillado y ordenado con parámetros racionales y científicos frente al mundo de la naturaleza y su poder, que es bastante difícil de entender para el hombre. Siempre pienso que podemos tratar de dominar todo, pero si viene un tsunami y barre con la civilización, lo hace”, dice.

El proceso de elegir al elenco fue peculiar: “Cuando escribí la obra, tenía a Cecilia Sánchez en mi cabeza. Como autor me sirve mucho tener la voz de un actor para un determinado personaje. No quiere decir que tome algo de la vida de ese actor, sino que me ayuda a una escritura más fluida visualizar a alguien”. Más allá de contratiempos iniciales, la actriz terminó participando en el proyecto, pero fue más complejo dar con los otros actores.

“Entre que escribí la obra y este momento en que se está produciendo para estrenarse en mayo pasaron dos años, y recién en el verano di con Hugo Piccinini. Si bien tiene menos edad que el personaje, que creo que es un sesentón, lo que él da actoralmente es tan bueno que la edad es un detalle menor. Trabajamos mucho porque Hugo es un actor que se maneja muy bien en el campo de usar su fuerza física y su ímpetu, y tiene un carácter fuerte, mientras que este personaje te diría que es el polo opuesto, es alguien más bien dulce. Estoy súper contento con el resultado”, agrega Silveira.

El artista también dirige Un hombre torcido, aunque no era la idea inicial. “El personaje de Carlos Rompani en principio lo iba a hacer yo, y me iba a dirigir una amiga alemana. Tenía ganas de volver al teatro raso, más allá de hacer mis shows y personajes para hacer reír, más populares, digamos. Pero no conseguimos los fondos suficientes y tomé la decisión de dirigir mi texto y apartarme del escenario. Y la verdad es que estoy muy contento con la decisión porque es una experiencia totalmente nueva para mí. Concibo siempre mis cosas, así que siempre estoy dirigiendo, pero siempre estoy en el escenario también. Ahora estar afuera es otra experiencia. Después de pensar mucho le ofrecí el personaje del médico a Carlos Rompani, que es un actor que tiene mucho teatro arriba. Con él hicimos un trabajo de sustracción, te diría, para que el personaje fuese lo más cinematográfico que se pudiese respecto al código actoral, sin que dejara de usar esa experiencia y esa presencia escénica tan clara que él tiene”.

Sobre el humor y el vínculo de este espectáculo con su faceta más “popular”, acota: “Todo lo que yo hago está atravesado por el humor. Por un lado, he desarrollado shows respondiendo a esta demanda de la gente y por mi propia excitación con ese género y las satisfacciones que te da ese contacto tan directo con el público. La risa y la carcajada y el disfrute. Pero, por otro lado, desde los 16 años estoy en el teatro y también he desarrollado, más en silencio, cosas netamente teatrales que igual tienen humor. Pero siempre me rechinó la palabra ‘chiste’”.

Silveira recuerda que, tras su paso por la televisión con el personaje Alzira, se sintió molesto al volver al escenario por tener que esperar que la gente se terminara de reír para continuar con su actuación. “Sentía que estaba haciendo una truchada”.

“Después me acostumbré e hice de eso un arte también. Pero son dos carriles bien distintos en mi carrera. Esto es una obra de teatro ¿Que tiene sentido del humor? Sí. ¿Que lo busca? No, para nada. Es completamente incierto y una gran intriga saber qué va a pasar”, explica.

“Hay días en que en los ensayos veo al actor que hace el personaje solitario hablando con su canoa y me hace reír muchísimo. Pero de ninguna manera busca hacer reír, y creo que esa es la gran diferencia con las cosas que he hecho últimamente. En este caso hay humor porque yo estoy atravesado por eso, no me gusta la solemnidad, y tampoco me gusta tomarme en serio a mí mismo y lo que hago. Pero no hay una búsqueda de hacer reír, aunque de todas formas creo que va a suceder”.

Un hombre torcido. Jueves 8 y viernes 9 de mayo a las 21.00 en la sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre. Entradas $ 700 en Tickantel.