Cada tanto irrumpe en el teatro uruguayo una puesta novedosa e imaginativa a partir de un texto muy pobre. Los espectadores, entonces, salen de la sala destacando actuaciones y ciertos momentos de belleza visual, sin estar seguros de haber entendido la historia. En el otro extremo, por diversas razones (sobre todo económicas) han proliferado últimamente las obras de living, en que las parejas o familias dicen tener una historia; en esos casos, la belleza huelga.

El concurso literario Juan Carlos Onetti, organizado por la Intendencia de Montevideo, recibió 572 obras inéditas en 2024. En la categoría dramaturgia, el primer premio fue para Plantar bandera, de Federico Silva, que se estrena el sábado en la Sala Jorge Lazaroff, luego de haber sido seleccionada por el Programa de Residencia Artística que funciona allí.

En un terreno rural, entre ritos, misterio y carnavales antiguos, aparecen tres personajes. Arrumaco, Mama y el campeón son seres decadentes que prometen ser artistas, recorren los pueblos y montan su modesto escenario a la intemperie.

El elenco reúne a tres actores de perfil diverso. Carla Moscatelli(, sin duda una de las actrices más importantes de nuestro país hoy, es egresada de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático, becaria de la Comedia Nacional y posee una destacada carrera cinematográfica que la ha llevado por el mundo. En 2009 ganó el Florencio a mejor actriz de reparto por Los padres terribles y más recientemente el que otorga el Colectivo de Críticos Independientes por su trabajo en Zombi manifiesto.

Néstor Guzzini, uno de los actores más convocados por el cine nacional, viene del tablado, de animar a la Antimurga BCG con Jorge Esmoris. Siguen trabajando juntos: Recuerdos de Niza figura entre los espectáculos populares más inteligentes y entrañables de los últimos años para miles de espectadores. Pero Guzzini ama la cámara y es recíproco: El cinco de talleres, Mi mundial, Todos detrás de Momo, Porno y helado, Gigante, Alelí y la hermosa Tanta agua son prueba de ello.

Albino Almirón es fraybentino y tiene muchos carnavales desde sus comienzos en 1978: Los Travoliticos, Golpe y Quedo y luego Falta y Resto, Araca la Cana, A Contramano, Diablos Verdes, La Clave y Los muchachos. También tiene mucho teatro y música; trabajó junto con Ruben Rada, entre tantos otros.

Moscatelli confiesa que está feliz por trabajar con unos compañeros a los que admira y con quienes se divierte todo el tiempo. Los tres dominan la comedia y juegan con su mecanismo de precisión. Desde el principio, amó el texto, dice la actriz, por encontrarlo original, ágil y profundo, con personajes entrañables que son muy humanos: “Antihéroes que aun en la incertidumbre y la desgracia continúan su recorrido en búsqueda de algo mejor”.

No es frecuente que una obra hoy haga referencia al circo criollo, un mundo del que poco sabemos y que resulta fascinante imaginar en su tiempo y lugar. Moscatelli siempre se sintió atraída por la imagen de una compañía trashumante que recorre el territorio tratando de ganarse la vida a través de su arte. “En el circo criollo el teatro iba a la gente. Los artistas buscaban su público tratando de desarrollar su arte. Yo me acuerdo de ver Juan Moreira de adolescente en el Circular y percibir esa atmósfera de carpa plantada en medio del campo. También me parece interesante, en tiempos de tanta virtualidad e inteligencia artificial, volver a algo tan autóctono y primigenio como fue el circo criollo. No sólo se viajaba con un espectáculo, se viajaba con esa realidad social”.

Su personaje es una vidente, la madre de un niño al que trata de sacar adelante. Según Moscatelli, esta mujer se las ha rebuscado toda su vida y sigue tratando de encontrar un medio de subsistencia. “Es un personaje para jugarlo mucho. Tiene mucho de comedia, pero yo lo veo también, como a toda la obra, en su trasfondo social: la madre que hizo lo que pudo para criar a su hijo y sigue velando por su futuro. Yo creo que el texto, la puesta, los elementos técnicos que enriquecen todo el espectáculo, el humor y los personajes van a conquistar al público. A pesar de estar situada en algún lugar no definido de nuestro campo y en otro tiempo histórico, los problemas y preocupaciones de estos personajes son comunes a muchos”.

Además de haber escrito la obra, Federico Silva la dirige. El otrora integrante de Pocas Nueces, los cómicos del programa Después vemos, de TV Ciudad, dice que la idea de la obra parte de una extraña conjunción: la lectura de Historia de la sensibilidad en Uruguay, de José Pedro Barrán, y la contemplación en una muestra del Centro de Fotografía de Montevideo de una foto de carnaval antiguo donde se veía a un niño forzudo sosteniendo una pesa de utilería que decía “1.000 kilos”. Siempre quiso escribir la historia de ese niño, que hoy encarna Guzzini. ¿Por qué ese niño portaba ese disfraz? ¿Por qué la cinta de campeón? ¿Qué habría detrás de esa historia? Ahora el niño debe mucho a Mama, su madre trabajadora encarnada por Moscatelli. Albino Almirón también es un campeón, pero de zapateo. Los personajes compiten entre sí, pero a la vez se necesitan: los une la flaqueza...

El circo criollo será completado por el público a lo largo de poco menos de un mes en la bellísima sala del Intercambiador Belloni.

Plantar bandera. Sábados a las 21.00 y domingos a las 20.00, hasta el 3 de agosto, en la Sala Jorge Lazaroff. 60 minutos. Entradas a $ 600 en Tickantel. 2 x 1 para comunidad la diaria.