Ese día pudo haber pasado esto: un grupo de mujeres y hombres camina por el terreno y observa. Miran mapas y fotografías. Preparan las herramientas para comenzar a remover la tierra. Es una mañana fría de otoño. Entre nervios, emoción y, más que nada, esperanza.
El 20 de junio de 2005 los integrantes del Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF) ingresan por primera vez a un predio militar en busca de restos de detenidos desaparecidos. 7.305 días pasaron y el Museo de la Memoria (MUME) inauguró la muestra fotográfica 20 años del GIAF, que estará abierta al público hasta fines de agosto.
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En una tardecita ya oscura, fría y húmeda, el público comienza a llegar desde la avenida Instrucciones. Recorre el camino poco iluminado que lleva a la entrada del museo. Adentro, la temperatura es agradable. Hacia la derecha y al fondo se llega a una sala mediana en la que se hará la inauguración. Sobre un mantel rojo vino que cubre una mesa rectangular mediana hay dos jarras de vidrio con agua, vasos y un florero pequeño de vidrio con margaritas. Las sillas de madera con detalles de tapizado azul. Atrás, un mural que ocupa todo el ancho de la pared y llega casi hasta el techo alto y blanco, en el que se ven miles de personas que llevan fotos de desaparecidas y desaparecidos. Aquí está más caluroso. La gente ingresa, se quita el abrigo y se ubica en sillas blancas de plástico. Se escucha un murmullo suave.
Cerca de las siete de la tarde, Elena Menini –funcionaria del MUME– da la bienvenida y explica cómo será la dinámica. Comienza a hablar la directora del museo, Begoña Ojeda, agradece a los presentes y destaca la importancia de la muestra. Continúa el decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar, Pablo Martinis, que pondera el trabajo del GIAF y lo define con una palabra: obstinación, y una frase: “Ir contra lo que parece inexorable”. Débora Quiring –directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo– asiente con un movimiento de cabeza y dice que le viene a la memoria un poema de la escritora mexicana Rosario Castellanos. La intendenta interina de Montevideo, Mariella Mazzotti, habla de la importancia del arte, de la fotografía, de ver, mirar, conocer, y de su deseo de que la muestra llegue a los espacios públicos para lograr una mayor visibilidad. Cada intervención se cierra con aplausos.
En la segunda parte, Alicia Lusiardo –coordinadora del GIAF– homenajea y nombra a cada uno de los integrantes del grupo, que pasan a recibir un obsequio. No se olvida de los que hoy no están y fueron parte en algún momento. Dedica unas palabras especiales a Ximena Salvo, que está desde el primer día; Ximena, sentada en la segunda fila, se emociona. Néstor Pereira, fotógrafo y curador de la muestra, agradece a Alicia, a su colega Jorge Tiscornia y a todo el grupo de antropólogos.
Tiscornia –también fotógrafo y curador de la muestra– lee un texto entrañable titulado “7.305 días ya...”. La integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos Graciela Montes de Oca dice: “Gracias por el compromiso y por el amor puesto por el equipo. No se encuentra la persona que fue, pero sí se recupera la esencia”. La sala se llena de aplausos. Vuelven los abrigos para ir al patio a conocer la muestra. Allí espera un café bien caliente.
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Lo primero que llama la atención son las fotografías a escala real exhibidas en el piso. Sobre las baldosas de color ladrillo hay que caminar con precaución para evitar pisarlas. La mayoría de las fotos están en las paredes. Para recorrer la muestra no hay que seguir un orden determinado. En las imágenes se ve tierra, huesos, manos con guantes de cirugía, trabajadores, piedras, cal, una retroexcavadora, el día, la noche, luces, más tierra, pinceles, baldes, raíces, más manos...
Néstor Pereira me dice: “El objetivo de la muestra es, justamente, mostrar el proceso de trabajo que se hace a partir de un hallazgo. Lo que no se ve, cómo trabajan con pequeñas herramientas, con las retroexcavadoras. Buscamos, también, que hubiese una unidad plástica, una coherencia plástica, que fuera algo atractivo, porque no deja de ser arte. Optamos por el blanco y negro, que logra una mayor abstracción. Hay fotos de los siete hallazgos, y la mayoría son fotos de campo y fueron tomadas por los integrantes del grupo. Quiero destacar que se nota que hay un cuidado por la imagen. Si bien no son profesionales, se preocupan por que las fotografías salgan bien. Hay también algunas fotos mías, más que nada de la última parte del proceso, en el laboratorio”.
Luego de más de dos horas, hay quienes comienzan a retirarse, con pasos lentos. Algunos hablan en grupos de tres o de cuatro, mientras Alicia Lusiardo busca reunir a todo su equipo para una foto. Camino hacia la salida. Afuera sigue húmedo y el frío se intensificó. A mi cabeza vuelven las frases finales del texto entrañable que escribió y que leyó Jorge Tiscornia: “Ya está: emulsión, celuloide y químicos. Blanco y negro, ya está. Y mañana, 7.306 días. Ellos saben bien, esto continúa. Recién comenzaron a arañar la tierra. NUNCA MÁS”.