El miércoles, en el teatro Solís, la Banda Sinfónica de Montevideo vuelve a presentar el espectáculo Tangazo, que suma el sonido sinfónico al del bandoneón para que el público se reencuentre con uno de los sonidos más emblemáticos del Río de la Plata.

En esta oportunidad, a la banda dirigida por Martín Jorge se le sumarán nueve bandoneonistas, liderados por el reconocido intérprete Néstor Vaz, que en palabras de Jorge “hacen sentir toda la potencia de este instrumento de viento que se intensifica junto con la Banda Sinfónica de Montevideo”.

En conversación con la diaria, Vaz recuerda su temprano contacto con el tango. “Me llegó de niño, porque mi padre tocaba el bandoneón y en mi casa humilde, allá en un pueblo, en 25 de Mayo, era la música que tenía. Era el entretenimiento y fue lo primero que conocí”.

“Después, con la incorporación del bandoneón a mi vida se incorporó el tango, que es la música en la cual más se emplea el bandoneón”, agrega Vaz. “Fue rápido, porque ya lo estaba estudiando mientras estaba en la escuela. Después empecé a tocar profesionalmente, con 15 años, en orquestas de tango de Florida, así que estuvo prácticamente toda mi vida. Lo incorporé desde niño y tal vez había algún componente genético”.

Vaz nació en 1948 y desde entonces ha visto varias facetas del tango: “No es fácil establecer, en más de 70 años, si ha habido cambios sustanciales. Sí ha habido cambios, pero no sé si han sido lo suficientemente fuertes como para decir, como sostienen algunos, que el tango está en el CTI. Eso lo vengo escuchando desde hace muchos años. Porque es más fácil captar la atención de un periodista; si me hacen una entrevista y digo que el tango está en el CTI, sin duda es el título que van a poner en la nota”.

“Es más fácil decir eso a decir que está vivo, que hay que seguir manteniéndolo y hay que hacer cosas para que esa llama no se apague. Y de hecho creo que está vivo porque hoy no podemos mirar el tango con una visión tan cortita de lo que se hace acá o en Buenos Aires. El tango pasó a ser propiedad inmaterial de la humanidad y está en todo el mundo. Y cuando digo ‘en todo el mundo’, es en todo el mundo, porque en el lugar más recóndito de la tierra se conoce algo de tango. Te lo digo yo que he recorrido bastante”, señala.

Además, se define como un optimista en las cosas que tienen “arraigo y defensa desde lo popular”, como es este caso. “Mucho o poco, al pueblo le gusta. Y cuando al pueblo le gusta, el pueblo lo va a defender. En algún momento puede volver a tener lugares de privilegio, de difusión masiva como tuvo antes. Pero hay músicos, creadores, intérpretes nuevos, sólo que muchas veces, al no difundirse, no se sabe”.

“Lo clásico permanece, y no es porque le guste a la gente que ya tiene unos años, sino porque también le gusta a la gente joven. Eso es lo que muchas veces la masa no entiende. Hay muchos jóvenes que entran al tango por el baile, otros lo cantan, y hay también muchos jóvenes instrumentistas”. Vaz lo sabe por su proyecto de la Orquesta Escuela Bien de Abajo: “¿Qué los lleva a estos chiquilines a esta música? A no faltar un sábado a ensayar, a tocar Troglio o Pugliese. No fue creada en la época de ellos”.

Tiene una teoría de por qué ocurre: “Toca las fibras íntimas de cada uno. Cuando escuchan un tango se acuerdan de un padre, un abuelo, un tío, una tía, algo que los mueve adentro. Eso es propio de un arte que apunta a la sensibilidad, y el tango es muy visceral en ese aspecto; toca cosas adentro, y uno de repente, siendo joven, no sabe qué es, pero después se entiende”.

Con respecto a Tangazo, Vaz recuerda que en experiencias anteriores se había hecho con tres bandoneones. “Esa es más o menos la conformación clásica, ortodoxa. Pero esta vez el director Martín Jorge tuvo la idea de sumar nueve bandoneones, que es lo que diferencia esta propuesta”, acota.

“Tiene un repertorio bastante amplio, porque están los clásicos instrumentales de ‘La cumparsita’, ‘El choclo’, ‘Canaro en París’, los clásicos cantados gardelianos, como ‘Por una cabeza’, hasta algunas composiciones de Astor Piazzolla. Eso, con las voces de Valeria Lima, de Gabriel Peluffo, más el cuerpo de baile, más los bandoneonistas, creo que va a redondear un espectáculo muy bueno”, afirma.

Acerca del sonido sinfónico, reflexiona: “La Banda haciendo tango no es algo nuevo. Evidentemente tiene un sonido distinto a lo que sería el tango ortodoxo, porque hay muchos instrumentos de viento, pero eso se atenúa con la presencia de los bandoneones. Además hay un violín solista, que es Matías Craciun, con mucho tango arriba, y los arreglos son del pianista Franco Polimeni, que sabe mucho de tango. Está bien balanceado, bien armado el equipo para que lo que la banda proponga, a pesar del formato, siga siendo tango”.

Tangazo. Miércoles 13 de agosto a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas desde $ 300 a $ 1.200 en Tickantel.