El jueves se presentó en Cinemateca Uruguaya el documental Memorias travestis, que reconstruyó, mediante 50 entrevistas, la violencia estatal y policial sufrida por la población travesti y trans durante la dictadura y los primeros años de la apertura democrática en Uruguay. Sobre la obra hablaron en la diaria Radio uno de sus directores, el investigador y académico Diego Sempol, y el cineasta Aldo Garay, que acompañó el proceso de elaboración de la película y aportó material de archivo.

Las entrevistas recopiladas por el documental fueron realizadas por Karina Pankievich, activista trans y presidenta de la Asociación Trans del Uruguay. Junto con Alejandro Albertti y Sempol empezaron a trabajar hace tres años sobre “la idea de visibilizar este tipo de violencias que no tenían casi audibilidad en la sociedad uruguaya”, dijo el codirector del documental, quien remarcó que, por ejemplo, en el en el marco de los 50 años del golpe de Estado, se ha “hablado mucho sobre la violencia por razones políticas o por razones sindicales, pero muy poco por motivos morales”.

Sempol sostuvo que el tema “afloraba con una fuerza muy grande” entre las personas entrevistadas, por lo que consideraron central “hacer un eje ahí y tratar de ver cómo estas biografías fueron atravesadas por estas violencias”. Además de profundizar en el vínculo entre esa violencia con el activismo que emergió a principios de los años 90 “y que reivindicó una cantidad de cosas que finalmente cuajaron en la Ley Integral Trans en 2018”. Del documental también se desprende la violencia sexual institucionalizada sufrida por esta población: “Cómo muchos grupos de actores policiales abusaban sexualmente de las personas a través de la detención”.

El codirector destacó el apoyo y financiamiento de la asociación de ex presas y ex presos políticos Crysol, como muestra de la apertura, por parte del movimiento de derechos humanos que se ocupa del pasado reciente, al “reconocimiento de que las víctimas son un grupo mucho más amplio y heterogéneo”. “Para mucha gente, en el 85 llegó la democracia. Para otros grupos, no; la democracia recién llegó casi 20 años después, cuando empezó el siglo XXI. Estos destiempos no han sido ni siquiera pensados por la historiografía, no han sido visibilizados por la sociedad en general”, señaló Sempol.

Sobre la producción de la pieza, Garay destacó el dispositivo fílmico que se formó a partir de su locación. Las entrevistas se realizaron en salones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República que, para Garay, remiten a las oficinas de investigaciones de las comisarías. “La película siempre necesita un dispositivo y un espacio, y el espacio está, que me parece muy interesante”, señaló el cineasta. Garay, que tiene un extenso registro sobre travestis desde la década de 1990, afirmó que siempre tuvo interés en el cine documental y en “conocer y acercarme a personas muy distintas a mí”. Recordó que antes de la primera Marcha del Orgullo en 1993, ya había trabajado en diferentes registros con las personas trans del barrio Palermo, por lo que se dio de manera natural cubrir esa movilización.

Garay es el autor de la llamada Trilogía de la identidad, que componen sus documentales El casamiento, El hombre nuevo y _Carmín. En opinión de Sempol, el ojo del cineasta ayudó a definir “qué poner y qué no poner, porque había un delicado camino sobre qué cosas visibilizar y qué cosas no visibilizar”. A su vez, destacó el rol de Pankievich como entrevistadora, que “hizo que las entrevistadas hablaran como nunca, hasta ahora, habían hablado”, por lo que “el documental tenía que tratar de capturar parte de eso, pero respetando ciertos niveles”.

Los testimonios de las entrevistas también dejan ver las redes de solidaridad tejidas en esa población. El codirector señaló que esa unión empezó en las pensiones de Yaro y Maldonado, donde muchas, entre los 80 y principios de los 90, “se concentraron masivamente, y ahí empiezan a tejer estos vínculos amicales que después se vuelven vínculos más políticos”, explicó.