Ya no hay vuelta atrás y la satisfacción del deber cumplido brota. La decisión está tomada, el teléfono suena, las ofertas aparecen, pero ya está. La carrera arrancó a los cuatro años en Fénix y luego pasó a Bella Vista, hasta llegar a Primera División. Luego vinieron Peñarol, Liverpool, Cerro, Olimpia (Paraguay), O’Higgins (Chile), Juventud, América de Cali, Junior de Barranquilla (ambos de Colombia), Fénix, Real Cartagena (Colombia), Miramar Misiones, Boston River, los papales de nuevo. También la selección.

Esa historia arrancó en la cancha y se trasladó al arco enseguida porque un compañero no quiso salir a jugar un 3-0 en contra en las infantiles de Fénix. Luego fue todo natural, con garra y sacrificio. Hoy Adrián Berbia cuelga los guantes donde todo empezó. Su Bella Vista, el que tanto defendió, es el campeón de la Segunda B Amateur y volverá al profesionalismo, si todo sale bien.

¿Ya no sos más jugador de fútbol?

No, era algo que estaba decidido más allá de cuál fuera el final. Estaba pensado y analizado con la familia. En lo personal estoy bien, porque me retiré en el equipo que quería; siempre lo había pensado, desde que me fui, en el 2000. Se dio la posibilidad. Más allá de que había propuestas para jugar a nivel profesional, quise vivir esta experiencia.

¿Pasó algo cuando todo terminó y pasaste a ser un ex jugador?

Siempre mirás para atrás y se te vienen muchos momentos. Me tocó jugar en todas las categorías y divisionales, era un sueño volver a Bella Vista. La realidad y el presente superaron el sueño de volver, con la obtención del título.

¿Qué tiene la C?

Es complicada por las canchas donde se juega, el entorno y porque las condiciones no son las mejores. Muchas veces hay doble o triple jornada, y te entregan un vestuario media hora antes de jugar. Tenés que cambiarte en una tribuna y entrar en calor rápido, pasás por el vestuario a dejar el bolso. Las canchas no son las mejores, pero luego ves que hay muy buenos jugadores; eso me sorprendió. Eso quedó demostrado: cuando se empezó a jugar en mejores canchas se veían cosas interesantes.

¿Qué cosas se viven en el día a día?

Es complicado. Te encontrás con todas las realidades. En Bella Vista ningún jugador percibía un salario o un boleto; el que iba lo hacía por el deseo y el amor al fútbol. Por el deseo de poder construir una carrera. A muchos los ayudaba la familia, o trabajaban antes, o después, y sacaban recursos de otro lado. Yo iba con el objetivo de cumplir un sueño personal y familiar, pero me tocaba levantarme a las seis de la mañana, para llegar al complejo y empezar a entrenar. Muchas veces te bañabas con agua fría, te traías la ropa para lavarla en tu casa. Yo sabía cuáles eran las condiciones del club y estaba dispuesto a vivir el día a día con el afán de colaborar con el equipo.

Se va por un sueño, sin importar todo lo demás.

A mí me pasó igual cuando estaba en juveniles y van pasando los años. Llega un momento en que soñás con ser profesional, en este caso no es la excepción. Mis compañeros sueñan con jugar profesionalmente, y si no se daba el ascenso, que los vieran de otro lado. Ese sueño mantiene vivo a todos los deportistas. El sueño y la meta de los colegas del resto de los equipos es la misma. Esta es la apuesta de los que sentimos el deporte. Vamos, nos entrenamos, nos cuidamos y hacemos las cosas bien para ir en busca de lograr un sueño. Después, por más que todos hagamos el esfuerzo, el filtro es cada vez más chico y no hay posibilidades para todos. Está bueno que quede esa conciencia tranquila de haber dado todo.

Ya con 40 años, habiendo jugado en el exterior, ¿no te costó asumir todo lo que se vino?

Cuando fui al primer entrenamiento hablé con Erardo Cóccaro y me preguntó si sabía cuál era la realidad. Le dije que sí, que no me iba a arrepentir, y que lo que iba a vivir no era algo nuevo. Lo había vivido con 14, 15 años, de ir a entrenar en bicicleta, o caminando, y cambiarme en el Prado cuando no había vestuarios. Si en un determinado momento lo hice, ¿por qué ahora no? El hecho de que la vida te haya llevado a jugar en la selección, un equipo grande o el exterior no quiere decir que te olvides de tu camino y tus vivencias. Yo tenía amigos que me decían que estaba loco para levantarme temprano o para privarme de irme un fin de semana con mi familia. Me pasó que el día anterior a jugar la final tenía el cumpleaños de 15 de la hija de Darío Rodríguez, es un hermano. Lo llamé y le dije que no podía ir porque jugaba, que no podía ir ni siquiera a sacarme una foto y volver. No lo hice cuando era profesional y el mismo respeto me merece el club, mis compañeros y el fútbol.

¿Cómo asumís el rol de referente en un plantel tan joven?

Este año cumplí 41 y tenía compañeros de 18, podían ser mis hijos. Lo viví con una responsabilidad mayor porque, si bien yo hacía lo que me gustaba y estaba en Bella Vista, me tomaba la situación personal de cada compañero en poder contribuir con ellos y poder dejarles algo.

También te pusiste al hombro la lucha de los compañeros de la divisional y afrontaste, junto con el resto, no firmar el pedido de cesión del derecho de imagen. ¿Por qué?

Fue algo normal, de mantener una postura lógica. Siempre a lo largo de toda la vida lo he manejado y he tratado de respetarme a mí y a los demás. En su momento se quisieron poner condiciones de firmar un papel cediendo los derechos de imagen para transmitir los partidos. Yo lo que dije es que no estaba dispuesto a firmar, y eso lo manifestamos a nivel grupal. No veíamos por qué los jugadores de la C teníamos que firmar algo que no firmaron en la A, la B, los técnicos o los jueces, y los partidos se jugaron igual. Después se quiso decir como que los partidos que Bella Vista jugaba no se transmitían porque no lo permitíamos. Nosotros fuimos claros en que se podían televisar, y estaban en su derecho. Nosotros no impedimos nada. Se televisó todo y nosotros jamás firmamos nada.

¿Les pedían ceder sus legítimos derechos de imagen a cambio de nada desde Tenfield?

Claro. Nosotros lo que planteamos fue, por intermedio del presidente de la divisional, que la empresa quería evitar un reclamo futuro como hubo en una final anterior. Nosotros dijimos que si la idea era que la empresa estuviera tranquila podíamos hacer una instancia de negociación. Nosotros no regalamos lo que es nuestro, tampoco estábamos pidiendo dinero. Quizá yo puedo decir que mi imagen vale un dólar y un colega puede decir que vale más, nunca te vas a poner de acuerdo. Nos dijeron que la idea era potenciar la divisional. Lo que dijimos fue que si esa era la idea sería bueno potenciar el día a día. Te televisan un partido un fin de semana, en una buena cancha, pero muestran una realidad que no es la misma durante la semana. Si vos querés potenciar podés mandar pelotas, conos, material de trabajo a los equipos, y por ahí todos podemos estar tranquilos. El hecho no es el valor, sino hacer cosas para mejorar.

El año pasado, en tu último equipo profesional, te ofrecieron un cargo de gerente deportivo. ¿Por qué no lo tomaste?

Tuve tres años muy lindos en Boston River, llegué a un equipo en las últimas posiciones de la divisional B y llegamos a pelear un tercer ascenso con Villa Teresa. Al año siguiente vino el ascenso, jugar en primera, ir a una copa internacional, lo mismo en el segundo año. Habíamos conversado para renovar un año más. A principios de este año me ofrecieron el cargo de gerente deportivo en el club. Yo les agradecí a los gerenciadores y la directiva pero les manifesté que me sentía con ganas de seguir jugando, que no me sentía con ganas de hacer otra función. Si hubiese sido gerente deportivo no lo hubiese hecho bien, porque mi deseo era estar adentro de una cancha. Tuve alguna oferta de clubes profesionales, pero apareció lo de Bella Vista y me fui al lugar donde nací.

¿Qué aspectos pensás que vas a extrañar más del fútbol?

Terminás extrañando el vestuario, el compartir el día a día, los mates y la adrenalina que sentís en la semana para jugar un partido. Hay una exigencia que uno se mete para hacer las cosas bien. La gente quizá trabaja de lunes a viernes y el fin de semana se desenchufa. En nuestro caso te entrenás en la semana, te exigís, y el fin de semana es el día de mayor exigencia. Por ahí descansás el lunes, y no lo podés compartir con tu familia porque ellos están con sus actividades.

¿Qué dejó el fútbol?

Me dejó amistad. Saber que en todos los equipos que estuve dejé eso, y poder volver o pasar y ver a cualquier persona a la cara, saludarla y darle un abrazo. No tener que esquivar a nadie porque alguna vez hiciste algo que no debías.

¿Te sentiste más cómodo en alguno de los países donde estuviste?

Mis salidas fueron buenas. Me tocó jugar 23 años en Primera División y en todos los lugares que estuve salí de la mejor manera. Deportivamente te puede ir bien o no, pero eso es circunstancial. Convivís con los resultados y todos son posibles. Lo importante es el trato, el respeto que tengas al resto, y el que recibas. Disfruté en todos lados. En todos los países los arcos eran iguales, pero la pasión pasa por disfrutar de hacer lo que te gusta. La responsabilidad pasa más allá de dónde estés, del objetivo y del dinero que recibas. Podés estar en el mejor equipo, tener el mejor salario, pero si no disfrutás y no sos profesional no valorás lo que tenés. O podés estar, como me tocó este último año, en un equipo amateur, con dificultades, y mi responsabilidad era la misma. Iba, entrenaba, no importaba frío o calor, y tenía el mismo compromiso.

¿Qué se viene ahora?

Me he preparado, cursos de entrenador y de gerente deportivo. Me estuve capacitando y seguramente voy a seguir vinculado por ahí. Me interesa la gestión deportiva, estar cerca del jugador. Creo que Uruguay saca muchos jugadores pero muchos quedan por el camino porque no se dice lo que se tiene que decir, sino lo que es más fácil de escuchar. Creo que un consejo o una palabra justa a veces duran; a un jugador lo podés ayudar y le podés hacer un clic para que pueda cambiar.

Jugaste en Primera, pasaste por un grande, la selección, el exterior. ¿Cumpliste todo?

Siempre pude cumplir lo que me tracé futbolísticamente. Todos los años me dejaban libre en Bella Vista. Yo les decía que iba a entrenar para compartir el día a día con mis compañeros, no me cambiaba si era titular o suplente. Así iba pasando año a año, a veces jugaba; en juveniles habré jugado 20 partidos en seis años. Llegué a Primera, jugué en un grande, en la selección, y pude salir. Me pude marcar el retiro cuando yo quise. Incluso hoy tengo posibilidades de seguir jugando, pero el final lo pongo yo, como siempre quise.