El esperado y tal vez hasta previsible triunfo de los carboneros ante una oncena alternativa de The Strongest, 2-0 con goles de Cristian Palacios y Cristian Cebolla Rodríguez, de penal, no sirvió más que para asegurar la tercera colocación en el grupo C, detrás de Libertad y Atlético Tucumán, que empataron en Asunción con ese resultado que aseguraba la primera colocación para los gumarelos y daba luz verde a la clasificación de los tucumanos.

Esta crónica de un partido jugado en Uruguay debe estar contextualizada con otro partido jugado en simultáneo en Paraguay, y tal vez también deba vincularse con dos juegos más de Peñarol: con Libertad en Asunción y con Atlético Tucumán en Argentina. En definitiva, hay que contextualizar tanto que al final el único que parece no entrar en cuadro es The Strongest, el rival carbonero de anoche, que llegó a Uruguay eliminado y habiendo dejado a varios de sus titulares en La Paz.

El equipo dirigido por Leo Ramos –que se va, que se queda– casi no tuvo inconvenientes para asegurarse el triunfo, aun cuando se quedó con diez futbolistas debido a la inapropiada decisión del juez colombiano Andrés Rojas, que por una mano instintiva en la mitad de la cancha le mostró la segunda amarilla a Franco Martínez.

Peñarol comenzó el partido con ansiedad pero con la seguridad de que tarde o temprano vencería la valla boliviana. Mostró un juego rápido, no demasiado atinado, con muchas ganas y verticalidad. A los 13 minutos apareció el primer remate franco al arco: aunque en realidad no iba para ese lado, The Strongest estuvo cerca a partir de una escalada por la derecha que terminó en un peligroso remate de Henry Vaca que Kevin Dawson debió sacar al córner estirándose contra el caño.

A los 19 minutos llegó el primer gol de Peñarol: una falla defensiva de los bolivianos le permitió a Palacios ir contra la pelota, ganarla y definir de cara al arquero para vencerlo. El pase del rosarino Maxi Rodríguez tenía buena intención, pero era neutralizable para Gabriel Valverde, que patinó y dio vía libre a las intenciones del Yesquero de Belén. A los 35 minutos, otra gruesa falla de la defensa paceña generó un torpe penal contra Fabián Estoyanoff que el Cebolla cambió por gol con un terrible sablazo de zurda.

Ahí se cerraba el partido en Uruguay, aunque quedaba una hora de juego y, definitivamente, la atención se trasladaba a Paraguay. Es feo no depender de uno mismo, y más feo recordar y pensar que aquel partido jugado en tierras guaraníes estaba rematadamente para ganar, o al menos para no perder, y ahí seguramente fue donde se perdió todo.

Hubo un segundo tiempo, sí, el de la expulsión de Martínez, el del gol anulado a Maxi, el de la salvada de Dawson, el que confirmó el gran partido de Guillermo Varela. Pero lo que nadie quería era que esos minutos acá fuesen, por aquellos minutos allá, los últimos de la Copa Libertadores 2018. Y lo fueron. Ahora todo sigue en la Sudamericana, que, por cierto, no es un torneo a desatender. Los carboneros tendrán que tratar de aprovechar esta experiencia y tornarla de mala a buena, siempre dependiendo de sí mismos.