Estadio Centenario repleto. Mosaico, fútbol y fiesta de despedida. Antesala de un Mundial del que no vemos la hora de que empiece. Uruguay le ganó 3-0 a Uzbekistán con goles de Giorgian de Arrascaeta, Luis Suárez y José María Giménez, y se despidió de su público de la mejor manera.

Ayer festejó. Hoy la selección volverá al complejo Uruguay Celeste para cambiar el chip y partir hacia Rusia mañana. 17 horas de vuelo mediante, los de Óscar Washington Tabárez irán directo a la concentración elegida en la ciudad de Niznhy Novgorod. Y nosotros nos quedaremos acá, creyendo ser ellos.

Conviene analizar el partido por partes. En el primer tiempo se vio la idea, con Uruguay parado con un 4-4-2 tradicional, pero con variantes. La defensa en línea que puede ser recitada de memoria; en la mitad de la cancha Matías Vecino y Rodrigo Bentancur se pararon al medio, mientras que Nahitan Nández fue por la derecha y De Arrascaeta por la izquierda; a ellos se sumaron los dos de arriba, Suárez y Cavani.

Lo interesante fue el juego de De Arrascaeta y los roles que cumplió. A veces jugó de 10 neto, rompiendo la linealidad en el mediocampo, pero la mayor parte del tiempo ofició de volante por la izquierda. Hizo bien ambas cosas. En realidad, debió aplicarse al trabajo de volante por la banda. Pero, como el vicio tuerce la rama, por vocación siempre tiró diagonales hacia el centro, quedando de enganche. Aplicado a la marca, nunca descuidó el hueco y volvió a ocupar su lugar inicial.

Uruguay empezó mejor, después se desdibujó, pero cuando los uzbekos intentaban llegar cerca del arco de Fernando Muslera llegó el primer gol. Pelota robada por Luis Suárez atrás de la mitad de la cancha, y contragolpe. Suárez mandó correr a Edinson Cavani por la derecha; Edin tiró el centro; no pudo en primera instancia De Arrascaeta; Suárez, que acompañaba, dominó la guinda, la abrió hacia su derecha y, entonces sí, el de Nuevo Berlín la empalmó de volea y la clavó en el ángulo.

En adelante, fue todo celeste. Para el inicio del segundo tiempo hubo una primera variante que cambió puestos pero no sistema: entró Cristian Rodríguez y salió Nández. El Cebolla se paró en su habitual lugar, a la izquierda, y Giorgian pasó a ocupar el puesto de volante por la derecha. Precisamente en una de las primeras subidas del Cebolla se originó la jugada del penal. Mano, 11 pasos de distancia y Suárez pateó cruzado abajo: 2-0.

Los cinco cambios que se sucedieron después en Uruguay siguieron con la tónica anterior: el mismo esquema con diferentes nombres. La zona central quedó casi nueva: Lucas Torreira al centro, Carlos Sánchez por la derecha, el Cebolla por la izquierda y el intocable Bentancur, justificadamente inamovible, porque fue la salida limpia, el primer pase de todo lo que empezaba, la claridad para encontrar al compañero, las piernas abiertas para que la pelota pasara entre sus caños y dejara a dos uzbekos perdidos en el césped. Nada nuevo: Bentancur es clase A.

El tercer gol fue de Giménez. Fueron juntos con Diego Godín, como en casi todas las jugadas de pelota quieta de Uruguay, pero la impactó Josema. Luego del tercero podría haber venido otro, pero una vez la tapó el arquero, y en otras definieron mal Sánchez y Christian Stuani.

Misión cumplida para la preparación en Montevideo. Mañana la ilusión viajará rumbo a Rusia. Empezalo, juez, que ya no sabemos qué hacer con esta ansiedad.