En la sala de profesores del Instituto Superior de Educación Física (ISEF), cada 15 días se junta el Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte. ¿Qué vemos cuando vemos fútbol? ¿Qué es eso de jugar como una nena? El deporte como una cuestión coyuntural y no sólo como la acumulación de aconteceres entre que empieza y termina un partido y hasta las líneas que son los límites de la cancha. Problematizar la violencia en el deporte fue el punto de partida del que surgió el libro Violencia en el deporte: discursos, debates y políticas en Uruguay, coordinado por Bruno Mora y Rafael Bayce. Hoy en día trabajan en la instalación de un Observatorio de Fútbol Infantil y en el proyecto Fútbol y Sociedad. Garra habló con Andrea, Martina, Líber, Federico, Clever y Bruno sobre el deporte más allá de las líneas.
“Llegué al grupo en 2015, cuando recién arrancó. Cuando se empezó a conformar una de las materias del nuevo plan de estudio, que es Teoría y Práctica del Deporte –en el que había un módulo que se llamaba Estudios Sociales y Culturales sobre el Deporte–, me metí de lleno. Ahora estoy coordinando el proyecto de Fútbol y Sociedad y participando también en el Observatorio de Fútbol Infantil. Aparte, estoy haciendo la tesis de maestría sobre los discursos y las representaciones de la educación física y el deporte en los centros educativos comunitarios”, cuenta Andrea Quiroga, que tiene 28 años, es licenciada en Educación Física y cursa además la Maestría en Deporte en la Universidad de La Plata.
Martina Pastorino tiene 25 años y viene de la rama de la gimnasia artística. “En la transición de ser estudiante y dejar de serlo, arranqué a dar clases. Empecé primero en Cerro Largo, en el marco del plan conjunto; ahí di gimnasia artística. Iba todos los martes hasta allá y volvía. El segundo semestre empecé con Teoría del Deporte y Gimnasia Artística, una del plan viejo y una del plan nuevo. Cuando empezás a dar clases es una necesidad integrarte a un grupo de investigación, de trabajo. Llegué también por el Módulo de Teoría del Deporte. Integro todo lo que el grupo hace y hablo bastante de fútbol. Ahora estoy investigando sobre gimnasia artística, que no hay mucha investigación en Uruguay. Concretamente me enfoco en la parte de género. Ahora en este momento estoy escribiendo sobre los abusos sexuales en gimnasia artística; no es una realidad uruguaya –por ahora– pero sí ha ocurrido en países cercanos”.
Federico Wainstain supo jugar hasta séptima en Sud América, y es clown y malabarista. “Me sumé en carácter de secretario del grupo, que implicaba llevar actas de reuniones. Ahora estoy haciendo mi tesis de grado, que tiene que ver con los discursos sobre la infancia que hay en la Organización Nacional de Fútbol Infantil [ONFI], analizando los reglamentos, qué es lo que se dice sobre la infancia”. Clever Rodríguez es el veterano del grupo; fue profesor de casi todos y mantuvo contacto con ellos por cuestiones gremiales. Fue futbolista del viejo Misiones, pero se dedicó a la Liga Universitaria de Deportes (LUD) para poder terminar la carrera. Volvió al club ya fusionado con Miramar y jugó en la C. “Con 15 años jugué en Primera C; me vinieron a buscar de un par de cuadros y pidieron plata, imaginate. Jugué en la C y no jugué más. En el año 80 Miramar sube a la A y piden aspirantes para la tercera. Acompañé a un amigo; yo quedé adentro y él afuera. En el 81 debuté en Primera División, me dirigió el Bebe [Ángel] Castelnoble. El titular era Sapuca [Aparecido Donizete de Oliveira]. Era tan fácil jugar con él; salió goleador atrás de [Fernando] Morena. En el 83 me dediqué a jugar en la Liga Universitaria, porque la lógica antes era estudiá o jugá al fútbol, y la Liga me permitía hacer ambas cosas”.
Líber Benítez tiene 32 años e hizo todas las inferiores en Rampla; un gerenciamiento mexicano terminó por marginarlo de la Primera División. Hoy en día juega los jueves en El Espigón FC, en Pajas Blancas. “Me recibí en 2011, pero desde 2009 laburo con el deporte con gente en situación de calle, en centros juveniles, talleres de deporte en la periferia montevideana. Empecé a trabajar en el ISEF como docente comunitario, y a partir de ahí, vinculando el deporte y la comunidad como eje de abordaje desde lo académico; mi tesis de grado incluso está vinculada a la educación física y la comunidad. Actualmente estoy cursando la Maestría en Derechos de Infancia y Políticas Públicas y haciendo un recorrido histórico de la ONFI, desde que se crea como Comisión Nacional de Baby Fútbol hasta 2015, que entra en la órbita de la Secretaría Nacional del Deporte [SND]. Intento poner sobre la mesa qué deporte y qué infancia propone la ONFI. En 2015, con Bruno como eje y algunos compañeros más empezamos a nuclear gente con una idea que en principio era sobre las hinchadas del fútbol uruguayo. Terminamos juntándonos con Rafael Bayce y surgió el libro Violencia en el deporte: discursos, debates y políticas en Uruguay, que hicimos junto a un montón de gente, analizando los discursos desde los polos académicos y la realidad social. A partir de ese proyecto inicial se compone el grupo y empezamos a trabajar en la conformación del Grupo de Estudios Sociales y Culturales sobre Deporte. Soy un hincha de la posibilidad de articular tres cosas entre el grupo y el deporte, que son la academia, la política y los medios de comunicación, como tres grandes ejes que fueron los hilos del grupo, las agendas sobre las cuales trabajamos”.
“A mí me interesaba el alto rendimiento y me di cuenta de que estábamos lejísimos; el tema es que falta masa crítica para pensar en los deportes, o sea, deportistas que piensen en el deporte, estudiantes universitarios que piensen en el deporte, gente de los barrios que piense en deporte. El alto rendimiento debería ser consecuencia de todo eso, más allá de los resultados deportivos. Los clubes son un patrimonio importantísimo, no sólo los clubes de fútbol sino estos clubes multideporte: Biguá, Malvín, en el interior el Urunday de Rivera, el Uruguay de Artigas, el Remeros de Mercedes, los Remeros de Salto y Paysandú son instituciones que han tenido impacto social. Hubo un llamado de la CSIC [Comisión Sectorial de Investigación Científica] y uno de los temas era la violencia en el deporte. Me comuniqué con Rafael Bayce y con otras personas que integraban una red temática de estudios sobre deporte y presentamos una investigación sobre este tema. Sacamos un libro, generamos un debate, se hicieron unas cuantas cosas en cuanto a eso. A mí lo que me interesaba era la dimensión educativa de todo esto, qué dice la gente en los barrios de todo esto, qué dimensiones reales tiene el problema. Las dimensiones las manejan los medios de comunicación y las políticas. Con el proyecto TATAMI, que es uno de los proyectos más viejos de extensión universitaria del ISEF, estamos en Malvín Norte; hacemos investigación y extensión con gurises del barrio, clases de judo, entre el ISEF y la Facultad de Psicología”, cuenta Bruno Mora, que representó a Uruguay, fue entrenador de la selección nacional de judo y por ese vínculo llegó al ISEF. Y agrega: “Intentamos que los propios niños produzcan el proyecto, revertir la relación escolar de que hay una maestra que maneja el conocimiento, el saber y el poder. Se transformó en un espacio de participación en el que los gurises no sólo opinaban sino que fueron construyendo la agenda del proyecto. Nosotros de educación física sabemos muy poco; la educación física se basa en ser una disciplina moralizante, en decirle lo que hay que corregir al otro. A mí me interesaba estudiar algo que investigara sobre lo que los otros dicen, ahí la antropología me dio un lugar. La antropología se dedicó siempre a ver qué dicen los nativos sobre determinado problema. La mayoría de quienes escriben en el libro son antropólogos porque van y hablan con los hinchas, viven con los hinchas, se hacen hinchas, trafican con los hinchas, van a las comidas con los hinchas. Es otra la relación con las personas y con el tema que uno estudia. Una de las preguntas que surgió en el observatorio, por ejemplo, es qué es jugar como una nena. Vamos a preguntarles a los gurises. Vamos a ponerlo en cuestionamiento”.
El Mundial nos atraviesa, el fútbol como una lógica cultural que acontece. La aplicación del VAR abre paso a nuevas preguntas que se irán respondiendo en la conversación, en esta o en una próxima. Federico acota: “La aplicación del VAR entra en un contexto de descredibilidad hacia la FIFA por un montón de casos de corrupción. La imagen del aparato deportivo mundial es que es un aparato en el cual no se puede confiar. El dispositivo que se emplea es la cámara que te muestra la realidad. Eso tiene un discurso directamente relacionado con el fair play. Hay una cuestión ética y política sobre la mesa que está clara”. Según Líber, “hay gente, incluso en la Maestría de Deporte en La Plata, que sostiene que el deporte es lo que pasa adentro de la cancha. La cuestión no puede ser sólo la técnica de judo, por ejemplo. La cuestión es qué marco, qué les pasa a los gurises. Táctica, estrategia, todo, pero la cuestión es todo lo otro que tenés en cuenta a la hora del diálogo. Pasé por una etapa en la que pensaba que el deporte era una excusa, pero hoy en día vivo de eso, de hacer deporte, de dar clases sobre deporte, de discutir el deporte, de pensar el deporte. Lo primero es correrse de las lógicas binarias que definen al deporte, lógica externa e interna versus opio de los pueblos. No hay nada más ambiguo que decir opio, te duerme, pero por otro lado es disfrutable. Nosotros no negamos esa lógica interna de la cancha, pero sabemos que una decisión técnica reglamentaria es una decisión que está atravesada por lo político, ideológico, por las cuestiones de género ¿Por qué determinado gesto en la gimnasia artística tiene un puntaje para los varones y otro para las mujeres?”.
Andrea dice: “¿Qué hago con todas estas cosas que hablamos en el grupo? ¿Cómo enseño habiendo discutido todo esto sin volver a caer en lo que a nosotros nos enseñaron sobre cómo enseñar?”. Martina se encarga de contestar: “La lógica interna se basa en que el deporte se puede definir por las estructuras internas de cada deporte. Si alguno de esos elementos es modificado ya deja de ser deporte y pasa a ser un juego, esa es una teoría bien clásica. Ahora yo voy a la escuela y veo 20 gurises contra 20 con arquitos hechos con championes jugando con una pelota de papel, y para mí están jugando al fútbol. Eso es lo que estamos tratando de poner en juego en el proyecto”.
Así se va tejiendo el relato de los discutido, lo puesto en práctica. Hay una militancia intrínseca que pone a mover los cuerpos y las preguntas en los barrios, una forma de estudiar el deporte haciéndolo.