Richard Pellejero debutó en la Primera División del Club Atlético Cerro en el año 1995. Se retiró con la misma camiseta del equipo de la Villa 24 años después. Dicen que futbolista se hace. Aunque hay cosas que son innatas. Algunos nacen con talento, pero no saben qué hacer con él, otros nacen sin nada, pero son perseverantes. Otros no lo encuentran nunca. Hay quienes hablan de suerte. Dicen que futbolista se nace. Aunque hay cosas que se van aprendiendo. Algunos viven aprendiendo, otros se quedan en el refugio de un talento agotable.

Richard Pellejero y el equipo de Cerro.

Richard Pellejero y el equipo de Cerro.

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Allá donde la ruta se bifurca se erige un monumento. Es el estadio Luis Tróccoli. Cuna de ídolos de barrio, sempiternos en cada arruga de las paredes, de las caras de la hinchada. Supo cobijar en sus entrañas desde Copas Libertadores a sombríos descensos, pujas supuestamente inalcanzables, glorias de bronce y de carne y hueso.

Richard Pellejero

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Allá donde Grecia se adentra vive el ídolo. Aunque la palabra ídolo se parece a algo intangible, no es el caso. Richard Pellejero sudó, además de los de su Cerro, los colores de Nacional, Fénix, Danubio, Aucas de Ecuador, Quilmes argentino, Universidad de Concepción de Chile y la IASA.

Richard Pellejero.

Richard Pellejero.

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Volvió a Cerro siempre. Se fundó como un ejemplo para muchos, incluso para los que sienten otras camisetas. Militó desde el silencio, lejos del humo, por la causa de su gente. Sus hijos crecieron entre el alambrado y el primer escalón, pateando pelotas imaginarias, como él. Los jugadores, como algunos cuentos, tenemos dos finales: uno es la muerte, la que a todos nos toca.

Richard Pellejero

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Otro es el retiro. Richard se dio el lujo que se dan los grandes: decidirlo. Regalarse esa última vez en la utilería recibiendo el canasto con la ropa y los botines de la mano del Toto. Regalarse esa última ducha, oír con el golpeteo del chorro voces de antes. La última vez vestido con los colores de siempre. Los cordones ajustados, la vista periférica. Qué te van a hablar de amor.

Richard Pellejero

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Richard Pellejero disputó su último partido en el fútbol profesional con la camiseta número 5 de Cerro y el brazalete eterno en la memoria colectiva. Salió a la cancha de la mano de sus gurises y empatándole al alma: en la boca del túnel un cortejo de colegas, los aplausos de todo el estadio, hasta de los que ya no están. Cerro ganó por dos goles, fue reivindicativo como su propia historia. Richard levantó los brazos a su hinchada por última vez. Y para siempre. Se retiró sin aspavientos, metiendo, jugando, ordenando el medio de la cancha. El vestuario fue un paréntesis. El retiro empieza cuando se devuelve la ropa.

Richard Pellejero

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