Su carrera juvenil fue corta. Cuando quiso acordar estaba jugando en Primera, en ese entorno de ganar, de los puntos del descenso, de la Liguilla o del campeonato. Pasó de la quinta a la primera de Central Español casi sin darse cuenta, y de ahí al poderoso Peñarol. Jugó en la selección juvenil y en la selección mayor. Formó parte del plantel de la Copa América de 1991, pero una lesión de esas que antes no tenían solución y que hasta el día de hoy siguen marcando un antes y un después en la vida del futbolista lo alejó de las canchas en su mejor momento. Romper los ligamentos cruzados sigue siendo como una pequeña muerte, lesionarse es dejar de existir un tiempo. Jugó hasta los 27 años, pero ya no era el mismo. Retomó un viejo sueño de ser arquitecto y se puso a laburar en la construcción, no sin antes hacer el curso de técnico, para no irse del todo del mundo esférico del fútbol. Entusiasta estudiante, se recibió de comunicador con casi 40 años. Dice que más que para ejercer, lo hizo para formarse. Gustavo Ferreyra fue mutando y transitando un camino que lo llevó a la selección uruguaya. Hoy es el técnico de la sub 20 que nos representará en el Mundial de Polonia.
¿Cómo fueron los amistosos que disputaron en España?
Sirven para evaluar el plantel y medirnos con rivales mundialistas. Fuimos a un complejo en el que todo estaba organizado para recibir selecciones y armar una especie de campamento. En el sorteo mismo del Mundial están todos los representantes de todas las selecciones y se arma un mercado de amistosos. Hay gente que se dedica a armar partidos o campeonatos en ese tipo de complejos. Un intermediario nos había armado partidos con Francia, Japón y Ucrania, después nos cambiaron y nos ofrecieron un partido con Arabia y otro con Ucrania que se mantenía. En nuestro lugar nos enteramos de que metieron a Argentina. Todo es un negocio, pero a las selecciones les sirve porque te solucionan toda la organización, más si tenemos en cuenta la situación política de la AUF [Asociación Uruguaya de Fútbol], que complejiza la situación.
¿El embrollo político termina postergando algunas cosas que son urgentes?
Yo utilicé ese mismo término, el de urgencia. Más allá del tema político, había que cerrar la preparación para el Mundial. Esos eran nuestros argumentos para realizar el viaje y los partidos. Jugamos dos lindos partidos; los asiáticos son muy ágiles, muy de ida y vuelta, plantean partidos abiertos. Los ucranianos son muy físicos y cerrados defensivamente, se repliegan y no te dejan espacio. Es la riqueza que tiene el Mundial, jugás con culturas futbolísticas diferentes. Si te tocan los africanos sabés que físicamente te desgastan aunque no sean tan finos técnicamente, o son flojos en las áreas tanto en ataque como en defensa, pero te ponen un ritmo de juego que a nosotros nos cuesta. Después te toca una selección europea como Portugal y no le sacás la pelota, te hacen correr pero la pelota la tienen ellos.
¿La preparación se hace según los rivales que tocan?
Vos tenés que armar la estrategia según el rival y sus características. La mayoría de los jugadores de la selección están jugando en Primera, incluso muchos están jugando en Europa, ahora se los llevan cada vez más jóvenes. Pero no es lo mismo jugar en equipos que en selecciones, el torneo sudamericano tiene su particularidad, su exigencia. El fútbol europeo es mucho más jugado, la pelota va y viene; acá es mucho más cortado, más de lucha, de roce, de detalle, de pelotas quietas.
¿Cuál sería la definición de garra o esa cuestión que nos identifica?
Lo que hizo el Maestro fue desmitificar aquello de Obdulio, de la pelota abajo del brazo, de que los de afuera son de palo. Estaba todo condensado en ese mito de la garra charrúa de Maracaná. No quiere decir que la desconozca, claro que no, pero reivindico que además también había una forma de jugar que no era sólo meter y pegar patadas. Cuando se habla de garra, en realidad se habla de que nosotros los uruguayos le damos un sentido aparte al fútbol, significa mucho más que entrar a la cancha. Si lo tengo que explicar con palabras no sé qué es, sólo sé que es algo que se siente.
¿También se aplica en el relacionamiento con los funcionarios, como un equipo en toda su amplitud?
Nos ha pasado de choferes de los ómnibus que nos trasladan que se ponen a llorar cuando nos vamos. Porque somos de saludar, de preguntar qué hace falta, de dar un abrazo. Al principio parece raro que los técnicos invitemos a comer al conductor del ómnibus o al guía que nos toca, pero para nosotros es normal, es hacerlos sentir parte. A nosotros nos ves cargando bolsos, llevando cosas, hacemos de todo, y los jugadores también. En el complejo es casi una norma que el canchero o la gente de cocina esté integrada. Entonces, cuando se habla de garra eso también está en juego.
¿Cómo es el contexto socio-económico del fútbol y de esta selección en particular?
Hay futbolistas que están estudiando a nivel universitario, que han tenido otras oportunidades, aunque el mayor porcentaje venga de contextos complicados. En la selección se junta todo, y esas cosas pasan a ser un factor de unión, de colaboración para sacarla adelante, de darse cuenta de que hay compañeros que precisan más que otros determinadas cosas. Entonces, cuando entrás a la cancha estás defendiendo todo eso.
¿Hay un trabajo específico con la identidad y la pertenencia?
Se trabaja multi e interdisciplinariamente. Se habla de los valores, de lo que significan, de fomentarlos, del esfuerzo que han hecho para llegar, del esfuerzo de muchos para que ellos lleguen hasta ahí, de sostener lo que se ha logrado. De ser conscientes de que no es la realidad del fútbol uruguayo la que nosotros vivimos en el complejo, donde llegamos y tenemos todo, tenemos la ropa, el agua caliente y la alimentación como algo natural. Eso se ha logrado, se logra y se mantiene con el esfuerzo de todos. Cuando venís a la selección venís a representar todo eso, todo ese esfuerzo que hay atrás y que se fue generando gracias al trabajo y con el aporte de todos. Se trata de generar una cultura organizacional y que todo el mundo se sienta identificado con eso. El complejo es lo tangible.
¿Dónde está el secreto para elegir a los futbolistas?
Hacemos contacto con todos los entrenadores y les preguntamos por los jugadores que se destacan. Después es andar por las canchas. A veces te recomiendan a uno y terminás viendo a otro. Hay que proyectarse, no es lo mismo ver a un jugador en un partido del fútbol local que en un partido internacional. En el fútbol uruguayo los volantes centrales se buscan fuertes, aguerridos, de choque, de juego aéreo. En el fútbol internacional es otro tipo de juego, la pelota casi siempre va por abajo, entonces podés ver condiciones o jugadores que sobresalen, pero cuando vas a jugar a nivel internacional de repente estás necesitando otras características y podés encontrar un jugador que de repente en el medio local no se luce, pero tiene visión de juego, impronta para determinadas situaciones, es explosivo, cuida la pelota. Tratamos de afinar el ojo y proyectarlo a un juego a nivel internacional.
¿Hay un patrón para la elección?
Ahora hay un recambio generacional y están apareciendo jugadores con otras características. Matías Vecino, por ejemplo, era un enganche que en Europa, por el buen manejo y la visión, lo tiran más atrás para organizar el juego desde el medio. Eso te está marcando una característica del fútbol internacional. En el fútbol europeo todos los organizadores del juego están en el mediocampo. Federico Valverde era un enganche con gran talento, pero jugaba en esa posición, en la que es más fácil tomar al jugador. Rodrigo Bentancur igual, se fue de chico a Argentina, era un enganche y ahora cada vez juega más retrasado. Lucas Torreira era enganche también. Nosotros lo llevamos a una gira sub 17 en Japón, era chiquito y muy talentoso, jugaba de enganche y no la tocó; cuando se fue a Europa empezó a jugar de doble cinco.
¿Se hace una especie de línea de juego de selección mayor hacia juveniles?
No es una línea de cómo hay que jugar, pero hay una conexión permanente y una cierta línea general de qué jugadores buscar, con qué características, para lo que es el fútbol internacional. Eso lo identificó el Maestro desde que armó su proyecto, que había una franja de jugadores de determinadas edades que ya no estaban en el fútbol uruguayo. Estaban los juveniles que se destacaban y empezaban a jugar en Primera muy jovencitos, y los que estaban de vuelta, que ya habían hecho su carrera. Él detectó eso y lo puso en su proyecto, que para tener una selección competitiva seguramente había que tener jugadores consolidados en el fútbol de alto nivel.
¿Cuál es tu diferencial como técnico?
Es una coyuntura especial, porque agarro un equipo formado habiendo sido yo parte de esa formación. Con Fabián Coito compartimos la mayoría de los conceptos sobre fútbol, de hecho trabajamos diez años juntos. Anteriormente a trabajar en la selección, también habíamos trabajado juntos en Central Español. A mí me importa mucho la parte docente, y no sólo los conceptos técnicos o tácticos: me interesa incidir en su vida personal, tratar de transmitir cosas que vayan más allá del fútbol. He tenido muchas charlas individuales con los jugadores, hablando de la vida en general, sin aconsejar ni ser un maestro; hablarles de su vida, concientizar de que el fútbol de élite es para muy pocos y respecto de que hay que formarse en otras áreas porque la vida sigue. La selección no puede ser un pasaje para aprender sólo cosas de fútbol, tiene que ser un pasaje para aprender cosas de la vida.
¿El estudio tiene un rol particular en esa formación?
Debería ser obligatorio estudiar, pero es difícil obligar. Ese discurso del cansancio y el tiempo para mí no es válido, pero no hay que culpar al chiquilín. Hay padres que te dicen: “Yo voy a apoyar a mi hijo, le voy a decir que no estudie más y que se dedique a jugar al fútbol”. Está salado. En la selección hay algunos estudiando, incluso a nivel universitario, como Bruno Méndez, que estaba estudiando educación física antes de irse, Francisco Ginella, que si no me equivoco está estudiando Economía; hay varios con proyección de seguir una carrera universitaria, de seguir en el sistema educativo. Hemos incentivado a los jugadores a llevarse libros a los viajes, a algunos incluso les digo que lean determinado capítulo y al otro día les hago una especie de entrevista, a veces hasta con cámara. Hemos hecho dinámicas de grupo en las que simulamos conferencias de prensa y les damos consignas en subgrupos para que resuelvan. Los gurises están expuestos a los medios, la idea es que no se enfrenten a una situación desconocida, que puedan defenderse frente a un micrófono o una cámara, ¿si no de qué hablamos cuando hablamos de comunicación?