Trabajado y esforzado triunfo de Uruguay ante Honduras por 2-0 que permitió a los celestes dar el paso a la próxima fase, ya con sus 6 puntos obtenidos hasta ahora. Los goles de Nicolás Acevedo y del Chapa Nicolças Schiappacasse dieron la victoria ante los catrachos y hacen que Uruguay siga con puntaje perfecto antes de culminar la serie, situación que acontecerá el jueves a las 13.00 cuando los celestes enfrenten a Nueva Zelanda.
Nuestro compañero Fede Defranco sostiene desde hace años una tesis que apegado al rigor científico pretende demostrar: Uruguay es el país qué más atiende las competencias de fútbol juvenil a nivel de selecciones en todo el mundo.
Algunas tesis surgen de una corazanada, de la intuición, mucho antes de poder ser demostradas o justificadas debidamente. Fede vio durante muchos años a compañeros resolver problemas matemáticos desde la pura intuición. A veces se utiliza el término “genialidad” para este tipo de comportamientos del pensamiento. Pero para que esa corazonada pueda transformarse en conocimiento requiere medición. Sin matemática no hay ciencia, hay que medir mi viejo.
Por tanto propongo como indicador para medir la “atención a selecciones juveniles” a los caracteres dedicados en la prensa escrita de cada país a las actuaciones de sus combinados juveniles. El ingeniero Defranco me agrega: Un indicador es algo medio macabro, porque no se le pide tener una relación causa-efecto fuerte con lo que queremos medir, pero tiene algo que lo hace irresistible: es fácil de medir. Por tanto, a veces se confunde barriga con hinchazón. El indicador no es lo que se quiere medir, nos ayuda a estimarlo. Y es discutible.
Parece ser el caso que nos ocupa aunque ya con 40 años de competiciones mundiales a nivel Juvenil y con notorias participaciones celestes es muy posible que esa intuición sea un punto de partida que rápidamente se transforme en hipótesis. Evidentemente a Uruguay en juveniles como sociedad como afición futbolera lo seguimos muchísimo a tal punto que visualizamos cada uno de los partidos sea a la hora que sea sea el día que sea.
El del partido con Honduras es un claro ejemplo de ello: segundo partido en este Mundial ante un rival muy desmerecido por las críticas exprés, y por su resultado inicial ante Nueva Zelanda (0–5), un horario dificílisimo de conciliar con cualquier actividad, sumado a un degenerado desvió de que son ganables haciendo casi esquina con el repugnante “hondureñitos”, y sin embargo todos pendientes del partido, de su para algunos sorprendente desarrollo, y de la tensión emocional que significa un Mundial y seguir adelante. Lo ganó muy bien Uruguay sin que ello signifique que haya podido desarrollar un gran juego de ensamble colectivo y ataque. Lo ganó muy bien porque el rival hizo el mejor partido posible desde su posición pero los muchachos orientales lo supieron quebrar y llegar a la clasificación anticipada.
Lo que cuesta vale
Le costó mucho a Uruguay el inicio del partido. La dificultad estuvo expresada en la ausencia de una propuesta que permitiera a la celeste tener la pelota, y atacar, y además, la interacción con el antagonista, Honduras, que empezó el juego atacando mucho y bloqueando toda posibilidad de Uruguay, en el entendido de que estaban preparados específicamente para hacer este partido. Bien pensado, bien ejecutado apuntando a este juego y no al pasado en el que habían perdido 5 – 0.
El equipo de Gustavo Ferreyra poco a poco se fue afirmando en el partido con seguridad y aplomo. La seguridad de la confianza y de la idoneidad de lo que se hace en el campo de juego. El afianzamiento en el campo se fue dando primero por actuaciones individuales como la de Nicolás Schiappacasse que con su magia demostrada en cada instancia, generó jugadas peligrosísimas qué demostraron dónde estaba la diferencia. En una de ellas avanzó verticalmente engañando rivales, y se sacó a cinco jugadores hondureños de encima hasta rematar al arco para encontrar una buena respuesta del golero José García.
Finalmente y con otro recurso firmemente trabajado como el de la pelota quieta, y la pelota aérea, llegó el gol de Nicolás Acevedo en una muy buena concepción de jugada y mejor ejecución, que pasó por el centro al primer escalón de Schiappacasse, el cabezazo esclarecedor de Darwin Nuñéz, y la entrada libre por el segundo palo de Acevedo (también entraba el capitán Bruno Méndez), para anotar el gol que ponía justicia al desarrollo. Iban ya 40 minutos de juego, pero con esfuerzo, paciencia, y seguridad Uruguay ponía el marcador acorde a lo desarrollado en el juego.
Bien jugado
A pesar del susto en la primera jugada del segundo tiempo, la vuelta de vestuarios para los uruguayos fue mucho más esperanzadora en cuanto al desarrollo de su juego, y su expectativa de seguir imponiendo superioridad.
Buen juego seguridad en la posesión de la pelota e intentos de pases filtrados para quebrar el adelantamiento de la línea final hondureña. Estuvo cerca la segunda anotación en un par de oportunidades fundamentalmente en aquella que picó a espaldas de los zagueros Núñez y la pelota paso besando el caño derecho del hondureño.
No cejó en su idea de aumentar Uruguay, pero tampoco se quebraron ni mucho menos los catrachos que intentaban rápido y por bandas arrimarse al arco del impecable Franco Israel.
Fue un rival duro Honduras, literal y metafóricamente, pero como manifestó el entrenador oriental Gustavo Ferreyra los celestes estaban preparados para encontrar un rival que les diera tanto trabajo como finalmente lo dieron los hondureños.
Un viejo axioma del fútbol dice algo así como que un gol no es ventaja (suficiente), y todos quienes rodeamos este maravilloso deporte sabemos que por lo menos emocionalmente eso es bastante verificable en la dinámica del juego. Así estábamos cuando ya al final del match, Francisco Ginella un gran mediocampista en ciernes, robó una pelota quemante en el mano a mano a máximo esfuerzo, jugó para Nico Schiappacasse que hizo un pase-regate- engaño tan lujoso como efectivo, pisando y taqueando a sus propias espaldas la pelota para que el incansable Darwin Núñez fuera al área donde cedió para el Chapa que la mandó a guardar y colocó definitivamente a Uruguay en octavos de final del torneo a falta de una fecha por resolverse el grupo.