En una contienda que tuvo un golpe de efecto cuando Cerro marró un penal y los bohemios convirtieron el golazo con el que se definió el partido y la clasificación —en la ida habían empatado 0-0— Wanderers consiguió seguir adelante y ahora en octavos de final de la Copa Sudamericana deberá enfrentarse a los brasileños de Corinthians, que eliminaron al Deportivo Lara. Pocos hubiesen pensado que el partido iba a ser así. Pocos hubiesen proyectado que se iba a resolver de aquella manera. El comienzo, otra vez con muchísima gente en las tribunas, fue emocionante. En un par de minutos apareció Wanderers en ofensiva fundamentalmente con Nicolás Albarracín, que puso contra el arco a Cerro. El elenco albiceleste dio respuesta también con una llegada peligrosa, pero luego el trámite del partido empezó a hacerse entreverado y con desaciertos en el segundo y tercer pase.

Lo tuvo Cerro a los 18 minutos cuando una falta muy cerca del área fue enviada como centro potente y Richard Pellejero no pudo conectar el gol. Cerro, para sorpresa de la expectativa previa, se empezó a adueñar lentamente del partido y a acercarse cada vez con más peligro al arco de Ignacio de Arruabarrena.

Efecto inverso

Llegando a la media hora y cuando Cerro atacaba de todas formas, una pelota en el área terminó pegando en la mano de Jonathan Barboza y el árbitro, como correspondía, cobró penal. El Gato José Luis Tancredi viajó en el tiempo y se convirtió en Sosita en el estadio Friuli de Udine, allá por 1990. Tancredi le pegó tan alto que en la NASA revisaron si había salido de la estratosfera. Como suele suceder, empezó a cambiar el sentido del partido.

A los 33 minutos, cuando todavía todo era de Cerro sucedió lo impensado. Una pelota maravillosamente filtrada desde media cancha hacia el área por Federico Barrandeguy, vestido de Messi, encontró en el momento justo y oportuno a Rodrigo Pastorini, que definió de manera espectacular jugando la pelota por encima del arquero Rodrigo Formento. Ese golazo definitivamente cambió esa parte del juego para Cerro, que estaba ganando cómodamente por puntos el round del primer tiempo y sintió esos dos enormes golpes —el penal errado y el gol impensado— y trastabilló hasta llegar al rincón del entretiempo.

La segunda parte tuvo las mismas aristas, tal vez un poco más atenuadas en cuanto a su intensidad. No fue tan extremadamente ofensivo Cerro, no fue tan pasivo Wanderers. Cerro siguió y siguió, y otra vez estuvo a nada del gol con enorme atajada de Nacho de Arruabarrena. Con el paso del tiempo el villero se fue desajustando en todas sus formas y Wanderers empezó a asegurar la clasificación.

Bien por el bohemio, pero bien por Cerro también, que estuvo cerca y dio batalla.