El profe Antonio Tchakidjian hace los últimos aprontes. Aplaude, motiva: un histórico. Los parciales del equipo del ave que surgió de las llamas se arriman al alambrado para ver bien de al lado. La voz cantada del Parque Capurro anuncia los titulares y los aplausos se animan. La tarde esta bellísima para fútbol. Del otro lado los de Román Cuello también se aprontan, se pierden en el vestuario para salir con el percal bohemio. Atrás un barco de cotelete, el Río quieto de la Plata, la ruta y la ciudad vieja. Wanderers de celeste, Fénix con la tradicional albivioleta. La misma que viste Martín Liguera eternizado en un trapo sobre el alambrado. Los locales juegan con tres en el fondo que se transforman en cuatro según las idas y vueltas de Breno Caetano. Tito Raúl Ferro en el mediocampo con la cinco de Jaime en aquel disco de antaño. Por dos veces la hinchada lo grita antes. Alex Silva comienza a gravitar, es el pívot de Juan Ramón Carrasco. La referencia constante de los bohemios es Ignacio María González. El Papo Jonathan Barboza y Adrián Colombino sostienen y dan juego. Fénix quema un cambio de arranque por lesión. Sale Breno Caetano e ingresa Bruno Montelongo, el ex Milan. Más que nunca Fénix se defiende con tres y Ferro. Nicolás Fernández será el que vaya y venga por Caetano. Montelongo con otra libertad, en un tándem con el experimentado Juan Álvez. El gol puede estar para cualquier porque ambos crean y llegan. A Ferro lo aplauden hasta porque sí. Grandes valores del fútbol en cancha. Nacho González filtra para Mauro Méndez que se pierde la más clara contra la humanidad de Darío Denis que brinda seguridad a los capurrenses. También captura una desde lejos por Colombino. Montelongo se lo pierde en la contestación. El partido va y viene. Hasta una peinada en propia puerta se convierte en peligro, pero Ignacio De Arruabarrena dice presente. También dice presente en el córner que provoca. Antes del final del primer acto, Montelongo hilvana una jugada que rompe el área para que Ignacio Pereira le ponga el sabor del gol. Con los jueces, nadie está contento.
“Hace años que está en offside”, comenta alguien en la tribuna. Unos gurises ensayan con el bombo que dice “Los Mugrientos”. Señales de que arrancó el segundo tiempo. El primero que prueba es Axel Müller desde lejos. A la siguiente Montelongo devuelve en el área una pared con el pecho. Alex Silva las quiere todas. Tras desborde de Brian Lugo, la pelota que atraviesa toda el área, y Emiliano Mozzone con un pase a la red pone el segundo. La numerosa parcialidad locataria festeja. La visita es una postal portuaria. “No te vayas nunca Tito”. Fénix es algarabía. Colombino prueba con flor de remate de afuera pero Denis confirma su creciente figura en arcos criollos. Wanderers creció con Diego Riolfo y Cristian Bravo. Emiliano Coitiño y Ronaldo en un duelo permanente. Cuellos de tenis en las tribunas. Alex Silva manejó siempre la pelota con criterio. Generó la jugada que derivó en falta al borde del abismo. La hinchada pidió penal. Y una sarta de disparates llovió sobre Jimmy Álvarez. El mismo Silva ejecutó con peligro. Fénix ganó con oficio. El oficio de Alvez, el oficio de Silva, la disposición de Montelongo y el clamor de su gente. Wanderers no cesó la insistencia pero cosechó su segunda derrota de la semana. El tercero fue de Mozzone para la novia en el alambrado.Fénix ganó en casa, ambos brindaron un buen partido de fútbol frente al Río. Hay una camiseta de Pallas en la tribuna, otra de Germán Hornos, y alguien que descuelga una bandera que resume todo: “Me sobran los motivos”.