Como muchas carreras bajo agua, el Gran Premio de Alemania tuvo incontables vueltas de tuerca y giros inesperados. El triunfo de Max Verstappen, sobre un Red Bull, no fue tan sorpresivo, pero sí la pésima actuación de los dominantes Mercedes Benz, que habían previsto varios detalles para festejar aniversarios diversos y hacer valer su localía.

La otra gran sorpresa fue la increíble remontada de Sebastian Vettel, pero para entender la importancia de su segundo puesto hay que tener en cuenta lo que pasó el sábado en clasificación. Debido a fallas en los turbo, ambas Ferrari vieron abortadas sus vueltas clasificatorias. Leclerc tuvo que bajarse del auto en la última tanda, por lo que debió largar décimo, mientras que Vettel ni siquiera pudo subirse al suyo, así que partía desde la última posición. Era un desastre total para el equipo italiano, que había sido competitivo en todas las pruebas libres y amenazaba con quedarse con la pole.

El primer puesto de largada, entonces, fue para Lewis Hamilton, que confesó no esperar tanto. De hecho, se llegó a insinuar que el inglés sería sustituido por el piloto de reserva, Esteban Ocon, debido a un dolor de garganta. No fue así y Mercedes Benz festejaba dejando ver a mecánicos e ingenieros con sus circenses “trajes tipo años cincuenta” con los que, a fuerza de gestos sobrecargados -el kitsch también era locatario-, buscaban celebrar todo el fin de semana.

Todo eso pasaba el sábado, con una temperatura poco usual en Europa: más de cuarenta grados en las tribunas del Hockenheimring. Pero, cambio climático o no, se sabe que después de esos calores viene la lluvia, y eso fue lo que ocurrió el domingo.

Tras una largada demorada, los Mercedes de Hamilton y Valtteri Bottas partieron muy bien, mientras que Verstappen, que salía segundo, recuperaba posiciones lentamente tras una siestita inicial. Previsiblemente, el agua causó muchos despistes que obligaron salidas sucesivas del auto de seguridad, aprovechado por varios para poner gomas frescas. ¿Cuáles? De a ratos la llovizna amainaba y parecía mejor correr con ruedas para piso seco, pero al poco tiempo los pilotos más osados volvían por gomas intermedias.

El acquaplanning, en tanto, iba barriendo figuritas. Como en Baku, Leclerc fue obligado a compensar los errores de su equipo y, sobreexigido, demostró no estar todavía a la altura, resbalando fuera de la pista en la última curva sin posibilidad de retorno; era el más rápido en pista hasta entonces. El local Hülkenberg llegó a estar tercero, y muchos soñaron con el primer podio de un gran piloto que ya está próximo a retirarse, pero esa misma última curva rompió sus ilusiones y las de buena parte de la hinchada del “estadio”, la última sección de la pista rodeada de tribunas repletas de hinchas aurirojinegros.

Los despistes más resonantes, casi calcados, ocurrieron sobre el final de la carrera, en la primera curva, cuando Hamilton y, a las pocas vueltas, Bottas, mordieron un charquito con su rueda trasera derecha y se salieron de pista. El finés rompió el auto, mientras que el británico siguió desluciéndose un rato más, en una carrera en la que fue acumulando errores y desgano, y llegó último. Culpen a las amígdalas.

Mientras Hamilton se opacaba, Vettel se redimía. El año pasado, en esta misma carrera, había empezado a perder el campeonato con un despiste inexplicable en la lluvia, cuando punteaba cómodo. Esta vez, partiendo del último lugar, y a fuerza de motor y oportunismo, manejó impecablemente hasta el segundo escalón del podio, dándolo todo en las vueltas finales.

El tercero también fue un redimido. Daniel Kvyat había sido echado de Red Bull por bajo rendimiento hace dos temporadas, y recientemente fue recontratado por el equipo B de Red Bull, el italiano Toro Rosso. Este podio hará reconsiderar su carrera.

La victoria de Max Verstappen, la suma cero de Mercedes y la reaparición de Seb Vettel reaniman un campeonato que se parecía más a una cuenta regresiva para el sexto título de Hamilton que a una verdadera competencia. Y, como suele ocurrir, el agua le devolvió la emoción a la Fórmula 1.