Con un gol de Gabriel Jesús y otro de Roberto Firmino, Brasil derrotó 2-0 a Argentina en el Mineirão y avanzó a la final de la Copa América. Si bien Gabriel Jesús fue determinante en ambos goles brasileños hubo un jugador que hizo de todo: Dani Alves.

1. Cuestión de técnica aplicada

No cansaría repetir hasta el cansancio el video del 1-0 para los brasucas. Tuvo mucho de lo bueno: inteligencia colectiva para terminar de una manera lo que parecía de otra y discernimiento individual para quebrar la marca de hombres argentinos que corrían marcha atrás. La primera clave fue la recuperación de Dani Alves, mitad de la cancha recostadito hacia la derecha; antes de hacerse con la pelota, el lateral tiró un sombrerito, la puso contra el piso, amagó ir para afuera pero enganchó hacia el centro –cosa que hizo pasar a un rival de largo–, entonces sí soltó a la derecha y, desde ahí, fue el centro rastrero para Gabriel Jesús. El goleador estaba donde los delanteros cobran caro los trámites. No tuvo más que tocar con calidad y la mandó adentro.

Fue la mejor jugada de la primera parte, pero no fue la única. Brasil siempre prefirió ir por la derecha, donde Alves jugó prácticamente de volante, incluso tirándose al medio, asociándose con el propio Gabriel Jesús o con Roberto Firmino –o con Arthur, si la jugada empezaba más atrás–. Tanto Marcos Acuña como Nicolás Tagliafico sufrieron bastante.

Argentina, por su parte, tuvo un buen cierre. En los últimos 15, con Lionel Messi encendido, la albiceleste tuvo sus chances. Dos de ellas de Sergio Kun Agüero: una la tapó el arquero Alisson, la otra pegó en el travesaño y salió.

2. Boxeadores

Con la responsabilidad que insume tener el marcador en contra, Argentina se fue arriba en el segundo tiempo. Lo hizo bien, y por momentos muy bien. Leandro Paredes fue el armador desde atrás. Arriba lo difícil era fácil cuando la tocaban Agüero y Messi. Entre ambos hicieron creer a los suyos de que el empate era posible. En una triple jugada no fue por los pelos: Messi cargó la zurda a la carrera y a Brasil lo salvó el palo derecho; la sacaron corta, Messi la devolvió en forma de centro pero Agüero no llegó a tocarla con el puntín en la raya. Después, el propio Messi, que hizo un buen partido, lo intentó de tiro libre. No tuvo éxito contra el buen posicionamiento de Alisson, que no tuvo que volar para atenazarla sin dar rebote.

Como los buenos boxeadores, esos que se saben con ventaja en las tarjetas porque pegaron bien primero, Brasil esperó, defendió –a veces como pudo, tirándola para cualquier lado– y cuando pudo amplió diferencias. Gabriel Jesús la peleó y se la llevó como Romário, lo quisieron bajar pero no pudieron, en el último segundo prefirió enganchar y no patear, el zaguero pasó de largo, y el servicio fue para su compadre Firmino, que la tocó y gozó. Un Brasil superefectivo: hasta ese momento pateó cuatro veces, tres fueron al arco y dos fueron goles. Argentina, que pasó la decena de tiros al arco, no hizo ninguno. No explican todo, pero son datos contundentes.

3. Epílogo

Qué jugador Dani Alves.